Discurso sereno de la Cumbre Árabe, ¿qué hay detrás de la colina?
Los discursos de "los líderes árabes", emitidos en la cumbre del Mar Muerto, se vistieron de un inusual tono de calma . Sin embargo, este cambio en el discurso político refleja el proceso de una etapa transitoria que están atravesando, lo cual podrá ser reversible o bien volvería hacia una escalada. ¿Cuáles son las razones?

De la noche a la mañana el discurso oficial árabe dio un giro completo y volvió a como fue en la cumbre de Sirte en el 2010, ya que la rutina de las cumbres árabes no solía salirse del marco de las relaciones diplomáticas y públicas.
El rey saudita no mencionó a Irán ni la acusó de terrorista, como lo ha hecho consistentemente Arabia Saudita y su ministro de Asuntos Exteriores desde el inicio de la crisis en Siria.
El Emir de Kuwait la ha mencionado por su nombre en su solicitud a "respetar la soberanía de los Estados y los fundamentos de la buena vecindad", pero también aprovechó la cumbre para lanzar un llamado al "diálogo constructivo con el fin de lograr la seguridad y la estabilidad" en las relaciones de los países de la región con Irán, algo que rompió el tabú que venía reinando en el Golfo a lo largo de los últimos años.
El Emir de Qatar, parecía el más riguroso en su referencia a "tomar medidas estrictas para que el régimen sirio cumpla con la resolución de Ginebra 1", y el discurso oficial más comprometido con la sugerencia habitual en describir a Hizbulah, según sus términos, como "milicias sectarias de diferentes doctrinas." Una clasificación que circula hoy en día en los estados del Golfo como un intento cuyo fin es lograr un canje de la Resistencia por el "Daesh" y Al Nusra.
Pero la salida del presidente egipcio y el rey saudita del salón de reuniones durante el discurso del Emir qatarí, tal vez para marcar cierta diferencia de Qatar, sobre todo, que el presidente y el rey han acordado retomar pronto un plan de visitas mutuas entre ambos países.
Sin previo aviso los cancilleres árabes adoptaron un discurso de tregua para esta cumbre, cuando los participantes retiraron la acusación, lanzada en la cumbre anterior, contra Hizbulah como un brazo de Irán para controlar los estados árabes. Ya que el ministro jordano de Asuntos Exteriores, Ayman Safadi, ha predicado que la cumbre del Mar Muerto constituye "un punto de partida para una acción árabe global e integral", y que abre "una nueva era de la acción conjunta árabe".
En este sentido, los cancilleres árabes exigieron a Irán "abandonar las acciones de provocación", porque esas "socavan la creación de confianza", mientras que en las anteriores cumbres árabes y del Golfo le pedían Irán retirarse de la región, como un requisito para el diálogo.
Entre las razones que se encuentran detrás de ese "nuevo tono", es que el "antiguo" de las cumbres anteriores demostró el fracaso de la "coalición árabe" en lograr una victoria militar en Yemen a pesar del desgaste astronómico de posibilidades y recursos con la esperanza de conseguir un logro militar y conquistar a Sanaa.
En Siria se ha demostrado que la alianza con la "Coalición Internacional" está retrocediendo constantemente desde la recuperación de Alepo y los cambios estadounidenses y turcos apuestan sobre un cambio geopolítico en Siria, en el marco del cual no se ha prestado la menor atención a Arabia Saudita como factor influyente en el norte de Siria e incluso en el sur. La retirada de "Daesh" en Irak y Siria afecta a la agenda de Arabia Saudita que tiene como prioridad la caída del régimen en Siria, mientras que Donald Trump se encamina en dirección de hacer frente a "Daesh" como prioridad y abandonar la primacía de derrocar al régimen.
Quizás lo más importante que hay detrás de esta tregua, es obstaculizar el proceso del lanzamiento de lo que se bautizó en las últimas semanas como el "OTAN árabe", en particular, durante el encuentro llevado a cabo entre el segundo príncipe heredero saudita y Trump en Washington. Las ambiciones norteamericanas de este "OTAN- árabe" implica a Arabia Saudita asumir los costos de las operaciones en Siria y participar con tropas terrestres, así como la compromete en la entrega del petróleo y de los recursos sauditas, sin recibir nada a cambio en su confrontación con Irán o con la Resistencia en El Líbano y Ansar Allah en Yemen.
Peor aún, estas ambiciones estadounidenses chocan con barreras dentro de Estados Unidos y dentro de la propia administración norteamericana.
El discurso calmado de la cumbre del Mar Muerto parece ser una respiración profunda en espera a que Trump acabe de distinguir ya con claridad el hilo blanco del hilo negro. Una tregua que no exige a los países miembros de la cumbre más que pronunciar discursos libres de venenos letales, hasta un nuevo aviso.
El rey saudita no mencionó a Irán ni la acusó de terrorista, como lo ha hecho consistentemente Arabia Saudita y su ministro de Asuntos Exteriores desde el inicio de la crisis en Siria.
El Emir de Kuwait la ha mencionado por su nombre en su solicitud a "respetar la soberanía de los Estados y los fundamentos de la buena vecindad", pero también aprovechó la cumbre para lanzar un llamado al "diálogo constructivo con el fin de lograr la seguridad y la estabilidad" en las relaciones de los países de la región con Irán, algo que rompió el tabú que venía reinando en el Golfo a lo largo de los últimos años.
El Emir de Qatar, parecía el más riguroso en su referencia a "tomar medidas estrictas para que el régimen sirio cumpla con la resolución de Ginebra 1", y el discurso oficial más comprometido con la sugerencia habitual en describir a Hizbulah, según sus términos, como "milicias sectarias de diferentes doctrinas." Una clasificación que circula hoy en día en los estados del Golfo como un intento cuyo fin es lograr un canje de la Resistencia por el "Daesh" y Al Nusra.
Pero la salida del presidente egipcio y el rey saudita del salón de reuniones durante el discurso del Emir qatarí, tal vez para marcar cierta diferencia de Qatar, sobre todo, que el presidente y el rey han acordado retomar pronto un plan de visitas mutuas entre ambos países.
Sin previo aviso los cancilleres árabes adoptaron un discurso de tregua para esta cumbre, cuando los participantes retiraron la acusación, lanzada en la cumbre anterior, contra Hizbulah como un brazo de Irán para controlar los estados árabes. Ya que el ministro jordano de Asuntos Exteriores, Ayman Safadi, ha predicado que la cumbre del Mar Muerto constituye "un punto de partida para una acción árabe global e integral", y que abre "una nueva era de la acción conjunta árabe".
En este sentido, los cancilleres árabes exigieron a Irán "abandonar las acciones de provocación", porque esas "socavan la creación de confianza", mientras que en las anteriores cumbres árabes y del Golfo le pedían Irán retirarse de la región, como un requisito para el diálogo.
Entre las razones que se encuentran detrás de ese "nuevo tono", es que el "antiguo" de las cumbres anteriores demostró el fracaso de la "coalición árabe" en lograr una victoria militar en Yemen a pesar del desgaste astronómico de posibilidades y recursos con la esperanza de conseguir un logro militar y conquistar a Sanaa.
En Siria se ha demostrado que la alianza con la "Coalición Internacional" está retrocediendo constantemente desde la recuperación de Alepo y los cambios estadounidenses y turcos apuestan sobre un cambio geopolítico en Siria, en el marco del cual no se ha prestado la menor atención a Arabia Saudita como factor influyente en el norte de Siria e incluso en el sur. La retirada de "Daesh" en Irak y Siria afecta a la agenda de Arabia Saudita que tiene como prioridad la caída del régimen en Siria, mientras que Donald Trump se encamina en dirección de hacer frente a "Daesh" como prioridad y abandonar la primacía de derrocar al régimen.
Quizás lo más importante que hay detrás de esta tregua, es obstaculizar el proceso del lanzamiento de lo que se bautizó en las últimas semanas como el "OTAN árabe", en particular, durante el encuentro llevado a cabo entre el segundo príncipe heredero saudita y Trump en Washington. Las ambiciones norteamericanas de este "OTAN- árabe" implica a Arabia Saudita asumir los costos de las operaciones en Siria y participar con tropas terrestres, así como la compromete en la entrega del petróleo y de los recursos sauditas, sin recibir nada a cambio en su confrontación con Irán o con la Resistencia en El Líbano y Ansar Allah en Yemen.
Peor aún, estas ambiciones estadounidenses chocan con barreras dentro de Estados Unidos y dentro de la propia administración norteamericana.
El discurso calmado de la cumbre del Mar Muerto parece ser una respiración profunda en espera a que Trump acabe de distinguir ya con claridad el hilo blanco del hilo negro. Una tregua que no exige a los países miembros de la cumbre más que pronunciar discursos libres de venenos letales, hasta un nuevo aviso.