Unidad, concepto y principal desafío de nuevo gobierno libanés
La autoexclusión del partido Kataeb del nuevo gobierno libanés convierte hoy su estreno en un inquietante presagio de que su concepción como de "consenso nacional y unidad" será, de hecho, el mayor desafío y la principal amenaza.

Que un partido quede fuera de un ejecutivo y actúe en la oposición es normal en cualquier sistema democrático multipartidista, pero en el caso de El Líbano adquiere particular singularidad por la prevalencia de rivalidades políticas y religiosas, en este caso en la comunidad cristiana.
Al anunciar el domingo el nacimiento del nuevo Gobierno, el flamante primer ministro Saad Hariri, lo describió como de consenso nacional, y suscitó satisfacción y alivio generalizados, a pesar de que las disputas por la repartición de los 30 ministerios quedó fuera Kataeb.
Hariri prometió ante el presidente Michel Aoun que su gabinete se enfocaría en solucionar la mayor cantidad de crisis posibles que afectan a esta nación donde coexisten 18 sectas y confesiones étnico-religiosas.
"Este es un gobierno de unidad nacional ... y empezará de inmediato a atender cuantos temas pueda durante su mandato", indicó el político sunnita en referencia a asuntos cardinales aquí como acumulación de basura y problemas con el suministro de la electricidad y el agua.
Hariri, a quien Aoun designó el 3 de noviembre, cuatro días después de ser elegido presidente por el parlamento, añadió que en el ámbito político la primera misión, en cooperación con el hemiciclo, será lograr una nueva ley electoral que "tome en cuenta la representación proporcional y correcta".
Después de casi dos meses de intensas consultas -demasiado tiempo para muchos, aunque insignificante para un país que estuvo casi dos años y medio sin presidente-, se creó un equipo de 23 carteras y seis ministros de Estado (sin carteras), repartidos equitativamente entre cristianos y musulmanes.
Entre los ministros hay varios nombrados directamente por el jefe de Estado y presentados como "leales al presidente Aoun", incluso sin ser militantes de la Corriente Patriótico Libre (CPL), el partido fundado por él y que lidera ahora su yerno y canciller ratificado, Gebrane Bassil.
Además, lo integran La Corriente de Al-Mustaqbal (sunnita) que dirige Hariri, Hizbulah y el Movimiento Amal (chiitas), además de otros del CPL y Fuerzas Libanesas (FL, cristiano maronita), Partido Socialista Progresista (druso) y el Partido Nacional Social Sirio.
Lo novedoso, además de aumentar de 24 a 30 puestos (cinco nuevos), es que por primera vez se crearon los ministerios de Estado para Combatir la Corrupción y otro para Asuntos de las Mujeres, cargos para los que Hariri designó a Nicola Tueni y Jean Oghassabian, ambos de su partido.
Sólo una mujer, Enaya Ezzedine, comparte asiento dentro del gabinete como ministra de Estado para el Desarrollo Administrativo, y como elemento anecdótico, el movimiento Marada consiguió quedarse con el disputado Ministerio de Obras Públicas y Transporte, en la persona de Youssef Finianos.
Al anunciar el domingo el nacimiento del nuevo Gobierno, el flamante primer ministro Saad Hariri, lo describió como de consenso nacional, y suscitó satisfacción y alivio generalizados, a pesar de que las disputas por la repartición de los 30 ministerios quedó fuera Kataeb.
Hariri prometió ante el presidente Michel Aoun que su gabinete se enfocaría en solucionar la mayor cantidad de crisis posibles que afectan a esta nación donde coexisten 18 sectas y confesiones étnico-religiosas.
"Este es un gobierno de unidad nacional ... y empezará de inmediato a atender cuantos temas pueda durante su mandato", indicó el político sunnita en referencia a asuntos cardinales aquí como acumulación de basura y problemas con el suministro de la electricidad y el agua.
Hariri, a quien Aoun designó el 3 de noviembre, cuatro días después de ser elegido presidente por el parlamento, añadió que en el ámbito político la primera misión, en cooperación con el hemiciclo, será lograr una nueva ley electoral que "tome en cuenta la representación proporcional y correcta".
Después de casi dos meses de intensas consultas -demasiado tiempo para muchos, aunque insignificante para un país que estuvo casi dos años y medio sin presidente-, se creó un equipo de 23 carteras y seis ministros de Estado (sin carteras), repartidos equitativamente entre cristianos y musulmanes.
Entre los ministros hay varios nombrados directamente por el jefe de Estado y presentados como "leales al presidente Aoun", incluso sin ser militantes de la Corriente Patriótico Libre (CPL), el partido fundado por él y que lidera ahora su yerno y canciller ratificado, Gebrane Bassil.
Además, lo integran La Corriente de Al-Mustaqbal (sunnita) que dirige Hariri, Hizbulah y el Movimiento Amal (chiitas), además de otros del CPL y Fuerzas Libanesas (FL, cristiano maronita), Partido Socialista Progresista (druso) y el Partido Nacional Social Sirio.
Lo novedoso, además de aumentar de 24 a 30 puestos (cinco nuevos), es que por primera vez se crearon los ministerios de Estado para Combatir la Corrupción y otro para Asuntos de las Mujeres, cargos para los que Hariri designó a Nicola Tueni y Jean Oghassabian, ambos de su partido.
Sólo una mujer, Enaya Ezzedine, comparte asiento dentro del gabinete como ministra de Estado para el Desarrollo Administrativo, y como elemento anecdótico, el movimiento Marada consiguió quedarse con el disputado Ministerio de Obras Públicas y Transporte, en la persona de Youssef Finianos.

Sin embargo, el anuncio hecho en el palacio presidencial de Baabda confirmó que prevalecen diferencias entre las agrupaciones cristianas, toda vez que FL y el CPL prácticamente monopolizaron la representación de esa comunidad.
La formación Kataeb rechazó incorporarse a ese gobierno con lo que consideró un "puesto irrelevante", pues se le ofreció contar con apenas un ministro de Estado (sin cartera), algo que según su líder, Sami Gemayel, fue una forma de "excluirlo del gabinete".
"Este gobierno no se asemeja a nosotros, y no nos vemos como parte del mismo, nos uniremos a la oposición", expresó hoy Gemayel al considerar que el gabinete "es propiedad del bloque 8 de Marzo (que lidera Hizbulah) y está diseñado para servir a su agenda".
Según el joven político, no renunciarán a su constante búsqueda de un asiento ministerial, pero rechazaron "ser falso testigo de un gobierno no consensuado", de ahí que actuarán como oposición y ya piensan en las próximas elecciones legislativas, previsiblemente a realizarse en junio de 2017.
Lastrados por 15 años de cruenta guerra civil (1975-1990) y al parecer resignados a que en política su felicidad nunca sea coCPLeta, los libaneses ya empezaron a pronosticar profundas divisiones y bloqueos en el naciente gabinete, según expresaron a Prensa Latina personas de distintos estratos.
A su vez, el ex - primer ministro Najib Mikati dijo que la fuerte división política que está sufriendo el país "ha sido renovada con la nueva composición del gabinete" porque "encarna dentro de su estructura cierto poder capaz de suspender su trabajo en cualquier momento".
En referencia a la fuerza de la Resistencia (Hizbulah, Amal y sus aliados cristianos CPL y Marada), Mikati alertó que el colapso del ejecutivo es una posibilidad en medio de las múltiples opiniones políticas divergentes sobre la situación en la región, particularmente de Siria.
Hizbulah hizo caer el 12 de enero de 2011 el gobierno que Hariri formó en noviembre de 2009 -cinco meses después de las elecciones legislativas- tras la inacción del primer ministro ante la imputación a miembros de la Resistencia sospechosos del asesinato de su padre, en febrero de 2005.
La formación Kataeb rechazó incorporarse a ese gobierno con lo que consideró un "puesto irrelevante", pues se le ofreció contar con apenas un ministro de Estado (sin cartera), algo que según su líder, Sami Gemayel, fue una forma de "excluirlo del gabinete".
"Este gobierno no se asemeja a nosotros, y no nos vemos como parte del mismo, nos uniremos a la oposición", expresó hoy Gemayel al considerar que el gabinete "es propiedad del bloque 8 de Marzo (que lidera Hizbulah) y está diseñado para servir a su agenda".
Según el joven político, no renunciarán a su constante búsqueda de un asiento ministerial, pero rechazaron "ser falso testigo de un gobierno no consensuado", de ahí que actuarán como oposición y ya piensan en las próximas elecciones legislativas, previsiblemente a realizarse en junio de 2017.
Lastrados por 15 años de cruenta guerra civil (1975-1990) y al parecer resignados a que en política su felicidad nunca sea coCPLeta, los libaneses ya empezaron a pronosticar profundas divisiones y bloqueos en el naciente gabinete, según expresaron a Prensa Latina personas de distintos estratos.
A su vez, el ex - primer ministro Najib Mikati dijo que la fuerte división política que está sufriendo el país "ha sido renovada con la nueva composición del gabinete" porque "encarna dentro de su estructura cierto poder capaz de suspender su trabajo en cualquier momento".
En referencia a la fuerza de la Resistencia (Hizbulah, Amal y sus aliados cristianos CPL y Marada), Mikati alertó que el colapso del ejecutivo es una posibilidad en medio de las múltiples opiniones políticas divergentes sobre la situación en la región, particularmente de Siria.
Hizbulah hizo caer el 12 de enero de 2011 el gobierno que Hariri formó en noviembre de 2009 -cinco meses después de las elecciones legislativas- tras la inacción del primer ministro ante la imputación a miembros de la Resistencia sospechosos del asesinato de su padre, en febrero de 2005.