En el último trimestre del 2021... fin del milagro de Erdogan
Las políticas de apertura a los países de la región bajo el lema "cero problemas con los países vecinos", que Erdogan siguió en los primeros ocho años de su gobierno (2003-2011), contribuyeron a ganar más popularidad no solo para él, sin no para su partido y Turquía, y logró grandes ganancias económicas debido a las relaciones positivas con estos países, y ayudaron a Ankara a tener buenas relaciones internacionales, especialmente con Europa, EEUU y Rusia.
Cuando Occidente promovió al Partido de la Justicia y el Desarrollo como un "partido islámico que tomó el poder de forma democrática en un país musulmán secular" de la región árabe, tenía que demostrar también los impresionantes éxitos de su "experiencia" en el desarrollo económico que convirtió a Turquía en el centro de atención de todos.
El líder de esta experiencia "islamista", Recep Tayyip Erdogan, logró una gran popularidad, no solo en la región, sino entre todos los musulmanes del mundo, quienes desean que estos éxitos del mandatario turco los vuelen a vivir los recuerdos de la Califato y el Sultanato Otomano, que gobernó grandes áreas del mundo.
Por lo tanto, las políticas de apertura a los países de la región bajo el lema "cero problemas con los países vecinos", que Erdogan siguió en los primeros ocho años de su gobierno (2003-2011), contribuyeron a ganar más popularidad no solo para él, sin no para su partido y Turquía, y logró grandes ganancias económicas debido a las relaciones positivas con estos países, y ayudaron a Ankara a tener buenas relaciones internacionales, especialmente con Europa, EE.UU. y Rusia.
Todo esto ha ido bien hasta que llegó la sangrienta primavera árabe para descubrir la intención oculta de Erdogan tras estas políticas, quien creía que era el momento adecuado para imponer su experiencia a los países de la región, especialmente después que los Hermanos Musulmanes tomaran el poder en Túnez, Egipto y Marruecos, y en parte de Yemen y Libia, mientras la vecina Siria fue el principal objetivo de Erdogan en todos sus cálculos; ideológicas, nacionales y estratégicos.
Esto representó el inicio del retroceso en el proyecto Erdogan y sus repercusiones en la realidad interna, especialmente después del fallido intento de golpe de Estado llevado a cabo por los seguidores de Fethullah Gulen (exaliado estratégico de Erdogan) el 15 de julio de 2016. Donde, Erdogan aprovechó de este intento, para cambiar el sistema político de parlamentario a presidencial, y tomó el control de todas las instituciones, instalaciones, los más importantes de los cuales fueron el ejército, inteligencia, seguridad, poder judicial, medios de comunicación e incluso el banco central.
Tras esto, Erdogan asumió la presidencia en junio de 2018, se nombró a sí mismo presidente de la junta directiva del fondo soberano y nombró a su yerno, Berat Albayrak, ministro de finanzas y tesorería y su adjunto en la junta directiva del fondo, y esto marcó el comienzo del colapso económico y financiero.
Por su parte, la oposición acusó a Erdogan de privatizar $ 70 mil millones de instituciones del sector público, incluidos aeropuertos, puertos, represas, fábricas militares, bosques y carreteras, sin que nadie supiera a dónde fueron esos miles de millones.
La oposición también demostró evidencias de involucrar Erdogan y quienes lo rodean en graves casos de corrupción por valor de decenas de miles de millones de dólares, tras la construcción de puentes, túneles y aeropuertos por parte de empresas extranjeras que llevaron a cabo sus proyectos en divisas fuertes y obtuvieron sus garantías en divisas fuertes también y durante muchos años.
Todo esto causó graves daños al tesoro turco, estimados en cientos de miles de millones de liras turcas, que ya no tienen ningún valor teórico en las transacciones extranjeras. Donde también , la oposición probó la desaparición de 128 mil millones de dólares (algunos dicen 150 mil millones) de las reservas del Banco Central, sin que haya una explicación lógica de Erdogan sobre el destino de estas sumas. Mientras, la oposición dijo que Erdogan ha gastado algunos de estos miles de millones en sus aventuras en el extranjero, especialmente en Siria, Libia y otras regiones en las que Erdogan quería promover sus ideas ideológicas, políticas e históricas, "mientras él vive en un mundo de ilusión", como expresa el líder de la oposición Kılıçdaroğlu.
En cuanto a la deuda externa, que superó los 460 mil millones de dólares, y con montos mayores de deuda interna, han confirmado el fracaso de las consignas del partido de Erdogan, donde el país sufre desde hace tres meses una crisis sin precedentes de la lira turca.
El valor de la lira se depreció en solo un mes en un treinta por ciento y esto se reflejó en los precios, que aumentaron entre 50 y 100%, un aumento que frustró los esfuerzos del gobierno por controlar la inflación, que las estadísticas indican que no será menos del 60%, y todos estos llevarían al presidente Erdogan y sus milagros económicos al final del túnel oscuro, donde no habrá soluciones por muchas razones.
Por su parte, expertos, entre ellos, el exministro de Economía y actual líder del Partido Demócrata y Progreso, Ali Babacan, culparon al presidente Erdogan de esta catástrofe económica y financiera y sus repercusiones en la sociedad turca, que vive sus días más difíciles y oscuros.
Mientras, otros, en el interior del país o en el extranjero, siguen teniendo una opinión sentimental hacia los milagros de Erdogan, ya sea por interés propio o por un consenso ideológico que no beneficiará a ninguno de ellos, ya que la verdad haya quedado completamente clara.
Sin embargo, los últimos tres meses de 2021 demostraron la fragilidad de la economía turca, también demostraron la falsedad de todos los logros alcanzados, mientras sus seguidores siguen diciendo que "la economía de Turquía es fuerte y su desarrollo es excelente. La economía turca está enfrentando a una guerra global librada por países y potencias imperialistas, coloniales, sionistas y árabes hostiles", ignorando que Erdogan está cortejando a todos estos países para ayudarlo a salvar Turquía, que será muy difícil según todos los estándares y normas, debido a que Erdogan es completamente indiferente, y "lo que le importa es mantenerse en el poder sin importar lo que le cueste", según expresa su ex primer ministro Ahmet Davutoglu.