Habría cometido el presidente Erdogan un error imperdonable al prohibir que los aviones rusos utilizaran el espacio aéreo turco
La decisión de Turquía de cerrar su espacio aéreo a las aeronaves militares y civiles rusas que se dirigen al norte de Siria, sorprendió a muchos de los observadores, especialmente en este momento.
La decisión de Turquía de cerrar su espacio aéreo a las aeronaves militares y civiles rusas que se dirigen al norte de Siria, sorprendió a muchos de los observadores, especialmente en este momento, y planteó muchas interrogantes sobre cuáles serían las repercusiones que esto tendría sobre las relaciones ruso-turcas; esta decisión fue anunciada por el señor Mevlüt Çavuşoğlu a los periodistas turcos que lo acompañaban en su gira Suramericana.
No se descarta que esta decisión puede haber sido fruto de un acuerdo turco-estadounidense, luego de los contactos secretos que tuvieron lugar entre el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y su homólogo estadounidense Joe Biden, con el fin de presionar a Rusia; el presidente Biden, a diferencia de su predecesor Donald Trump, cree que es difícil consolidar la seguridad regional sin la participación de Turquía y no olvidemos que Turquía sigue siendo un miembro original de la OTAN.
Existen varias explicaciones que pueden aclarar esta decisión turca, una de las cuales establece que Estados Unidos ejerció presión sobre Turquía después de que quedó claro que la gestión de Rusia de la batalla de Mariupol y de otras áreas en el sureste de Ucrania, estaban siendo administradas desde la base rusa Hmeimim en el norte de Siria, y que desde allí despegaban los aviones de combate para realizar ataques estratégicos en contra de las fuerzas ucranianas, según habían filtrado medios estadounidenses, mientras tanto otras interpretaciones señalan que el presidente Erdoğan ha logrado mejorar las relaciones de su país con Estados Unidos, aprovechando la necesidad de este último de aliados en su batalla casi perdida en Ucrania, uno de los puntos más destacados de este acuerdo sería ampliar el círculo de cooperación económica y satisfacer las necesidades de defensa de Turquía, especialmente con aviones F-35 avanzados y las baterías de misiles Patriot y THAAD (Terminal High Altitude Area Defense).
Irán se apresuró de una manera sagaz a presentar una oferta alternativa y permitir que los aviones rusos utilicen su espacio aéreo para llegar a las bases navales y aéreas del norte de Siria, es cierto que los vuelos serían más largos, pero esto es un tema menos importante si se toman en cuenta los grandes beneficios que esto supondrá para los dos países, en particular Irán, que ha logrado desarrollar sus relaciones estratégicas con el eje ruso-chino, y desde el primer día del estallido de la crisis ucraniana, ha decidido ubicarse en la trinchera rusa y no condenar la invasión de Ucrania.
El presidente Vladimir Putin perdonó al presidente Erdoğan su primer error cuando sus defensas aéreas derribaron un avión ruso “Sukhoi”, que supuestamente había violado el espacio aéreo cerca de la frontera sirio-turca por unos segundos en 2015, después de que el presidente turco se disculpara en todos los idiomas, incluido el ruso; asimismo, Putin pudo entender, e incluso fue paciente, cuando las tropas turcas ocuparon áreas en el norte de Siria, contrariamente al deseo de su aliado sirio, sin embargo, es seguro que esta decisión, o sea, la prohibición de los vuelos rusos, no sería fácil de perdonar, sobre todo si va seguida de otra decisión y es la de prohibir el paso de buques militares rusos por los estrecho del Bósforo y los Dardanelos hacia el Mediterráneo, implementando la Convención de “Montreux” sobre el paso por los Estrechos, y es muy probable que se tome esa decisión en cualquier momento, a la luz de la rápida mejora en las relaciones turco-estadounidenses.
La pérdida del presidente Erdoğan de la anuencia de Rusia podría ser muy costosa militar, política y económicamente, si sigue adelante con sus intentos de colocarse del lado estadounidense con respecto a la crisis de Ucrania, porque no podría seguir pretendiendo presentarse como un mediador “neutral” en esa crisis y ser anfitrión del esperado encuentro entre el presidente ruso y el presidente ucraniano, así como se verán frustrados sus sueños de ampliar la cooperación comercial con Rusia y alcanzar los cien millardos de dólares anuales entre los dos países, y no se descarta que se congele el acuerdo de venta de más misiles S-400 de fabricación rusa a Turquía, y lo más grave sería que Rusia decida desarrollar sus relaciones con el separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán y apoyar sus operaciones en Turquía.
La incursión de las fuerzas rusas en Ucrania es una cuestión de vida o muerte para el presidente Putin, y la actitud hacia la misma se ha convertido para él en la medida de amistad y hostilidad, y su posible respuesta a esta afrenta turca puede resumirse de la siguiente manera:
1. En el frente sirio: el presidente Putin, debido a su cuidado de
mantener buenas relaciones con Turquía, se opuso enérgicamente al
deseo de la dirigencia siria de atacar a Idlib y eliminar a los grupos
islamistas clasificados como terroristas y recuperar el control de la
provincia, así como la recuperación de las otras extensiones de
territorio bajo la ocupación de las fuerzas turcas en el norte de Siria, y
es muy probable que la postura de Rusia cambie, y se levante el
“veto” impuesto a las exigencias sirias, e incluso es muy probable que
participen las fuerzas rusas en esta incursión, brindando cobertura
aérea para la misma, lo que creará una grave crisis para Turquía,
sobre todo con la migración de más de tres millones de sirios y cientos
de miles de militantes armados y sus familias desde Idlib al territorio
turco.
2. El fortalecimiento de las relaciones ruso-iraníes, hecho que
afectaría negativamente las ambiciones regionales de Erdoğan,
especialmente en Siria y Asia Central, más si tomamos en cuenta el
factor chino, el tercer lado y el más fuerte de esta nueva alianza, así
como la incorporación de la India a la misma.
3. En el frente árabe: las ambiciones de Turquía de mejorar sus
relaciones con Arabia Saudí, Egipto y otros países árabes y del Golfo
pueden verse afectadas negativamente, ante el acercamiento de
estos países a Rusia y China, y el enfriamiento de sus relaciones con
el tradicional aliado estadounidense; vale destacar que la dirigencia
saudí aún no ha respondido a las concesiones turcas para mejorar las
relaciones, sobre todo en lo relacionado con el cierre del expediente
del asesinato de Khashoggi para siempre.
En pocas palabras, se puede decir que en los últimos meses, la brújula del presidente Erdoğan se ha caracterizado por la confusión y los cambios, y ha pasado a apostar por caballos cojos, empezando por el restablecimiento de las relaciones de manera exagerada con “Israel” y terminando por su gradual involucramiento en la crisis ucraniana, situándose en la trinchera estadounidense; esto sucede a un año de las decisivas elecciones presidenciales y legislativas que podrían desplazarlo a él junto con su gobierno del poder.
El presidente Putin pudo haber hecho de la vista gorda en relación a la venta por parte de Turquía de los drones Bayraktar a Ucrania que causaron la muerte de dos mil soldados rusos, y tal vez de mala gana se tragó su papel como mediador en la crisis, pero le resultará difícil tolerar el acelerado sesgo turco hacia la campamento del enemigo estadounidense en una guerra que probablemente se podría expandir geográficamente y prolongarse en el tiempo, así como podría convertirse en una tercera guerra mundial.
Es cierto que Turquía es una potencia regional y militarmente es fuerte, pero también es cierto que el campamento hacia el cual se desliza (el estadounidenses) se encuentra en decadencia, desgarrado por las divisiones y hasta ahora la mayoría de sus sanciones económicas contra Rusia han fracasado, y aunado a todo eso enfrenta una alianza que la integran dos grandes potencias y una tercera nuclear (India) y una cuarta en vías de convertirse en una potencia nuclear (Irán), o sea, una alianza que abarca a casi más de la mitad de la población mundial.
La apuesta del presidente Erdoğan está llena de peligros e incluso puede resultar contraproducente y se produce en el momento equivocado.
Abril 25, 2022