Estados Unidos predica la moral en calzoncillos
El refranero popular se ajusta hoy a la política estadounidense en Ucrania por muchas razones. "Predicando la moral en calzoncillos", según un análisis de frases del refranero popular indicaría que Estados Unidos no tiene el bagaje o el carácter adecuado para andar predicando a otros.
La realidad es falsa y absurda para Washington cuando lo toman con las manos en la maza, ahora en el caso de sus laboratorios de armas químicas en Ucrania, estiman comentaristas internacionales.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, advirtió que es posible Rusia utilice armas químicas en Ucrania, después que una alta funcionaria estadounidense admitió en el Senado que el Pentágono financiaba y usaba laboratorios en la nación europea para "investigar los efectos de esas armas ", prohibidas por las leyes internacionales.
Según un análisis de Jeremy Scahill publicado en The Intercept el hecho de que Putin esté tratando de justificar lo injustificable en Ucrania no significa que debamos ignorar las acciones de Estados Unidos que alimentan su narrativa y que provocaron una respuesta a las provocaciones occidentales. Scahill es un periodista de investigación estadounidense.
El ataque a la población civil y a las infraestructuras es un acto atroz que pertenece a los anales de los principales crímenes de los Estados nación junto con la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en 2003. Indico el analista, pero no señala que en el mencionado hospital atacado no existían enfermos, ni médicos y enfermeras, sino efectivos del sanguinario batallón Azov que prepara escenarios con indicación de Washington para culpar a los rusos de actos de barbarie.
Muchos gobiernos del mundo denuncian las acciones de Putin. Pero cuando se trata de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, estas condenas exigen un mayor escrutinio. Aunque muchas declaraciones de los líderes occidentales pueden ser precisas en cuanto a la naturaleza de las acciones de Rusia, Estados Unidos y otras naciones de la OTAN están en una posición dudosa para adoptar una postura moralista al condenar a Rusia, otro ejemplo de "predica de moral".
El hecho de que lo hagan sin reconocer su propia hipocresía, sus acciones provocadoras y su historia de militarismo desenfrenado -en particular en el caso de Estados Unidos- es profundamente problemático, señaló el analista.
El hecho de que Putin esté tratando de justificar lo injustificable no significa que debamos ignorar las acciones de Estados Unidos que alimentan su narrativa.
En los últimos días, funcionarios de Estados Unidos y de la OTAN destacaron el uso por parte de Rusia de armas prohibidas, incluidas las municiones de racimo, y dijeron que su uso constituye una violación del derecho internacional. Esto es indiscutiblemente cierto. Lo que prácticamente no se menciona en gran parte de la información sobre este tema es que Estados Unidos, al igual que Rusia y Ucrania, se niega a firmar la Convención sobre Municiones en Racimo.
Estados Unidos uso repetidamente bombas de racimo, desde la guerra de Vietnam y los bombardeos "secretos" de Camboya. En la era moderna, tanto los presidentes Bill Clinton como George W. Bush las utilizaron. El presidente Barack Obama utilizó bombas de racimo en un ataque en Yemen en 2009 que mató a unas 55 personas, la mayoría de ellas mujeres y niños, precisó Scahil.
A pesar de la prohibición, que se concretó en 2008 y entró en vigor en 2010, Estados Unidos siguió vendiendo bombas de racimo a naciones como Arabia Saudí, que las utilizó regularmente en sus ataques en Yemen.
En 2017, el presidente Donald Trump revirtió una política interna de Estados Unidos destinada a limitar el uso de ciertos tipos de municiones de racimo, una medida que un experto de Human Rights Watch advirtió que "podría envalentonar a otros a usar municiones de racimo que han causado tanto sufrimiento humano."
Nada de esto, explicó, exonera a Rusia por su uso desmedido de bombas de racimo contra la población civil, algo no probado, pero estos hechos son claramente relevantes a la hora de evaluar la credibilidad de Estados Unidos.
Es mucho más fácil expresar la indignación por las acciones y los presuntos crímenes de un autócrata extranjero (Putin) que asumir la conducta de tu propio gobierno. Por eso, las imágenes de masas de rusos protestando en las calles es un repudio más poderoso a la guerra de Putin que la retórica de los políticos estadounidenses en las noticias por cable o las declaraciones de los funcionarios de la OTAN, indicó el investigador.
También es cierto que las leyes de la guerra y el derecho internacional deben aplicarse no sólo a los malos declarados del momento o a las partes que atacan unilateralmente a otras naciones, sino también a todas las naciones, incluida la nuestra. Putin ha enmarcado su agresión contra Ucrania en parte como una respuesta a la expansión de la OTAN, y él y otros funcionarios rusos han invocado en las últimas semanas la guerra de Kosovo de 1999 como precedente de las acciones actuales de Rusia en Ucrania, aseveró.
Para la moral estadounidense sus probados crímenes están justificados pero si Rusia presuntamente los comete es como para poner el grito en el cielo y llamar al coro de medios corporativos occidentales a despotricar, sin pruebas, contra Moscú. Es parte del guion creado con el fin de eliminar a los rusos del escenario mundial.
Plantea Scahil que a analogía más directa en la historia militar reciente de Estados Unidos con la invasión terrestre a gran escala de Putin en Ucrania es, obviamente, la guerra de Irak. Sin embargo, es importante examinar la guerra aérea de Kosovo porque pone de relieve las tácticas militares por las que Estados Unidos y la OTAN condenan ahora Rusia y ellos usaron.
Al igual que Irak, también ilustra el arraigado doble rasero que impregna la respuesta sistemáticamente hipócrita de Estados Unidos a las acciones de sus enemigos.
Pero la predica de la moral en calzoncillos de Washington se mantendrá mientras tenga el poder de confundir a la opinión pública mundial.
Un ejemplo de eso, según Scahil, es que hasta el día de hoy no se hayan rendido cuentas por los crímenes cometidos por el Pentágono en su invasión y ocupación de Irak, su guerra de 20 años en Afganistán, el programa de tortura y secuestro de la CIA posterior al 11-S, o la matanza de civiles en ataques con aviones no tripulados y otros ataques aéreos en numerosos países.
Estados Unidos ha sistematizado una máquina de autoexoneración. Y Rusia y todas las naciones de la Tierra lo saben, puntualizó el analista pero, cuidado, lo que hacen referencia a la historia de los gobiernos de Estados Unidos y la OTAN, son retratadas como traidores o apologistas de Rusia. Esta es una táctica clásica en la historia del discurso pro-guerra; se ha utilizado a lo largo de la historia de EE.UU. y fue un garrote común utilizado para atacar los puntos de vista contra la guerra después del 11 de septiembre.
Plantea al respecto Scahil que "No hay ninguna contradicción entre estar con el pueblo de Ucrania y contra la atroz invasión rusa y ser honestos sobre la hipocresía, los crímenes de guerra y el militarismo de Estados Unidos y la OTAN".
Tenemos la innegable responsabilidad moral de dar prioridad a que nuestro propio gobierno rinda cuentas de sus crímenes, porque se están cometiendo en nuestro nombre y con el dinero de nuestros impuestos. Eso no significa que debamos callar ante los (presuntos) crímenes de Rusia o de otras naciones, pero sí tenemos una responsabilidad específica por los actos de guerra cometidos por nuestras propias naciones, subrayó.
Es indefendible que Estados Unidos haya establecido el precedente de que las naciones poderosas no tienen que rendir cuentas a la Corte Penal Internacional por sus crímenes pero veamos esto como una forma de predicar la moral en calzoncillos.