Colombia: El Premio y la verdad
La Asociación Mundial de Juristas le entregó a la “democracia colombiana” el premio World Peace and Liberty Award 2021. El galardón, que por primera vez no se le concede a una persona, fue entregado en la ciudad de Barranquilla por el Rey español Felipe VI.
En el acta de entrega se explica que es “Colombia un ejemplo del éxito de la democracia no solo en América Latina sino también entre todas las naciones del mundo” y que el país tiene una “sociedad civil que honra los derechos de la libertad de expresión”.
En sus años de existencia Colombia no ha conocido la democracia, ni siquiera la liberal burguesa. Marcada por diversas guerras y violencias de distintos signos, el país no ha conocido siquiera la paz.
Solo en el año 2021, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), una ONG colombiana con reconocimiento internacional, han sido asesinados 160 líderes sociales y 44 excombatientes de la guerrilla FARC firmantes de la paz, cuyo Acuerdo ha sido torpedeado por el presidente que recogió el premio de marras.
Por si fuera poco, entre abril y junio, 80 personas perdieron la vida durante la represión de la policía contra las protestas que sacudieron el país; mientras, el ejército, en su lucha contra los grupos armados ilegales, ha bombardeado campamentos con niños en su interior.
Estas son acciones recientes, pues es conocido el terror que ha impuesto por décadas la oligarquía colombiana mediante sus estructuras represoras oficiales, paramilitares o narcotraficantes.
La violencia estructural es una constante en ese país. En lo que va de año han ocurrido, según la misma fuente, 80 masacres con 313 víctimas, muchas de ellas jóvenes y mujeres.
El Banco Mundial al parecer no tiene el mismo criterio sobre la democracia colombiana que la prestigiosa Asociación de Juristas, pues asegura en un reciente informe que el país suramericano es el segundo país más desigual de América Latina.
El oficial Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas de esa nación reconoce en un informe de abril de 2021 que la pobreza alcanza a 21 millones de colombianos, el 42,5 % de la población, y de ellos viven en pobreza extrema más de siete millones de personas.
En términos de empleo, el 48 % de los trabajadores colombianos trabajan de manera informal, lo que incrementa la desigualdad en el acceso a otros derechos como la seguridad social y la salud. En este momento, 12 de cada 100 no tienen ningún empleo.
Con los derechos a la vida, la alimentación, al empleo, la salud y a la seguridad social vulnerados, no es posible hablar de democracia.
Pero si el premio es por la permanencia de un modelo multipartidista, una supuesta división de poderes y la famosa libertad de expresión, Colombia tampoco clasificaría.
El sistema de partidos en la nación suramericana hace aguas por todos lados. La corrupción, los vínculos con el narcotráfico, la ausencia de ética y la preeminencia de intereses económicos y personales por encima de ideologías, son las características principales de la mayoría de los partidos del país. Hasta los propios políticos optan en sus carreras electorales por desmarcarse de esos conglomerados tradicionales que sobreviven por sus estructuras clientelares.
Asimismo, los entes oficiales encargados de velar por limpieza de los procesos electorales son blanco de innumerables críticas. Los casos de fraude son conocidos y la impunidad reina. El propio presidente Duque ha sido criticado por el ingreso de dinero proveniente del narcotráfico sin que se le mueva un músculo facial al sistema.
En cuanto a justicia, ese mismo Presidente que agarró sonriente el premio, ha puesto todos los obstáculos posibles para frenar la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), ente independiente nacido del proceso negociador entre la guerrilla FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos. No conforme, el mandatario se ha encargado de interferir en la justicia ordinaria y defender políticamente a su mentor Álvaro Uribe, acusado de varios delitos.
Y en cuanto a libertad de expresión, solo un par de datos. La inmensa red de medios de comunicación tradicionales (prensa escrita, radial y televisiva) y digitales está en manos de cinco grupos empresariales que tienen el control económico y político del país.
Y para colmo de males, parte de lo que aparece como prensa alternativa, es financiada por estos mismos grupos, por la USAID o por la NED, quedando en franca desventaja la voz de los excluidos.
Una curiosidad final. En el Congreso donde fue premiada la “democracia colombiana” estuvo entre los invitados el secretario general de la OEA, Luis Almagro. Su sola presencia denota el calibre político de ese evento y la probidad del premio.