Cuando la guerra se escribe en Miami: el ataque que no existió
El Miami Herald, The Wall Street Journal y sus oficinas satélites en el hemisferio construyeron durante semanas la narrativa de un ataque inminente a Venezuela. Bastó una pregunta a Trump en el avión presidencial para desmontar toda la operación mediática.
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Cuando la guerra se escribe en Miami: el ataque que no existió
Hay guerras que se pelean en los campos de batalla y otras que se fabrican en las redacciones o quizás desde los móviles. En octubre de 2025, mientras Donald Trump negociaba treguas comerciales con China en Busan, Corea del Sur, un grupo de medios estadounidenses escribía los titulares de un supuesto "ataque inminente" a Venezuela que, ahora sabemos, jamás fue autorizado, discutido formalmente ni —como quedó demostrado— siquiera planeado. Incluso, el secretario de Estado, Marco Rubio, conocido por su dura postura contra el Gobierno venezolano, calificó de "falsa" la información difundida.
Cuando el presidente Trump finalmente respondió "no" a las preguntas de la prensa a bordo del Air Force One, el titular se había publicado. Durante semanas, del Wall Street Journal y el Miami Herald habían reportes sobre supuestos planes de ataques terrestres contra instalaciones en territorio venezolano. Ninguno citó fuentes con nombre y apellido. Ninguno presentó documentos oficiales. Solo "fuentes familiarizadas" y "funcionarios que pidieron anonimato".
Mientras tanto, desde Caracas, el gobierno del presidente Nicolás Maduro advertía lo que estaba ocurriendo: "una guerra multiforme orquestada desde Estados Unidos", donde lo comunicacional resulta tan letal como cualquier misil. Lo que muchos descartaron como retórica resultó ser una descripción exacta de la estrategia en marcha. Es cómo se construye el consenso para la intervención militar en plena era digital.
El basural de la guerra psicológica
El 16 de octubre, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez señaló directamente al Miami Herald. El periódico había publicado información sobre un "plan secreto" para forzar una transición de poder en Venezuela. El reporte carecía del elemento más básico del periodismo serio: fuentes identificadas.
"Otro medio que se suma al basural de la guerra sicológica contra el pueblo venezolano —denunció Rodríguez—. No tienen ética ni moral, y favorecen exclusivamente la mentira y la carroña".
La alta funcionaria venezolana describía un campo de batalla donde las armas son titulares y el objetivo es la opinión pública. En ese escenario, el Miami Herald es un combatiente activo.
El presidente Maduro contextualizó estas publicaciones como una "guerra multiforme", comprendido por varios frentes simultáneos para imponer un "cambio de régimen". Lo militar con el despliegue estadounidense en el Caribe, lo económico con las sanciones, lo diplomático con el desconocimiento de autoridades electas y, lo comunicacional, con campañas como la que estamos presenciando.
El jefe de Estado fue claro al señalar que Washington busca crear una "nueva guerra eterna", similar a los conflictos prolongados de Oriente Medio. Aseguró que el 94% de los venezolanos rechaza cualquier intervención extranjera. Un dato que ningún medio estadounidense pareció interesado en verificar.
De narcotráfico a invasión en tres movimientos
- Primer movimiento: Trump habla, los titulares traducen
El 23 de octubre, Trump ofreció la materia prima. En una mesa redonda sobre seguridad nacionalen la Casa Blanca —con el secretario de Defensa Pete Hegseth presente—, el presidente promocionó los ataques militares recientes contra presuntos barcos narcotraficantes: "La tierra será lo siguiente".
Trump nunca mencionó solicitar autorización al Congreso para operaciones militares y tampoco mencionó directamente a Venezuela. Dijo: "Puede que acudamos al Senado y al Congreso para informarles. Pero no creo que tengan ningún problema con ello".
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Cuando la guerra se escribe en Miami: el ataque que no existió
La diferencia es abismal. Informar no es pedir permiso. Hablar de perseguir narcotraficantes no es declarar la guerra a Estados soberanos. Pero en la maquinaria de amplificación mediática, los matices se evaporan. Lo que para Trump era retórica de mano dura, para ciertos medios se convirtió en la antesala de una invasión.
- Segundo movimiento: Graham convierte conversaciones en órdenes de batalla
El 26 de octubre, el senador republicano Lindsey Graham apareció en CBS News con una revelación explosiva: Trump le había dicho personalmente que "planea informar a los miembros del Congreso cuando regrese de Asia sobre futuras operaciones militares potenciales contra Venezuela y Colombia".
Graham ejecutó un manual de manipulación política al tomar una posible sesión informativa —que Trump nunca confirmó públicamente en esos términos— y la transformó en "operaciones militares potenciales". Luego añadió su bendición: "Apoyo esa idea, pero creo que tiene toda la autoridad que necesita".
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Cuando la guerra se escribe en Miami: el ataque que no existió
Es decir, Graham no solo anticipaba operaciones no confirmadas, sino que declaraba innecesaria la aprobación del Congreso. Para Venezuela las palabras del senador confirmaban la denuncia: enfrentaban una campaña coordinada para crear la percepción de intervención inminente, independientemente de las intenciones reales de Trump.
- Tercer movimiento: la orquesta mediática toca al unísono
La madrugada del viernes 31 de octubre, mientras el Air Force One volaba de regreso desde Busan, el Wall Street Journal y el Miami Herald publicaron simultáneamente reportes sobre supuestos planes estadounidenses para atacar instalaciones militares en Venezuela. La sincronización respondía al patrón clásico de las filtraciones coordinadas, donde múltiples medios publican la misma historia para darle apariencia de verificación cruzada.
El problema es que ninguno citó fuentes identificables. La única referencia concreta era una reunión del miércoles en el Congreso, solo con republicanos. Sin documentos, sin declaraciones oficiales, sin confirmación del Pentágono. Solo las ubicuas "fuentes familiarizadas con el asunto".
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Cuando la guerra se escribe en Miami: el ataque que no existió
El Washington Post añadió un ángulo geopolítico, cuando publica que Rusia y China habrían respondido positivamente a la solicitud venezolana de asistencia en caso de ataque. La escalada estaba completa: de perseguir narcotraficantes a una confrontación entre potencias nucleares. Todo en dos semanas, sin una sola declaración oficial que lo sustentara.
El desmentido desde 35 mil pies
A bordo del avión presidencial, la corresponsal de Associated Press le preguntó a Trump sobre los artículos del Wall Street Journal y el Miami Herald. La respuesta fue directa: "No. No hay planes de ataques terrestres a Venezuela."
El desmentido presidencial desnudó la fragilidad del edificio narrativo completo. Si el comandante en jefe dice que no existe tal plan, ¿qué estaban publicando exactamente estos medios? ¿Rumores de pasillos del Congreso? ¿Filtraciones interesadas de halcones republicanos? ¿Especulaciones vendidas como hechos consumados?
La respuesta puede ser que se publicaban lo que ciertos sectores políticos y mediáticos querían que fuera realidad. Fabricaban el consenso para una intervención que el propio presidente acababa de descartar, por ahora.
Es decir, mientras el Miami Herald escribía sobre ataques inminentes, Trump negociaba con Xi Jinping en Busan. China y Estados Unidos alcanzaron acuerdos económicos significativas para la reducción de aranceles, suspensión de tasas portuarias sobre sus buques, aplazamiento de controles sobre exportaciones tecnológicas. Ambas naciones acordaron ampliar la tregua comercial.
¿Qué sentido tendría para Trump abrir hoy un frente militar en América Latina que provocaría la respuesta inmediata de Rusia y China en apoyo a Venezuela? Ninguno.
Al Mayadeen Español