Significado y vigencia de Bilad al-Sham
Bilad al-Sham es mucho más que una mera referencia geográfica, como desde fuera parecen creer los occidentales cada vez que equiparan lo que es una rica realidad social, cultural y política de tipo integral con el término Levante, que solo alude a una realidad física.
Este malentendido está en el centro de las cíclicas y catastróficas políticas occidentales impuestas a Bilad al-Sham e incluso más allá. También es la causa del sistemático fracaso de sus maniobras intervencionistas en lo que es mucho más que un paisaje.
Desde el tiempo de las cruzadas y uno tras otro, todos y cada uno de los intentos occidentales de dividir para conquistar han terminado con los invasores expulsados, desconcertados y durante mucho tiempo buscando las causas de sus recurrentes derrotas. Ejemplo de ello es lo que sucedió durante la primera mitad del siglo XX, cuando el complot francés y británico para desmembrar Bilad al-Sham de acuerdo a los términos secretos del acuerdo Sykes-Picot se derrumbó de manera vergonzante el 17 de abril de 1946. Aquel día se consumó la evacuación del último de los derrotados soldados franceses de lo que es el corazón de Bilad al-Sham, hoy la República Árabe Siria. Paralelamente, el otro miembro voluntario de un dúo aspirante a exterminador luchó por imponer a la región una entidad sionista que 73 años después sigue mostrándose psicológicamente insegura, mientras trata desesperadamente de hacer realidad el sueño imposible de su padre putativo británico. Palestina, el Golán sirio y el Líbano son el espejo que todos los días refleja un fiasco que jamás podrá revertir una ilusoria “normalización”.
Más recientemente, la guerra impuesta a Siria con el objetivo declarado de dividirla en cantones confesionales y étnicos, o en mini estados dependientes de potencias extranjeras, ha vuelto a fracasar. Ahora, como entonces, la razón es la misma. La principal fortaleza de Bilad al-Sham es la voluntad de su gente diversa y plural de vivir juntos, independientemente de sus distintas afiliaciones étnicas y religiosas. En definitiva, siguen adhiriéndose a lo que allí ha sido el estado natural de las cosas durante milenios, una forma de entender la vida social que define una cultura que en caso de necesidad es un impulso formidable para la resistencia y que se transforma en un imbatible escudo defensivo cuando de enfrentar a cualquier invasor se trata.
Diez años después del comienzo del complot contra la República Árabe Siria y por extensión a todo Bilad al-Sham, esta sólida y antiquísima realidad que los occidentales no ven porque sencillamente no la entienden, está mostrando todas sus posibilidades económicas y políticas. Eso por no hablar de su proyección social y cultural. Umm Kulthum, Fairouz, Sabah Fakhri, Nizar Qabbani, Mahmoud Darwish, George Wassouf o Edward Said -por mencionar solo a algunos- son las voces de una cultura que traspasa las fronteras impuestas a Bilad al-Sham, exponiendo en cada concierto, libro, ejercicio de lectura o escucha la futilidad de cualquier esfuerzo descuartizador.
La crisis energética impuesta a varios países de Oriente Medio se está resolviendo de una manera natural –Shami- y exitosa que desafía esas fronteras impuestas hace un siglo por el infame tratado Sykes-Picot. Los libaneses ya reciben petróleo iraní transportado a través del Mar de Siria hasta el puerto de Banias, en la República Árabe Siria, y desde allí al Líbano. Este último también verá muy pronto como se incrementa su suministro de gas y electricidad gracias al acuerdo que facilitará al Líbano recibir desde el Sinaí egipcio gas o gas ya transformado en electricidad a través de Jordania y Siria. De una u otra forma, todos los países involucrados han sido históricamente componentes integrales de Bilad-al Sham.
Tras la larga década de un invierno tan cruel y sangriento como impuesto, la recuperación política como actor internacional del bloque árabe está tomando forma precisamente en torno a Bilad al-Sham. La confianza y los lazos entre Siria, Egipto, Jordania, Irak y Líbano se han restablecido. Algunos países que no pertenecen a Bilad al-Sham lo han entendido y apuran la reconciliación con Siria. La política constructiva de los Emiratos Árabes Unidos muestra que Abu Dhabi entendió que cualquier intento árabe de contrarrestar el diktat occidental a la región árabe y especialmente las perniciosas políticas agresivas turcas debe basarse en Bilad-al Sham, tanto en términos geográficos como culturales. Desde el Golfo, sin embargo, otros persisten en intentar establecer una nueva arabidad en torno a una interpretación radical de una religión que creen la única posible. Para ellos esa corriente espiritual que es una entre muchas debe moldear todo, desde el gobierno al imperio de la ley, pasando por el comportamiento personal. Una ideología extremista y reduccionista exportada al resto del mundo desde el desierto situado al sur de Jordania y las tierras emplazadas al norte de las montañas Taurus.
El panarabismo de Michel Aflaq y Salah Bitar está vinculado a una identidad árabe común desarrollada en torno a las luchas políticas por la independencia y el uso del árabe como lengua de comprensión, adoptada mucho antes por la gente de Bilad al-Sham como herramienta para expresar su cultura, pensamientos y unidad social. En ese sentido, los Emiratos Árabes Unidos se ponen del lado de países como Egipto, Jordania, Irak o Argelia. Este último siempre se ha dado cuenta de que la unidad política de los estados árabes se basa en una lengua común y en un enfoque pragmático para contrarrestar un orden mundial injusto. Esa unidad solo puede ser posible si se respetan las diferencias sociales y culturales. Los emiratíes han entendido que sin Bilad al-Sham otras iniciativas convergentes no son posibles. Ese es el significado y la validez de Bilad-al Sham. Ni más ni menos.