El "Plan Marshall" energético de Estados Unidos en Europa
Ahora, con la crisis en Ucrania, y una guerra que la Casa Blanca intenta prolongar, está en camino un plan en el sector de los hidrocarburos y el gas para presuntamente eliminar la dependencia de Europa de las importaciones de gas proveniente de Rusia. ¿Robo de mercado?
-
El “Plan Marshall” energético de Estados Unidos en Europa
Luego de la reciente visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Europa para analizar con sus “socios” de la OTAN los efectos de la crisis en Ucrania, en especial en el plano energético, no son pocos los comentarios que abordan la idea de Washington de lanzar un denominado “Plan Marshall” energético, un engendro de la Casa Blanca y sus aliados para convertir a las naciones europeas en estados clientelares y dependientes del gas estadounidense.
El Plan Marshall original —oficialmente llamado European Recovery Program (ERP)— fue una iniciativa de Estados Unidos en 1948 para “ayudar a Europa Occidental”, en la que los estadounidenses dieron ayudas económicas por valor de unos 20 000 millones de dólares de la época para la reconstrucción de aquellos países devastados tras la Segunda Guerra Mundial.
El mayor receptor de dinero del Plan Marshall fue el Reino Unido, que recibió el 26 por ciento del total, seguido de Francia con el 18 y la nueva Alemania Occidental con el 11 por ciento. En total 18 países europeos se beneficiaron de esa “iniciativa” para ayudar. Evidentemente, en esa época, los estadounidenses se erigieron en la gran potencia dominante e impusieron, abierto o encubierto, su control político de la mayoría de las naciones europeas.
El politólogo estadounidense Noam Chomsky es de los que opina que el mencionado plan creó el marco para la inversión de grandes cantidades de dinero estadounidense en Europa, estableciendo la base para las multinacionales modernas.
Ahora, con la crisis en Ucrania, y una guerra que la Casa Blanca intenta prolongar, está en camino algo parecido pero en el sector de los hidrocarburos y el gas para presuntamente eliminar la dependencia de Europa de las importaciones de gas proveniente de Rusia. ¿Robo de mercado?.
Según informes los norteños incrementarán el suministro de gas natural licuado a la Unión Europea (UE) en un 68 por ciento con 15 mil millones de metros cúbicos adicionales este año, acuerdo que suscribió Biden y la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, para reducir la dependencia de los combustibles fósiles de Rusia.
Aunque el bloque europeo, la mayoría otanista, aún no logra un consenso para una prohibición al suministro ruso de petróleo y gas, a pesar de las sanciones impuestas a Moscú, si busca alternativas para desligarse de ese mercado que hasta la fecha concentra el 40 por ciento de sus importaciones de gas.
“La cantidad pactada con la Casa Blanca sustituirá el abastecimiento de gas natural licuado que actualmente recibimos de Rusia”, señaló la presidenta de la Comisión Europea, quien consideró que este acuerdo pretende fortalecer la seguridad energética del bloque, aunque hay resquemor porque los costos se dispararan y los principales perjudicados serán los europeos de a pie.
Las ganancias para las empresas estadounidenses serán fabulosas, ya que países del llamado Viejo Continente adquirirán anualmente 50 mil millones de metros cúbicos de ese recuso de aquí al 2030. En 2021, las importaciones de gas natural licuado de EEUU a la UE se situaron en 22 mil millones de metros cúbicos, por lo que en 2022 ascenderían a 37 mil millones, y de cara a los siguientes años a 72 mil. Las cantidades entregadas por Rusia fueron de 155 mil millones a través de gasoductos. ¿Cuánto perderán las economías europeas?, es algo que está por verse.
Pero, aparentemente, todo no es color de rosa. Hay obstáculos. Según el diario The New York Times, el plan “será en gran medida simbólico, al menos a corto plazo” debido a que Estados Unidos no tiene la capacidad suficiente para exportar más y Europa tampoco cuenta con la logística para importar una cantidad significativamente mayor. Habría que ver como reaccionaran las poblaciones cuando vuelva el crudo invierno a esa región a finales de 2022.
En los últimos meses, -apuntó el Times-, los exportadores estadounidenses incrementaron la producción de las terminales que convierten el gas en un líquido para transportarlo fácilmente en grandes buques cisterna y desviaron hacia Europa envíos originalmente destinados a Asia.
La infraestructura será un problema crítico que previsiblemente se resolverá entre dos y cinco años, lo que probablemente limite el alcance del anuncio de Biden y Von der Leyen. El aumento de los precios de los combustibles para los europeos será otro problema, ya que hasta ahora adquirían en Rusia el 40 por ciento del gas utilizado, y ahora lo comprarán mucho más caro en el mercado norteamericano.
A eso súmele que Qatar uno de los mayores exportadores de gas en mundo considera que es "imposible" reemplazar a corto plazo el volumen de gas que Rusia suministra a Europa, lo que a juicio de sus autoridades tendrá consecuencias nefastas. Esa nación árabe es el primer productor de gas natural licuado del mundo y sólo el 5% de las provisiones del combustible llegan a Europa.
Ningún país puede reemplazar el volumen ni tiene la cantidad de suministro ruso a corto plazo, según fuentes que participaron en la VI Cumbre del Foro de Países Exportadores del Gas (FPEG) celebrada en Doha, lo que indica que los “de a pie” en Europa se “acordaran” mucho del plan energético de Biden.
También los ambientalistas criticaran al mandatario norteño cuando se dispare la contaminación ambiental a causa de la explotación de gas natural, proveniente de los yacimientos de esquisto desde Pensilvania hasta el suroeste., pues son altamente contaminantes.
Otro tropiezo de la iniciativa del “viejo y achacoso halcón estadounidense” es que el gas natural, a diferencia del petróleo crudo, no se puede poner fácilmente en los barcos oceánicos, primero tiene que ser enfriado en un costoso proceso en las terminales de exportación, sobre todo en la Costa del Golfo, para luego de pasar al estado líquido, ser transportado en buques cisterna especializados. Cuando los barcos llegan a su destino, el proceso se realiza a la inversa para volver a convertir el gas natural licuado en gas. Todo ese proceso de reflejaría en los bolsillos de la población, y por supuesto llenaría las arcas de las empresas petroleras de la misma forma que la ventas de armas a Ucrania marcan la bonanza del complejo militar industrial.
Según fuentes del sector petróleo una gran terminal de exportación o importación puede costar más de 1.000 millones de dólares, y la planificación, obtención de permisos y finalización de la construcción pueden llevar años por lo que posiblemente el Plan Biden o “Plan Marshall” demorará.
Mientras tanto no son pocos los gobernantes europeos que cavilan sobre el impacto de la iniciativa porque era mucho más barato importar gas por gasoducto desde Rusia. Al respecto, expertos de la Agencia Internacional de Energía estiman que los europeos tendrán que apretarse el cinturón energético en los próximos cuatro meses, aunque es difícil que Europa tape su agujero energético en menos de unos pocos años, por no hablar de la brecha aún mayor que se abrirá para los países que se niegan a autorizar los pagos en rublos.
Mientras tanto, a rio revuelto por Estados Unidos, ganancias para sus empresas, y a parte de Rusia, los más afectados serán los estados clientelistas de Washington, esos que Biden llama aliados.