Cuba sigue y vence
Las acciones comunicacionales acapararon como nunca antes las primeras líneas en los frentes. Washington se esforzó por no apagar la llama de la contrarrevolución y desprestigiar a Cuba, pero el despliegue informativo de la Revolución desnudó los planes sin dejar espacio a las dudas.
El 11 de julio de 2021 en la oficina oval de la Casa Blanca había alegría y cierta preocupación. También en Langley. En el sur de la Florida muchos cubanos hacían las maletas, mientras que otros muchos, tal vez la mayoría, se sentían angustiados, pues las noticias falsas y las reales conducían a una conclusión general: algo grande estaba pasando en la Isla, para bien o para mal.
El bloqueo económico, como nunca antes, parecía cumplir su objetivo: llevar a los cubanos a la desesperación.
El impacto económico y social de la COVID-19 se combinó con la aplicación al extremo de nuevas medidas de asfixia contra todo un pueblo. Apagones, escases de alimentos y medicinas y un pico pandémico esperado eran el caldo de cultivo ideal.
Desde hacía varias semanas se desarrollaba una intensa y progresiva campaña mediática contra el país. La intención era exacerbar los ánimos, promover el desorden y estimular la desestabilización.
Apostaban a generar episodios de violencia que justificaran eventuales acciones más duras contra Cuba.
Estaban seguros de que la “dictadura” reprimiría. La reiteración previa del concepto injerencista de “crisis humanitaria!” no daban espacio a la duda: la Revolución estaba en la mira de Washington.
Pero por enésima vez en la historia, lo que parecía el fin del socialismo isleño, se convirtió en el preludio de una nueva victoria. En menos de ocho horas el pueblo recuperó las pocas calles que los violentos y desestabilizadores lograron copar. Cientos de miles de cubanos salieron espontáneamente o tras el llamado del Presidente a recuperar la paz y la estabilidad del país. El golpe suave fue derrotado.
Se les fue el tren
A partir del 12 de julio comenzó una reflexión colectiva. En cualquier esquina, plaza, oficina se dieron intensos debates críticos. El propio presidente fue humilde en la victoria y subrayó la necesidad de identificar colectivamente los errores que alentaron a la contrarrevolución y las brechas utilizadas por Washington en sus planes. Y aunque los ataques se sucedieron, cada acción enemiga se encontró con un muro cada vez más sólido.
Las acciones comunicacionales acapararon como nunca antes las primeras líneas en los frentes. Washington se esforzó por no apagar la llama de la contrarrevolución y desprestigiar a Cuba, pero el despliegue informativo de la Revolución desnudó los planes sin dejar espacio a las dudas. La Casa Blanca perdió la iniciativa y su quinta columna fue desarticulada. Se les fue el tren, decimos los cubanos cuando alguien pierde una oportunidad. La ofensiva imperialista fue derrotada.
Acciones y reacciones
Con el paso de los días, las frustraciones y las impotencias ante el fracaso fueron visibles, más cuando Cuba consolidaba su victoria contra la pandemia y daba los primeros pasos para la recuperación económica.
Las fronteras se abrieron, los sectores productivos y de servicios reiniciaron sus faenas y las escuelas abrieron sus puertas a los únicos niños inmunizados masivamente en el mundo.
Antes de finalizar el 2021, Washington no tenía en Cuba un “líder” ni una organización seria que pudiera hacer avanzar sus planes. La derrota material y moral de sus mercenarios fue estrepitosa.
No obstante, la Casa Blanca mantiene su accionar anticubano, a pesar de estar “ocupada” en otros lares. El presidente Biden no parece interesado en dejar atrás la política hostil de su predecesor.
El bloqueo se mantiene intacto. Recientemente el Canciller de la Isla, Bruno Rodríguez, denunció la persecución y amenazas que mantiene Washington contra navieras y aseguradoras que participan en los suministros de combustibles a Cuba.
Los procesos jurídicos abiertos contra las personas involucradas en los hechos de violencia de julio de 2021 son objetos de una campaña de desinformación que busca dos objetivos esenciales: reiterar la mentira sobre violaciones de derechos humanos; y organizar una nueva base social contrarrevolucionaria con los familiares y amigos de los procesados.
Los ataques contra el Código de las Familias, proyecto de ley humanista y justo que los cubanos discuten y construyen en colectivo, está siendo atacado por sectores autodenominados religiosos con el fin de romper el consenso nacional, estimular nuevas acciones anticubanas, incentivar enfrentamientos entre el estado y la mayoría dela sociedad civil cubana con minúsculas denominaciones “religiosas”, y torpedear el referendo que dará seguramente aprobación a ese novedoso y justiciero proyecto legislativo. La meta final es mostrar a una Revolución llamada a menos y fraccionada.
Sin embargo, cualquiera que recorra las calles de la Isla podrá apreciar cómo un pueblo se empeña en construir su destino. No falta el debate, las críticas, los cuestionamientos, pero tampoco la voluntad nacional de seguir bregando en pos de un proyecto de nación que no podrá ser real ni sostenible si no es socialista.