¿Se desvanecen las posibilidades de paz en Yemen?
El autor del artículo publicado en Al Mayadeen analiza los movimientos de tropas de Estados Unidos, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos para confirmar un hecho: la coalición no quiere la paz, y aprovecha el tiempo y la moderación mostrada por Saná durante la fase de desescalada para reforzar sus posiciones.
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¡Se desvanecen las posibilidades de paz en Yemen?
La guerra en Yemen, en sus diversas formas, no disminuyó durante la fase de desescalada. Las recientes medidas tomadas por los países agresores no sirven a la paz y no inspiran un deseo por ella, ya que son medidas de guerra y nada más, comenzando con el bloqueo de unos cuarenta canales nacionales yemeníes de YouTube; o Arabia Saudita fortaleciendo a sus mercenarios con 1,2 mil millones de dólares y obstruyendo el archivo salarial.
Antes de eso, podemos mencionar una reducción de los vuelos al aeropuerto de Sanaa, la complejidad del archivo de prisioneros y la carrera militar, actuando en nombre de Arabia Saudita y los Emiratos, hacia Bab al-Mandab, además de sospechosos movimientos estadounidenses y occidentales que complican las posibilidades de paz.
Estos hechos frustrarían paulatinamente las posibilidades de paz en Yemen, si se combinan con la complejidad de los caminos humanitarios, y la dificultad de traspasar el muro de la intransigencia de los países agresores en los expedientes del bloqueo, salarios y presos.
Parece que esto es lo que llevó a Saná recientemente a intensificar el lenguaje de las amenazas e insinuar nuevas ecuaciones militares que cambiarían las tornas de las partes en la agresión.
Amenazas de paz
En los últimos días, y en el marco de la lucha por la influencia militar emiratí-saudí sobre Bab al-Mandab, Riad empujó a las facciones leales a los directorios de Mudharaba y Ras al-Ara, que dominan Bab al-Mandab, para expulsar de allí a las facciones de los Emiratos Árabes Unidos e imponer una nueva realidad militar, mientras que Abu Dabi se desplazaba.
Sus facciones leales, encabezadas por Tariq Afash, se trasladaron a la región de Tur Al-Baha, situada al sur de la gobernación de Lahj y puerta de entrada a Adén, en un esfuerzo por controlar las costas de Ras al-Ara y Mudharaba, hasta Ras Imran cerca de Adén, para ser un amortiguador emiratí contra las facciones respaldadas por Arabia Saudita.
Paralelamente, hace una semana, aterrizó un avión militar de los EE. UU., que transportaba a varios marines y oficiales de inteligencia, acompañados por el embajador Stephen Fagin, como una especie de tapadera diplomática para la acción de la inteligencia militar de los EE. UU.
El gobernador de Lahj, Sheikh Ahmed Juraib, reveló que durante esa visita, los estadounidenses trasladaron dispositivos de escucha al Palacio Ma'ashiq, en conjunto con su movimiento de unidades militares hacia la costa yemenita.
Los movimientos estadounidenses, saudíes y emiratíes confirman un hecho: a saber, que los países de la agresión colectivamente no quieren la paz, sino que aprovechan el tiempo y la moderación mostrados por Saná durante la fase de desescalada para perpetuar la división y fragmentación de Yemen, y establecer la presencia militar y la consolidación de la hegemonía, a cambio de promesas vacías que no se cumplieron.
Nada se logrará en el plano humanitario a fortiori, a excepción de una brecha menor en el expediente de la Banca más seguro, y la entrada de un número limitado de barcos y vuelos comerciales al aeropuerto de Saná, de una manera que no alcance el nivel de necesidad humanitaria en Yemen, que ha sido sitiado y destruido durante nueve años.
Opciones de Sanaa y sus ecuaciones
A cambio de los movimientos hostiles, parece que Saná se ve obligada a imponer nuevas opciones para romper el estancamiento existente y abandonar las apuestas de la coalición de ganar más tiempo y oportunidades.
Así lo indican las declaraciones del vicecanciller Hussein Al. -Ezzi, en el sentido de que “los países agresores no pasaron del cuadrilátero de hablar de paz”. Y subrayó que “la retirada de los vuelos adicionales hacia el único destino desde el aeropuerto de Saná es un paso abominable, que refleja la falta de voluntad de la coalición de agresión para la paz y el fomento de la confianza", y su continua postergación obliga a Saná a "ir hacia otras opciones", refiriéndose a la activación de ecuaciones militares dolorosas.
Parece que el campo de las opciones militares esta vez estará en las aguas territoriales yemenitas, no solo en el Mar Rojo, sino también dentro del teatro de operaciones, que puede extenderse a la profundidad vital de Yemen en el Océano Índico, y el radio de operaciones pueden incluir las islas de Socotra, Mayon y otras.
A esto aludió el presidente Mahdi Al-Mashat durante su visita a la gobernación de Al-Mahweet, a fines del mes pasado, al decir que el gobierno tiene la intención, durante la próxima etapa, de “realizar experimentos en algunas islas, si Dios quiere, para disuadir a la agresión".
Esta amenaza fue seguida por una amenaza similar por parte del Ministro de Defensa, Mayor General Muhammad Nasser Al-Atifi, afirmando que el costo de la presencia extranjera ilegal en aguas territoriales yemenitas será "exorbitante".
"Enfrentaremos desafío con desafío, escalada con escalada, ocupación con resistencia, maniobras con aplicación práctica y paz con paz”, aseveró el ministro.
Hasta ahora, no podemos estar seguros de la opción militar, pero no está excluida si el estado de intransigencia continúa en los archivos humanitarios, y si continúa la movilización y la afluencia militar y de inteligencia extranjera en Yemen.
Estos asuntos destruirían las oportunidades restantes para la paz y empujarían las cosas hacia una nueva y dura ronda de guerra militar, que sería económicamente muy costosa para los países agresores, incluidos Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, hasta que las cosas vuelvan a la normalidad, y los yemeníes puedan restaurar sus vidas naturalmente ya través de una paz real y duradera, y justa.
La paz pasa necesariamente por acabar con todas las formas de guerra de la coalición agresora, retirar todas las fuerzas extranjeras, ocuparse de los expedientes bélicos e iniciar la búsqueda de nuevos referentes políticos que se adecuen al escenario y se acomoden a los cambios.