Ganadores y perdedores
La falta de relaciones entre ricos y pobres reduce la empatía y puede despertar la idea de un mundo sólo para los primeros, mientras los otros practican la eutanasia social.
Un estudio del MIT, el famoso Instituto Tecnológico de Massachusets, refiere que los americanos de diferentes estratos sociales cada vez interaccionan menos.
Los investigadores recogieron los datos del celular de más de un millón de personas en varias ciudades de Estados Unidos para ver la movilidad, y hallaron que las personas de menor ingreso no visitan los barrios de las personas de mayor ingreso, y viceversa. Concluyen que esto representa una caída de los niveles de interacción, entre diferentes estratos sociales, de hasta un 30 por ciento respecto a los índices anteriores a la covid-19.
Los científicos detrás del resultado están preocupados por las implicaciones de este descenso para la armonía social. No verse unos a los otros puede resultar en la pérdida de empatía mutua.
Pero si de empatía se trata, hasta un cuarto de los encuestados en Canadá considera que ser pobre, vivir a la intemperie o tener problemas siquiátricos son razones que ameritan la autorización de la eutanasia para personas que lo soliciten.
La eutanasia, en pocas palabras, es el suicidio asistido; personas que, por alguna razón, como una enfermedad terminal u otra, han decidido morir, y quieren hacerlo con asistencia médica. La práctica es legal en varios países. Uno de cada cuatro encuestados considera que, si una persona no puede cubrirse los gastos médicos, se le debe autorizar la eutanasia, si así lo solicitase.
LEA TAMBIÉN: La República Checa se está convirtiendo en un "modelo" de protestas en Europa
Pudiera parecer que la encuesta trata sobre un hipotético. No es cierto. Las leyes de ese país sobre la eutanasia son tan ambiguas que permiten se solicite por un considerable número de razones. “Basado en la definición de las leyes de Canadá, prácticamente cualquier persona con una condición médica crónica como, por ejemplo, personas discapacitadas, puede ser autorizada para eutanasia”, argumenta Alex Schadenberg, director ejecutivo de la Coalición para la Prevención de la Eutanasia.
En 2021, 10 mil canadienses murieron por eutanasia. Este año será legal en ese país que los enfermos mentales soliciten la muerte por eutanasia.
Les Leandry, de 65 años, de acuerdo con el Daily Mail, ha solicitado morir por eutanasia, no porque desee morir, sino porque no soporta la idea de vivir pobre. Ya un doctor dio su aprobación, pero necesita la aprobación de otro, de acuerdo con lo legislado.
Leandry, que está en silla de ruedas y padece de diabetes, alega que consultará un doctor tras otro, hasta hallar uno dispuesto a firmar su solicitud. Por cambios en su seguridad social, Les ahora vive en la misma línea de pobreza y está en peligro de perder su casa y verse obligado a vivir en la calle.
Hay precedentes. En 2019, Sean Tagert solicitó, y le fue concedida, la eutanasia, porque no podía costearse la asistencia médica que necesitaba, según AP. La eutanasia es ahora la sexta causa de muerte en el país.
De acuerdo con el reporte anual del U.S. News and World Report, Canadá es el tercer país con mejor nivel de vida del mundo, y el 15 en el índice global de felicidad, reportado por las Naciones Unidas. Ya vimos que hasta un cuarto de los encuestados aprueban la eutanasia por pobreza, según Reserach co., una cifra que llega hasta el 41 % de aprobación entre los menores de 34 años.
La cosa no queda en Canadá. De acuerdo con Evolution News, la legislación de Estados Unidos permite la misma laxitud que la de su vecino más al norte. De hecho, argumenta, en muchos casos los doctores que autorizan el procedimiento no han tratado al paciente, y solo lo conocieron brevemente para determinar su eligibilidad para la muerte asistida. Refiere la publicación que, incluso, la eutanasia puede ser solicitada por un intercambio a través de una aplicación digital, es decir, de un chat.
Es difícil, en las sociedades regidas por el concepto de “ganadores” y “ perdedores”, sobrevivir como perdedor. Si le agregamos el sistemático aislamiento de los estratos sociales con la consiguiente erosión de la empatía social, como refleja el estudio del MIT, tenemos los ingredientes de sociedades “felices” cuya enajenación los lleva a considerar la eutanasia como salida a los problemas estructurales de su sociedad. Solo los “ganadores” merecen vivir.
En las primeras décadas del siglo XX, Max Henríquez Ureña, intelectual dominicano radicado entonces en Cuba, describía en la sociedad cubana de la época “la admiración de ciertos grupos sociales por el hombre práctico, suerte de fetiche cuyo ejemplo se esgrimía para oponerlo al de los que cuidaban más de su propia cultura que de tener éxito material en la vida. En Cuba, (…) no escaseaban los que hacían un elogio desmedido del hombre práctico, cuyo arquetipo podía encontrarse en los selfmade-men, creadores de empresas y constructores de riquezas de Estados Unidos”.
Y he aquí que, en el mismo inicio de la república neocolonial burguesa, el sentido de éxito para la burguesía cubana y sus secuaces sociales quedaba, en el plano ideológico, supeditado a la idea del colonizador yanqui, según lo cual los individuos se califican en dos bandos: los “ganadores” y los “perdedores”.
Para los “ganadores” –los ejemplos sobran– los “perdedores” no merecían mayor respeto ni derechos, salvo el de ser esquilmados. Es decir, todos éramos cubanos, pero algunos cubanos eran triunfadores y otros, la mayoría, perdedores.
LEA TAMBIÉN: Algunas lecciones de la experiencia cubana ante el Bloqueo
No olvidemos la historia, y no dejemos de mirar a nuestro entorno geográfico, incluso al de nuestros vecinos “felices”, para que no nos pasen gato por liebre, ahora que algunos desentierran como una novedad la idea del “cubano de éxito”.
Tampoco nos dejemos llevar por aquello de que se trata de que algunos prosperen, y los demás esperen a que esa prosperidad los moje. No vaya a ser que los “prósperos” de pronto quieran que los demás hallemos la solución en solicitar la eutanasia social.
Aquí se hizo una Revolución para acabar con eso.