Rixi “ya ganó”, y en un día de resurrección
Con su victoria en las urnas, Rixi Moncada, la candidata de Libre, la fuerza política que gobierna Honduras se convertirá el 27 de enero próximo en la nueva jefa de Estado, para darle continuidad a lo realizado por la actual presidenta, Xiomara Castro.
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Rixi “ya ganó”, y en un día de resurrección.
Su victoria en las urnas tendrá lugar el domingo próximo que, como todo domingo en nuestras tradiciones culturales, es de “resurrección”, pues recuerda el día que resucitó Cristo. Y por qué privarnos de esa metáfora que para millones es un acto de fe, más allá de la Historia, con el concepto de refundación, el mismo que aparece en el centro del discurso de Libre, la experiencia política que tiene como inspirador y voz primordial al expresidente Manuel Zelaya.
¿Por qué afirmamos en el título de este texto y días antes de las elecciones que Rixi Moncada ya se impuso en las urnas?
No nos referimos a la expresión que vienen utilizando hace semanas y sin inmutarse los dirigentes más activos de la candidatura de Rixi Moncada: “ya ganamos”, o al revés, “ya perdieron”.
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Aludimos a múltiples datos que surgieron en conversaciones “off the record”, incluso con voceros de la derecha del denominado bipartidismo oligárquico.
Allá vamos. En el reciente acto de cierre de campaña, una vez más Moncada evidenció su potencia como oradora y su capacidad de convocatoria. Llamó a los miles de seguidores y militantes de Libre, un verdadero aluvión juvenil, a cuidar que la voluntad de la urnas no sea alterada por las maniobras que aún intenta desplegar la derecha en el seno del Consejo Nacional Electoral (CNE) -organismo integrado por representantes de las tres fuerzas políticas mayoritarias-, consistente en manipular los primeros escrutinios provisorios, con la intención de negar el triunfo del oficialismo.
Hace poco menos de un mes, la representación de Libre en el CNE difundió 26 audios que revelaron esas operaciones manipuladoras y hasta el apoyo recibido por parte de la Embajada de Estados Unidos.
La divulgación de esos audios y otros conocidos el miércoles pasado tuvieron para el bipartidismo de derecha un impacto demoledor. Sus candidatos, Salvador Nasralla (Partido Liberal) y Nasry Asfura (Partido Nacional) alardeaban acerca del apoyo estadounidense cuando ya sabían que Washington había decidido relativizar su respaldo a esas figuras, demasiado desgastadas para el gusto de halcones y palomas, según admitieron en forma reservada allegados a las cúpulas de ambos partidos.
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La misma derecha también había apostado fuerte a las consabidas maniobras antidemocráticas de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyos notorios “observadores” ya se hicieron presentes en Tegucigalpa.
Eso también les salió mal. “Agradecemos el respaldo de la OEA y la no intervención en asuntos internos de Honduras. La mayoría de los países miembros y se manifestó en defensa de la institucionalidad y la voluntad del pueblo hondureño”, comunicó mediante sus redes sociales el vicecanciller de este país, Gerardo Torres, al participar hace un par de días en una reunión del Consejo Permanente de esa organización en la capital estadounidense.
Pero hay más datos que justifican nuestro “ya ganó”.
La potencialidad oratoria de Moncada fue demostrada en su discurso durante el acto de cierre de campaña mencionado. Luego de destacar los logros palpables del gobierno de Xiomara Castro, la candidata dejó un fuerte mensaje: le pidió a su militancia estar alertas para impedir que la derecha desconozca o tergiverse la expresión de las urnas a través del TREP, el sistema de transmisión de escrutinios preliminares.
Otro argumento de enorme peso, quizás uno de los más definitorios y que explica la influencia de Libre en la sociedad, es la figura de Manuel Zelaya, quien combina memoria histórica, lectura estratégica y una capacidad de movimientos tácticos que traspasan las fronteras de Honduras, lo que le permite a Libre el despliegue de una diplomacia partidaria tendiente a entorpecer las relaciones de la derecha con sus históricos aliados, domésticos e internacionales. A buen entendedor, pocas palabras, dice el refrán.
El desafío del oficialismo sí consiste en lograr una victoria lo suficientemente holgada como para sostener una mayoría parlamentaria que le permita avanzar sin dilaciones con su agenda política y económica.
Para cerrar, dos observaciones que nada tienen de anecdóticas.
Será la primera vez en la Historia que una mujer le transmita a otra la investidura presidencial; y ambas, Xiomara y Rixi, son de Libre, son de izquierda.
Y los espacios progresistas de América Latina tendrían que posar una mirada atenta sobre lo que sucede en Honduras, porque tiene carácter estratégico. Un claro ejemplo de ello es la forma en que la dirección política de Libre supo bloquear las maniobras de los tradicionales agentes desestabilizadores de los proyectos democráticos, como la OEA y los protagonistas principales del poder global.
Por eso, Rixi “ya ganó”.
Al Mayadeen Español