Cinco ideas con las que Hugo Chávez se adelantó a su tiempo
Dicen que el tiempo siempre da la razón. Fidel Castro convirtió la frase en un mantra político. «La historia me absolverá», dijo. Refieren ambos casos al hecho de que con los visionarios, las ideas suelen estar adelantadas a su tiempo y muchas veces son desacreditadas, incomprendidas o no adquieren el justo valor por sus contemporáneos.
Augusto Monterroso, en su célebre decálogo, recomendaba a quienes quisieran dedicarse a la literatura lo siguiente: "No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia".
En política, puede que el consejo de Monterroso se ajuste con precisión. Considerando lo difícil que es lograr cambios sociales profundos en el corto plazo, tal parece que decides por el camino del pragmatismo, con lo cual no mucho podrá ser transformado, o te decides a soñar en grande, eso sí, preparándote para una carrera de largo aliento.
Las grandes ideas suelen dar frutos lentos y en un mundo colonizado por el vértigo y la fugaz aparición y desaparición de vínculos, imágenes, sensaciones, se suele evaluar con demasiada injusticia e impaciencia los proyectos de cambio social.
Puede que, llevado por la urgencia de hacer justicia en un país destruido por la vorágine neoliberal, el poco tiempo con que contó Hugo Chávez para gobernar con holgura haya jugado mal a las percepciones sobre sus verdaderos logros.
Chávez llegó a la presidencia de la república formalmente en 1999. Entre rediseño de Constitución, asentamiento de su horizonte ideológico, relegitimación de poderes, golpes de Estado, sabotajes petroleros, referéndum revocatorio y conspiraciones cotidianas vendría a tomar control verdadero del aparato gubernamental y político, y de su línea programática a partir de la segunda reelección en 2006.
Con una enfermedad cuya causa sigue estando en debate y que disminuyó su capacidad para gobernar a partir de 2011, diríamos que el presidente Chávez no tuvo más de cinco o seis años para hacer realidad un conjunto de líneas de pensamiento que al día de hoy lucen no solo como acertadas, sino simplemente adelantadas a su tiempo.
No por casualidad, el expresidente iraní Mahmud Ahmadineyad durante el funeral de Hugo Chávez, se refirió a él, en los siguientes términos: "Él fue una personalidad histórica y mundial (…), un movimiento humano. Chávez no es una persona física, es una cultura, es un sendero, es un plan para salvar a la humanidad".
‘Who Needs Bitcoin? Venezuela Has Its Sucre’
¿Quién necesita Bitcoin? Venezuela tiene el sucre, con dicho titular el Wall Street Journal reconocía en un artículo publicado en 2014, que la moneda impulsada por Chávez como sistema de intercambio financiero entre países como Cuba, Nicaragua y Ecuador, era una idea novedosa, alternativa y revolucionaria tal como el bitcóin.
La moneda sucre, motorizada por los entonces presidentes de Venezuela y Ecuador, y que referían al Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos, buscaba establecer una moneda distinta al dólar para el pago de mercancías.
Hugo Chávez incluso fue más lejos. Deseaba, al igual que en su momento lo hizo Muamar Gadafi para África, que la región tuviese su propia moneda única, al estilo de la experiencia del euro y así luchar contra "la dictadura del dólar".
En una declaración hecha el 30 de marzo de 2009, propuso una moneda internacional que se llamaría petro "y que estaría fundamentada en las grandes reservas de petróleo" con que contaba la nación suramericana.
Si atendemos a los últimos esfuerzos de China y Rusia para comerciar en rublos y yuanes, y con sistemas de intercambio distintos al sistema financiero Swift, así como a la concreción que hiciera el propio presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, del petro, es posible afirmar que Chávez le había tomado el pulso a su tiempo y a las tendencias que vendrían.
Unasur y CELAC: unidad, unidad, unidad o la anarquía (y Estados Unidos) nos devorará
Justo cuando atendemos que la puesta en marcha de la alianza comercial más grande del planeta, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) liderada por China, ocupa los titulares y agendas de la mayoría de tanques de pensamiento occidentales, recordamos que ya Hugo Chávez había propugnado que solo en la unión de los pueblos está la fuerza.
Inspirado por Simón Bolívar y su enfoque de integración de los pueblos latinoamericanos, durante el poco tiempo que estuvo Chávez al frente de los destinos del país suramericano, aprovechó su liderazgo y la feliz coincidencia histórica de gobiernos progresistas en la región para impulsar diversos bloques para la coordinación y desarrollo de los países latinoamericanos, sin la tutela de Estados Unidos.
Podría argumentarse que estas propuestas no son nuevas y allí está Mercosur para demostrarlo. Sin embargo, para Chávez la integración era un asunto que trascendía el aspecto de mero intercambio comercial y económico.
Así como Chávez no se quedó solo en la idea de una moneda de intercambio regional, intentó impulsar la creación del Banco del Sur y aún más, el Consejo de Defensa Suramericano, la herramienta más poderosa para enfrentar la injerencia del Pentágono en la región.
El propio Lula da Silva, años después, tal como lo afirma Monterroso que suele suceder, ha dicho que Chávez "tenía la razón" en ambas iniciativas.
En una nota del investigador Tulio Ribeiro, el posible próximo presidente de Brasil opinó lo siguiente:
Estoy convencido de que debemos crear el Banco del Sur, el Consejo de Defensa Sudamericano, crear nuevas instituciones y otros mecanismos que no dependan del Gobierno, porque es necesario, a nivel internacional, separar el rol del Estado del Gobierno.
Pretendemos fortalecer fuertemente las relaciones multilaterales que nos colocarán en una posición de independencia del mundo. Por ejemplo, el Banco del Sur. Podríamos haber creado esto y, lamentablemente, no lo hicimos, destacó Lula.
La propia arquitectura diseñada por Chávez de alianzas con China, Rusia e Irán son solo un ejemplo de un liderazgo que sabe leer las amenazas aún invisibles.
Fueron estos apoyos los que han permitido a Venezuela sortear al día de hoy, la agresión de una Casa Blanca que no entiende sino de gobiernos sumisos a sus designios.
Cambiar el sistema, no el ambiente: la prioridad de salvar el planeta y la especie humana
Mucho antes de que Vogue considerara que el huerto orgánico de Michelle Obama en la Casa Blanca era una idea "cool y de avanzada", que los techos verdes coparan la escena de los edificios de lujo en Dinamarca o Emiratos Árabes y que el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático lanzara por enésima vez su alerta sobre nuestra casi segura extinción, ya Hugo Chávez estaba alzando su voz por el planeta Tierra.
Sobre los hombros de Fidel Castro, quien en su célebre discurso en la Cumbre de Río ya se había referido a que existía "una especie en peligro de extinción: el hombre", Hugo Chávez convirtió sus políticas públicas en un alegato permanente por el respeto al planeta Tierra. Incluyó la necesidad de "salvar la especie humana", en parte fundamental de su último plan de gobierno a través de lo que llamó "el quinto objetivo histórico".
Además, y a pesar de las críticas mezquinas y francamente ignorantes de quienes lo adversaban en Venezuela, trató de avanzar en ideas como los huertos familiares, la agricultura orgánica, los techos verdes y un sinfín de nociones que no encontraron acogida en una sociedad demasiado intoxicada por la cultura del petróleo y la maquinaria de desprestigio impulsada por Estados Unidos.
Consolidar el Estado y no permitir la desintegración de la nación
Apenas dos años después de que cayera el muro de Berlín y se desintegrara la Unión Soviética, Hugo Chávez aparecía en la escena política venezolana para ponerle un freno al canto neoliberal del "fin de la historia".
Esta supuesta derrota a las utopías posibles, estaba marcada por la preeminencia del mercado y las corporaciones sobre los gobiernos, y la puesta en marcha del enfoque de balcanización de las naciones por parte del Pentágono.
Luego de que la Administración Bush y sus halcones usaran los eventos del 2001 para avanzar en el rediseño del mundo, se tuvo evidencia del plan estratégico de la maquinaria financiera y militar de Estados Unidos para la próxima década.
Con la desarticulación de naciones enteras como Irak, Afganistán, Libia y Siria quedó claro que en Washington no estaban dispuestos a tolerar gobiernos fuertes que impusieran las leyes de los países y de los pueblos, por encima de las apetencias infinitas de las multinacionales que explotan recursos minerales y energéticos.
El sistema de leyes para proteger las reservas petroleras, la reorganización del Estado para adecuarla a una Constitución más moderna y de profundo carácter social y humanista, hicieron de Chávez el enemigo público número uno de quienes ya deseaban convertir los países en puertos libres para los capitales transnacionales que no tienen patria y sí muchos deseos de servir a sus propios intereses.
Socialismo o barbarie: la capacidad de amar es infinita
Sin embargo, una de las ideas más poderosas de Hugo Chávez fue rescatar la necesidad de que el bienestar del ser humano y del resto de seres vivos que habitan el planeta, fuesen el centro de los esfuerzos políticos a escala global.
Ahora que la película No miren arriba ha tomado popularidad, es justo considerar que se trata de una fotografía bastante adecuada al drama que vive la humanidad desde que se le obligó a embarcarse en un sistema de explotación de la naturaleza que es sencillamente inviable.
La idea de los astrónomos alertando sobre el colapso inevitable y la indiferencia, burla y sarcasmo de dirigentes y de una parte de la sociedad dormida por la ingesta de contenido frívolo y descorazonado, sirve para dar cuenta de que la frase "socialismo o barbarie" sigue siendo el gran y único dilema real que deberemos transitar en las próximas décadas.
El propio Chávez con su idea de un socialismo adaptado al siglo XXI, brindaba las pistas para entender que el debate se encuentra más allá de categorías estancas e inflexibles de derecha e izquierda que tanto permearon el debate político del siglo pasado.
Se trata de poner la solidaridad y la empatía de moda y reconocer que estamos obligados a convivir en esta "contaminada y única nave espacial" que se llama planeta Tierra.
Desarrollar una forma de gobernar que enfrente y detenga a un imperio cruel y no por ello, convertirse en un despiadado más es la gran enseñanza dejada por Chávez.
Nietzsche decía que "quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti".
No obstante, Chávez tenía muy clara su naturaleza y la herramienta que le permitía seguir siendo humano. La dejó en forma de anécdota con una frase que sirve para no perderse en un mundo que tiende a querer condenarnos a lo hostil y a la desesperanza: "La capacidad de amar es infinita", nos dijo a todos y todas.
Las mentes cortas se enfocan en el corto plazo, las mentes y almas visionarias no se preparan solo para sobrellevar el día a día, sino que ponen su empeño en soñar y dejar una herencia para las próximas generaciones, solo en eso reside la verdadera cualidad de los grandes espíritus, esos que como Hugo Chávez logran hacerle frente al hoy, sin hipotecar nunca la esperanza del mañana.