Goodbye baja inflación, bienvenida estanflación
El autor analiza la situación económico-financiera actual y su posible retorno a la ocurrida en los años 70, mientras señala que el Banco Mundial le ve algunas similitudes, pero piensa que es muy distinta.
A nivel mundial se habla de un retorno a los años 70 con niveles altos de inflación, asociada a los dos shocks petroleros, simultáneamente con una severa recesión en 1974 y 1975, muy relacionada con las elevadas alzas en las tasas de interés que derivó en una recesión global en 1982 y en la crisis de la deuda de las economías emergentes.
Sin embargo, para el Banco Mundial la crisis actual, si bien tiene algunas similitudes con la estanflación de los setenta, es muy distinta debido a que “la mejora de los marcos de política monetaria en las economías avanzadas y en muchas economías emergentes han fortalecido la credibilidad de los bancos centrales y han ayudado a anclar las expectativas de inflación a largo plazo”.
La realidad muestra que, en el presente año, pese a las consecutivas alzas de las tasas de interés impulsadas por los bancos centrales de los EE.UU. y el Reino Unido en los países adelantados y en economías emergentes como Turquía, Brasil, Chile y Colombia, la inflación sigue persistente y alta mostrando las limitaciones en la sola credibilidad de las autoridades monetarias, puesto que, en presencia de shocks de oferta y problemas estructurales, es muy difícil anclar las expectativas inflacionarias.
Si bien las bolsas recibieron felices el dato de inflación anualizada de EE.UU. del 7,7 por ciento a octubre junto al crecimiento del PIB en el tercer trimestre de 2,6 por ciento, el problema es que para los halcones de la Fed el objetivo es retornar a las bajas tasas de inflación de las dos décadas de estabilidad del presente siglo, en torno a un dos por ciento, como si no hubiera pasado nada a nivel de la fragmentación de la globalización, las crisis de combustibles y de los alimentos, junto a los efectos de la pandemia y de la tecnología en las condiciones del trabajo y en los salarios.
En la crisis financiera de 2008 varios economistas plantearon flexibilizar la meta de la tasa de inflación del dos por ciento, y resulta que ahora, cuando se habla de baja inflación se mencionan las tasas de Suiza y Japón con tasas del tres por ciento a octubre de 2022. Son las tasas anualizadas más bajas de los países de la OECD, las que en promedio están ya en 10,5 por ciento, cuando la tasa de dos dígitos era considerada de alta inflación, como la prevaleciente en Latinoamérica en los años ochenta. Y de yapa, se tiene el caso de Turquía que registra una tasa anualizada a octubre de este año de 85,5 por ciento, similar a la de Argentina.
De esta manera, van a tener que cambiar el standard para caracterizar una inflación baja teniendo que subirla entorno a un tres por cientoy empezar a usar el concepto de inflación moderada, extendiéndola hasta menos del 10 por ciento para poder abarcar así a las tasas anuales de varios países de la OECD. Y entonces, recién, se tendría que considerar la inflación a dos dígitos o de alta inflación, donde se encuentran la mayoría de los países del Área del euro.
El problema es que las recetas para abatir la inflación, como es la suba de las tasas de interés o la contracción del gasto público, varias veces conducen a desacelerar el crecimiento o provocar una recesión.
Así, ya apareció de la mano de la alta inflación la recesión puesto que para el FMI, Rusia ya está este año en recesión, estima que en la región Chile entrará en 2023 y prevé que países que representan más de un tercio del producto mundial se contraigan durante parte de este año o el próximo.
El Reino Unido entraría en recesión en el cuarto trimestre de este año. De esta manera, van a tener que cambiar el standard para caracterizar una inflación baja teniendo que subirla entorno a un tres por ciento y empezar a usar el concepto de inflación moderada, extendiéndola hasta menos del 10 por ciento para poder abarcar así a las tasas anuales de varios países de la OECD. Y entonces, recién, se tendría que considerar la inflación a dos dígitos o de alta inflación, donde se encuentran la mayoría de los países del área del euro.
De esta manera, mutatis mutandis con los años ochenta, tendríamos el retorno al fantasma de la estanflación, ya que Rusia registra una tasa de inflación a octubre de 12,6 por ciento y, en la región, Chile está con una tasa de 12,8 por ciento. En los países adelantados, a fines de año la entrada en recesión el Reino Unido la haría con una tasa de 10,1 por ciento de inflación mientras que el área del euro con 10,7 por ciento de inflación.
Pareciera que los bancos centrales no aprendieron la lección de la estanflación de los setentas y ochentas y siguen con la misma receta con la finalidad de volver al pasado de baja inflación, aunque algunos bancos van a tener que decir: ¡Goodbye baja inflación y bienvenida estanflación!