El sionismo y su influencia en el nuevo gobierno
En el nuevo mandatario la dimensión espiritual se encuentra fuertemente atravesada por lo político. Esto queda de manifiesto en la visita que Milei realizará a la tumba de Menachem Mendel Schneerson, en Nueva York.
Es de público conocimiento que el nuevo presidente, Javier Milei, viene coqueteando con el judaísmo, religión a la cual anunció su intención de convertirse. Llamó la atención que Milei se haya ido a celebrar su triunfo en el balotaje a la tumba de Menachem Mendel Schneerson (Rebe de Lubavitch en Nueva York).
Lo presentó como una parada espiritual y de inspiración a título personal, pero es en realidad toda una señal política. Jabad Lubavitch no es solo una corriente ortodoxa ultraderechista del judaísmo, sino que además es particularmente la que congrega a grandes capitalistas, tanto en Argentina como en el resto del mundo.
En el nuevo mandatario la dimensión espiritual se encuentra fuertemente atravesada por lo político. Esto queda de manifiesto en la visita que Milei realizará a la tumba de Menachem Mendel Schneerson, en Nueva York.
Schneerson, fallecido en 1994, es el último líder de una comunidad denominada Jabad Lubavitch. Dicha comunidad es una de las ramas del jasidismo, un movimiento pietista surgido en Europa del Este en los siglos XVIII y XIX.
En la actualidad, Jabad es un movimiento transnacional de revitalización religiosa con una fuerte presencia en las colectividades judías de varios países. Basta mencionar que Donald Trump cultivó relaciones con la organización y la recibió en un acto oficial nada menos que en la Casa Blanca en 2018, además de que su hija Ivanka y su yerno son practicantes.
El poderoso banquero David Rothschild es otro adherente activo. Cruzando el pacífico, entre los destacados financistas de los Lubavitch figuraban los oligarcas rusos Lev Leviev y Roman Abramovich, cercanos a Putin y exsocios de negocios de la familia Trump hasta el estallido de la guerra en Ucrania. Este es el entorno en que se mueven. A la vez, el “rebe” ha sido un partidario de la política de militarización del régimen colonial israelí y del ejercicio de la política de limpieza étnica sobre la población nativa palestina.
En Argentina la tónica es la misma, tanto política como socialmente. Su acercamiento a estos ultraortodoxos judíos allanó a Milei el vínculo con importantes empresarios. Entre ellos uno de los más prominentes es Eduardo Elztain, quien según reseña el libro Los lubavitch en la Argentina, de Alejandro Soifer, dona el 10 por ciento de cada negocio que hace a Jabad y desde hace un cuarto de siglo organiza anualmente un seder de Pesar en el Hotel Llao Llao de Bariloche para reunir a grandes aportistas del mundo de los negocios. Elsztain, de Cresud y el grupo Irsa, es el dueño de los shoppings porteños y de casi todos los megaemprendimientos inmobiliarios que destruyen los espacios verdes públicos de la ciudad, además de ser propietario de casi un millón de hectáreas en el país y poseer el Banco Hipotecario. Digamos que recursos no le faltan a esta organización ultraortodoxa.
Fue Eduardo Elztain quien arrimó a esta "corriente religiosa" a otros personajes de la élite económica argentina como el conocido financista rosarino Miguel Rosental, o Daniel Sielecki (que es socio de Hugo Sigman en el laboratorio Elea). Son de la partida otros como Gerardo Werthein (quien puso su avión privado para el viaje de Milei a Estados Unidos), miembro de la familia dueña del Banco Patagonia y de más de 100 mil hectáreas en la Argentina; sería quien desembarque como embajador en Washington. De hecho, también es de la partida el consultor de especuladores financieros Darío Epstein, uno de los lobbistas del ajuste del presidente electo. Es organizador del Latam Economic Forum, donde Milei se fotografió con Tzvi Grunblatt, director de Jabad Lubavitch en Argentina desde hace décadas. No por casualidad un año antes el invitado estrella del foro había sido el peronista Juan Manzur, otro activo agente del sionismo en nuestro país -que viajó a "Israel" y firmó convenios en su breve paso por la Jefatura de Gabinete.
Para su “asesoría espiritual” Milei concurre a la sinagoga que comanda el rabino Wahnish (flamante embajador argentino en "Israel") en Plaza Serrano, en el corazón del barrio porteño de Palermo. Habría llegado allí tras un encuentro organizado por Tomás Pener, director del movimiento juvenil Betar en Argentina, un grupo sionista creado por un discípulo de Mussolini y de posiciones políticas facistas. Este grupo juvenil perteneciente a una corriente internacional del movimiento sionista que se reivindica de ideología revisionista: un ala ultraderechista fundada por Vladímir Jabotinsky, inspirado por ideas del fascismo italiano y la legitimación del uso del terror para la constitución y defensa del ente genocida de "Israel".
Pener es un asiduo concurrente a los actos de La Libertad Avanza, y explica la vinculación política afirmando que “muchos jóvenes no se podían expresar por el crecimiento de las causas progresistas y nosotros revivimos un espacio para que puedan hablar”, y agrega que “la ideología de género no va más” (Perfil, 29/11).
Es decir, la visita de Milei al “rebe” no expresó un asunto de mera índole espiritual. Reafirma la pertenencia del nuevo presidente a un espacio geopolítico particular (eje Estados Unidos e "Israel"), a una política económica de ajuste a la clase trabajadora y a un relato represivo donde la experiencia del comunismo soviético constituye una época oscura cuyos ecos no se han extinguido todavía; esta época oscura está caracterizada por la presencia de una izquierda que él mismo se propone extirpar definitivamente (Con la ayuda del “rebe”).