Estrategias de la pseudo-izquierda para debilitar apoyo a Venezuela
El intelectual Ramón Grosfoguel denuncia que la pseudo-izquierda actúa como cómplice del imperialismo al publicar manifiestos en momentos estratégicos de agresión contra Venezuela.
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El sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel.
El intelectual Ramón Grosfoguel lanzó una crítica contundente contra el papel de la llamada “pseudo-izquierda latinoamericana” en los ataques contra Venezuela, al asegurar que colabora indirectamente con los intereses de Estados Unidos.
Mediante un artículo de opinión, el sociólogo respondió al reciente documento promovido por este sector con el título “Comunicado de Solidaridad y Reconocimiento a Edgardo Lander, Francisco Javier Velasco, Santiago Arconada, Emiliano Terán Mantovani y Alexandra Martínez”.
Advirtió que este tipo de documentos no son simples expresiones de crítica, sino parte de una estrategia para debilitar el respaldo de las fuerzas progresistas latinoamericanas a Venezuela, justo cuando el país enfrenta un contexto de alta tensión política.
"Su labor es socavar el apoyo a Venezuela por parte de las únicas fuerzas que naturalmente serían solidarias con el pueblo venezolano frente a una crisis de ataque imperial: las izquierdas latinoamericanas. Tiene todo el olor de trabajo de inteligencia", dijo.
Grosfoguel señaló que los “cabecillas” del reciente documento son “los mismos de siempre”, identificando entre ellos a miembros de la red de Ecología Política de CLACSO y recipientes de fondos de la Fundación Rosa Luxemburgo.
Alertó también sobre un patrón que repiten los autores intelectuales de estos comunicados: "sacar documentos para recoger firmas de la izquierda latinoamericana en momentos muy bien calculados de escalada y ataques imperiales contra Venezuela".
El sociólogo puertorriqueño enumeró cuatro momentos clave donde estos grupos han actuado como instrumentos funcionales a las operaciones de guerra híbrida impulsadas por agencias del gobierno de Estados Unidos.
Mencionó que el primer documento apareció en junio de 2017, durante las violentas guarimbas que causaron muertes civiles en Venezuela. El segundo surgió en enero de 2019, coincidiendo con el intento de golpe de Estado de Juan Guaidó.
El tercero se publicó un día después de las elecciones presidenciales de 2024, repitiendo las tesis de María Corina Machado sobre los resultados electorales, y justo cuando Washington lanzó ataques cibernéticos contra el sistema electoral venezolano y activó su maquinaria de desinformación.
Un cuarto documento apareció cuando Estados Unidos proclamó a Nicolás Maduro como líder de un “cartel de narcotráfico” y Trump autorizó a la armada a intervenir militarmente en países supuestamente “controlados por narcos”, movilizando tropas hacia aguas del mar Caribe.
Grosfoguel distinguió entre los firmantes, quienes en su mayoría “no saben el uso y la agenda que hay detrás de estos documentos”, y los autores intelectuales que sistemáticamente aprovechan “cada ocasión de ataque imperial para socavar el apoyo de las izquierdas a la Revolución bolivariana”.
"Nada más que las sanciones criminales contra los gobiernos antimperialistas son ya ataques brutales que sufren los pueblos. Pero la escalada imperial viene acompañada también de intentos de asesinato del presidente, de actos terroristas, de guerra hibrida, de fake news, de guerra cognitiva, etc", alertó.
El intelectual finalizó con una reflexión del líder cubano Fidel Castro sobre cómo identificar el lado correcto de la historia: “En nuestra lucha política el imperio tiene que estar delante de nosotros, si terminas disparando junto o al lado del imperio te has equivocado de lado de la historia”.
Sus palabras se producen en un momento de creciente tensión en la región. El presidente Nicolás Maduro ha denunciado públicamente una campaña internacional para vincularlo con el narcotráfico, calificándola como parte de una ofensiva para justificar una intervención militar.
Días después de estas acusaciones, se reportó la aprobación de un decreto secreto por parte del presidente Donald Trump, autorizando a las fuerzas armadas estadounidenses a intervenir en países supuestamente controlados por carteles.
Como parte de esta operación, tuvo lugar el despliegue de tropas en aguas al sur del Caribe, justo al norte de Venezuela. Este movimiento ha sido interpretado por analistas como una señal de escalada militar en la región, lo que refuerza las preocupaciones sobre una posible intervención directa.