Los palestinos ven pasar otro año sin cambios
Durante otro año más los habitantes de la franja de Gaza y Cisjordania observaron cómo sus tierras son robadas a pasos acelerados para ampliar los asentamientos judíos ante la mirada displicente de la comunidad internacional.
Sin apenas cambios transcurrió la vida para los palestinos en 2021, un año marcado por las dificultades económicas derivadas de la Covid-19, la ocupación israelí y los contactos fallidos para poner fin a las diferencias internas.
Durante otro año más los habitantes de la franja de Gaza y Cisjordania observaron cómo sus tierras son robadas a pasos acelerados para ampliar los asentamientos ilegales israelíes ante la mirada desplaciente de la comunidad internacional.
Separados geográficamente, los palestinos también sufrieron por la fractura política entre el Movimiento de Resistencia Palestina (Hamas) y el gubernamental Fatah.
Pese a los contactos entre ambas partes, por mediación de Egipto, no se logró la ansiada unidad, un punto pendiente que reclama la sociedad palestina.
Tampoco ayudó la suspensión de las elecciones generales previstas para abril último, un proceso clave a fin de cerrar heridas y renovar a las autoridades tras 15 años sin comicios.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, justificó su decisión por la negativa de "Israel" a permitir votar a los habitantes de Jerusalén Oriental.
Grave crisis financiera
La pandemia de la Covid-19, los recortes de las donaciones internacionales y la decisión de "Israel" de retener impuestos que cobra en nombre de la ANP profundizaron en este año la grave crisis financiera que sufre el Gobierno palestino.
Según el ministro de Finanzas Shukri Bishara, el déficit para 2021 será de 1,7 mil millones de dólares, un 4,4 por ciento más que en el pasado año.
Aunque crecen las voces para impulsar cambios económicos, cualquier reforma debe recibir el visto bueno de Tel Aviv porque no solo controla las importaciones y exportaciones de la ANP, la moneda y otros factores clave sino también la vida en Cisjordania y la franja de Gaza.
En medio de este panorama, el ejército de ocupación israelí lanzaron una ofensiva en mayo contra el bloqueado enclave costero, donde viven dos millones de personas.
De acuerdo con datos oficiales, más de 250 palestinos murieron durante los bombardeos, que destruyeron unas mil 500 viviendas y dañaron de forma irreparable una cifra similar.
El Banco Mundial cifró en 570 millones de dólares las pérdidas económicas de esas incursiones.
Tras el cambio del gobierno israelí
Un mes después los palestinos respiraron tras el cambio de administración en Tel Aviv, luego de 12 años de gobierno ininterrumpido del ultraderechista Benjamín Netanyahu, conocido por su oposición a dialogar con la ANP.
La llegada al poder de primer ministro Naftali Bennett trajo un rayo de esperanza para reavivar las negociaciones de paz.
Más allá de su posición política, muy cercana a Netanyahu, Bennett reemplazó a su rival respaldado por una variopinta coalición, que incluyó a una formación de izquierda (Meretz) y otra árabe (Raam), ante lo cual se especuló en la posibilidad de entablar algún acercamiento con los palestinos.
Pero la máxima figura de Yamina, una agrupación próxima a los colonos, descartó de inmediato cualquier diálogo, reunirse con el liderazgo de la ANP, detener la colonización o apoyar la creación de un futuro Estado para ese pueblo.
Espoleado por los colonos y la derecha ultranacionalista, el jefe de Gobierno israelí mantuvo los planes expansionistas de sus antecesores en el cargo, pero de manera menos pública.
En ese sentido, en octubre la Autoridad de Tierras de "Israel" y el ministro de Vivienda, Zeev Elkin, anunciaron la licitación a fin de construir mil 355 nuevas casas para colonos en asentamientos ubicados en Cisjordania.
Días después se aprobó la edificación de otras tres mil 144, lo cual levantó una ola de críticas de la ONU, la Unión Europea, la Liga Árabe y numerosos países, entre ellos Estados Unidos, estrecho aliado de Tel Aviv.
A ello se suman los planes para erigir unas 10 mil unidades habitacionales en la zona del antiguo aeropuerto de Qalandia, que los israelíes llaman Atarot, en Jerusalén oriental.
Otra obra clave para aislar a la zona este de la metrópoli es la edificación de unas tres mil 400 viviendas en el llamado corredor E1, área de 12 kilómetros cuadrados ubicada entre Jerusalén oriental y la colonia judía de Ma'ale Adumim.
Según datos oficiales palestinos, "Israel" edificó más de 31 mil viviendas en las 144 colonias ubicadas en Cisjordania y la zona oriental de la urbe desde 2004, y levantó otros 139 puestos de avanzada para futuros asentamientos.
En tanto, el número de colonos creció de 415 mil hace 17 años a 660 mil en 2019, pese al rechazo de la comunidad internacional y de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.