Estados Unidos con Trump entre amarguras y amenazas
Los estadounidenses viven el final de la presidencia de Donald Trump entre amarguras y amenazas, algo quguifos de fue denominador común durante los cuatro largos años de mandato de alguien que se consideró intocable y por encima de la ley.
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Estados Unidos con Trump entre amarguras y amenazas
En los últimos días autoridades en Estados Unidos manifiestan su preocupación por acciones de violencia que pueden desencadenar seguidores del mandamás durante y después de ser relevado del cargo por el demócrata Joe Biden el 20 de enero.
El director del FBI, Chris Wray, dijo que su oficina observa una gran cantidad de charlas en línea preocupantes sobre eventos con potencial de violencia en torno a la inauguración del presidente electo Biden la próxima semana.
"En este momento, estamos rastreando las llamadas de potenciales protestas armadas y la actividad previa a la inauguración", indico el titular del FBI sabiendo que se incuba la violencia en las múltiples protestas y mítines planeados en el Distrito Federal y en los edificios de la capital del estado en los días venideros, que podrían acercar a los individuos armados a edificios y funcionarios del gobierno.
Según un informe del diario The Hill, el FBI y el Servicio Secreto informaron a Biden el miércoles sobre las posibles amenazas a la seguridad de su toma de posesión el 20 de enero, más cuando en la revuelta del 6 de enero estuvieron presentes ex-militares y policías altamente entrenados, incluso en imágenes de esos sucesos se apreció una fila de hombres con cascos y armadura de color verde olivo que evidenció la preparación militar.
La revisión de cientos de videos y fotos de la insurrección muestra a decenas de personas mezcladas en la multitud que llevaban ropa de estilo militar, incluyendo cascos, chalecos antibalas, mochilas y radios de dos vías.
Para alarma de los estadounidenses, el FBI advierte de la posibilidad de un mayor derramamiento de sangre ante la existencia de planes de protestas armadas en las 50 capitales del país y en Washington, D.C., en las próximas semanas.
Eso acentuó las alarmas de la población, y tal vez las amarguras de Trump, pues sus índices de aprobación se desplomaron a un nuevo mínimo después del asalto al Capitolio, incluso con una dramática caída del apoyo entre los votantes de su propio partido.
Una nueva encuesta del Centro de Investigación Pew publicada el viernes encontró que sólo el 29 por ciento de los estadounidenses aprueban el trabajo que Trump está haciendo en el cargo, por lejos el índice más bajo que alcanzó durante su presidencia. Más de dos de cada tres estadounidenses, el 68 por ciento, desaprueba su manejo del trabajo.
La calificación hace de Trump uno de los presidentes menos populares de todos los tiempos, cercano al porcentaje de estadounidenses que aprobaron el desempeño del trabajo de Richard Nixon cuando renunció al cargo en desgracia. Sólo el 26 por ciento de los americanos dijeron que aprobaban el desempeño del trabajo de Nixon cuando dejó el cargo en 1974.
El declive se debe casi exclusivamente a la caída del apoyo entre los republicanos y los que se inclinan por el Partido Republicano. Sólo el 60 por ciento de esos votantes aprueban su trabajo hoy, por debajo del 77 por ciento de agosto, según estadísticas aireadas por el diario The Hill.
Pese a que aun insiste en que fue despojado de la victoria, los votantes desaprueban profundamente la forma en que autoproclamado “Cesar” romano se comportó tras las elecciones de noviembre que perdió contra Biden.
Más de seis de cada diez dicen que su comportamiento después del día de las elecciones fue pobre, y casi la mitad de los que dicen haber votado por él calificaron su comportamiento como pobre.
Diversos medios de prensa y políticos aseguran que para su pesar, los sus últimos días en la Casa Blanca son tormentosos, marcados por un escándalo inédito de un mandatario que conspira contra los propios intereses de su gobierno.
Lo ocurrido el 6 de enero avivó el rechazo a la figura del magnate que llegó a la presidencia como alguien que rompería la tradición del denominado establishment, que se repartía el poder en Washington y los últimos meses de su mandato, de por sí complicado y polémico, lo llevaron a ser considerado como un gobernante tóxico y corrupto.
Una base de datos mantenida por el diario The Washington Post, asegura que Trump hasta mediados del año 2020, hizo más de 20 mil declaraciones falsas o engañosas en apenas tres años y medio, incluidas más de 1,000 exclusivamente sobre el coronavirus, a lo que había que agregar un gran número en fecha posterior, en especial aquellas usadas para desacreditar su derrota alegando sin pruebas que le robaron las elecciones.
Algunos entendidos consideran que una parte del legado tóxico de Trump probablemente persista: la degradación de la verdad como divisa común en la vida pública.
Pero quizás el más triste y lamentable de los récords del mandatario republicano -quien se quedó con los deseos de gobernar durante un segundo mandato- es el impacto de la Covid-19 en su país.
En el plano internacional marcó también varias pautas negativas, caracterizadas por la improvisación y la influencia de sus asesores de dudosa profesionalidad.
Los récords no paran ahí, su impopularidad a nivel global resulta un hecho innegable, como lo reveló una encuesta de Pew en 13 países, publicada en noviembre de 2020, según la cual Trump es el menos confiable de los principales líderes mundiales, otro récord.