Colombia votó por el cambio
Colombia dio este 13 de marzo un paso histórico. La hegemonía política que por décadas mantuvo la derecha fue quebrada en las elecciones legislativas y en las consultas interpartidistas.
La coalición de centro-izquierda Pacto Histórico, compuesta por el movimiento Colombia Humana, del candidato presidencial Gustavo Petro, los partidos Polo Democrático Alternativo, Unión Patriótica y Comunista, y varias organizaciones sociales y gremiales, obtuvo un resultado sin precedentes y se impuso al resto de las coaliciones que disputaron los curules del senado y la Cámara de Representante.
Además, en esta jornada se realizaron tres consultas interpartidistas para elegir los candidatos de igual cantidad de coaliciones. En la que Gustavo Petro disputaba su candidatura alcanzó el mayor número de votos. Con el 94 % de las boletas escrutadas, y recibió el respaldo de 4,4 millones de colombianos, a lo que se suman los votos obtenidos por sus colegas dentro de la coalición.
En total el Pacto Histórico movilizó más de 5,5 millones de coterráneos mientras que las coaliciones de centro y de la derecha conquistaron 2,1 millones y 3,8 millones de votos, respectivamente.
Para el Senado y la Cámara de representantes, sin concluir el conteo y con el 91 % y el 92 % de los votos escrutados, la coalición de izquierda aventajaba ligeramente al resto de los partidos, lo que le garantiza una bancada de más de 16 senadores y más de 25 representantes.
Se trata de un resultado histórico que pone a la izquierda, con el respaldo de seguros aliados del centro y hasta de la centro-derecha, en mejores condiciones para asegurar la gestión del gobierno de Gustavo Petro, si finalmente ganase las elecciones presidenciales en el mes de mayo.
Estos resultados mandan una fuerte señal sobre lo que puede ocurrir en los comicios presidenciales. Nunca antes sectores distintos a la derecha tradicional y sus clonaciones alcanzaron una presencia tan numerosa en el Congreso.
Resultados en contexto
Lo que acaba de ocurrir en Colombia tiene mucho que agradecer al Acuerdo de Paz firmado entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la extinta guerrilla FARC-EP, con el respaldo de Cuba, Noruega y Venezuela.
La desmovilización de la más grande estructura militar irregular del país permitió que las verdaderas causas de los problemas nacionales entraran con fuerza en el debate político.
La guerra dejó de ser el centro de atención. La lucha por la paz y contra la corrupción, el neoliberalismo y la inequidad; por la garantía de acceso a la salud, la educación y el empleo; y por la defensa del medio ambiente, se convirtieron en temas prioritarios en la agenda doméstica.
Los sectores más conservadores de la derecha se vieron descolocados en su afán por intentar reciclar la narrativa del miedo y mantener políticas de seguridad incompatibles con la democracia y la libertad.
Al mismo tiempo, comenzaron a ser develados sus vínculos con el narcotráfico y el paramilitarismo. Álvaro Uribe Vélez, con miles de asesinatos en su espalda y acusaciones por fraudes y vínculos con el paramilitarismo, perdió parte de su capital político y con él, la derecha ha quedado huérfana y sin cohesión.
La verdad sobre el conflicto armado comenzó a emerger gracias a los Acuerdos de Paz. No en balde, el gobierno de Iván Duque ha hecho todo lo posible por obstaculizar la implementación de lo pactado, con el consecuente rechazo de millones de colombianos y las críticas de la comunidad internacional y la ONU.
El actual mandatario será recordado además como el que más hizo desde las filas de la derecha por su derrota. La profundización del neoliberalismo y la COVID-19 generaron impactos socioeconómicos que alentaron las protestas sociales y el activismo de las alternativas políticas. Las manifestaciones de 2019 y 2021 y las dolorosas escenas de represión policial y paramilitar, y el asesinato a mansalva de jóvenes en las calles multiplicaron los anhelos de cambio.
La pugna apenas comienza
En medio de los cambios geopolíticos que vive el mundo, Estados Unidos observa con mucha preocupación lo que ocurre Colombia, el principal aliado militar de la zona y cómplice locuaz de los planes estadounidenses contra Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Más allá de las últimas movidas de Joe Biden con el fin de frenar la tendencia alcista de los precios de los combustibles, Estados Unidos aspira a que Colombia siga siendo un subordinado leal y útil.
Para todos los sectores de derecha resulta imprescindible iniciar negociaciones con el fin de llegar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales unidos. Aunque todos vieron disminuir su peso en el Congreso, y el uribismo dejó de ser la fuerza principal, la suma de curules les garantiza un peso capaz de disputar el poder con la izquierda. Se trata de partidos con poderío económico y maquinarias electorales y clientelares que, aunque desprestigiadas, funcionan y mueven cientos de miles de votos.
Está por ver cuál será la decisión de los políticos de la coalición de Centro y, lo más importante, cuál será la orientación de esa franja de votantes hastiada de décadas de gobiernos derechistas, corruptos, represivos y neoliberales. Los llamados en el pasado al voto en blanco de estos políticos facilitó la reelección de Álvaro Uribe en el cuerpo de Iván Duque.
Lo cierto es que Colombia hoy votó por el cambio y el candidato formal de la izquierda llegará a la primera vuelta a enfrentarse a cinco candidatos de la centro-derecha, la derecha y el uribismo con el favoritismo, no ya de las encuestas y las plazas llenas de multitudes, sino con un piso electoral de más de 5,5 millones de votos.