Los negocios de Israel y Estados Unidos con la muerte por hambre en Gaza
En Gaza el que no murió destrozado ayer puede caer hoy, muerto de hambre y sed, o baleado mientras procura alimentos puestos como carnada en las trampas de muerte creadas por "Israel" y Estados Unidos.
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Los negocios de Israel y Estados Unidos con la muerte por hambre en Gaza
Las imágenes en vivo de niñas y niños muriendo por desnutrición en Gaza me despiertan al sonar la alarma en el móvil. Hay cien mil en riesgo inminente de perder la vida por la hambruna. Cientos de bebés a punto de fallecer, carentes de leche, a quienes sus madres no pueden amamantar, por desnutrición.
Miles de hombres y mujeres con angustia de hambre en sus rostros, ancianos que apenas pueden caminar, avanzan por rutas abiertas entre los escombros en una lacerante busca de alimentos.
Esa búsqueda de algo para no "morir de hambre" se ha vuelto el arma de destrucción masiva preferida ahora por los ocupantes sionistas, en su afán de vaciar de palestinos el apetecido territorio al borde del Mediterráneo.
Una corriente estremecedora corre bajo mi piel. Hay una huella imborrable en mi cerebro. Eso lo ví antes en Líbano, entre 1978 y 1983. Durante el sitio de Beirut en 1982, en Fakhani, Chiah, Bourj al Barajne, Sabra y Chatila.
Así es ahora en Gaza, todos los días. El que no murió destrozado ayer puede caer hoy, muerto de hambre y sed, o baleado mientras procura alimentos puestos como carnada en las trampas de muerte creadas por Israel y Estados Unidos.
Ganar dinero matando de hambre
Se trata de un repugnante negocio conjunto de militares y políticos israelíes y empresarios, financistas y mercenarios veteranos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y del Pentágono. La fórmula mágica de ganar dinero y más poder matando de hambre a palestinos, bajo el manto de la ayuda humanitaria. Una formidable credencial para los negocios inmobiliarios y turísticos que Donald Trump y Benjamín Netantyahu quieren implantar en la Gaza de posguerra.
Ahora se sabe, aunque pocos se atreven a decirlo e investigar, que las cajas de raciones con el nombre y el logotipo de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) esconden un suculento banquete que se adereza en cocinas muy bien protegidas de la luz pública.
El asunto apenas asomó en un documentado informe de la voluminosa edición del diario The Washington Post del 21 de julio. Curiosamente apenas motivó un comentario. Tal vez por lo largo y enredado del asunto, o porque le aplicaron un tapabocas. ¡No se hable más!
Algunos de los implicados respondieron con un tajante "no coments".
Sin en embargo, basta leer el título para querer saber más: "Las empresas con fines de lucro detrás del plan de ayuda israelí-estadounidense sin fines de lucro para Gaza".
La controvertida operación de Estados Unidos e Israel, que ahora es el principal vehículo de distribución de alimentos dentro de Gaza, es un tema en las actuales negociaciones de alto al fuego, alertaron las autoras Karen DeYoung y Cate Brown.
"En las últimas semanas, dijeron, se ha convertido en el último escollo en las negociaciones para un alto el fuego, colocando al GHF, respaldado por Israel y Estados Unidos, en el punto de mira de las últimas conversaciones".
El asunto está claro. En marzo, Netantyahu se burló de todo el mundo y rompió el acuerdo de proseguir las negociaciones hacia un total cese del fuego. Él y sus socios necesitaban ganar tiempo y dinero -matando palestinos muertos de hambre- y ordenó el cierre de los pasos de ayuda humanitaria manejados por la ONU y organizaciones no gubernamentales, y al tiempo que empezó a provocar la hambruna puso en manos de una desconocida entidad manejada por militares de Israel y negociantes de EE. UU. la única distribuidora de alimentos.
Hay algo más increíble aún, el negocio comenzó a formarse en mayo de 2024, cuando Joe Biden, presentó un plan para terminar la guerra al que Netanyahu no hizo caso, y le fastidió su maniobra electoral.
Hamas exige el retorno al sistema de entrega de ayuda humanitaria coordinado por la ONU que funcionó en Gaza durante décadas.
Israel acusa a Hamas de haber corrompido dicho sistema. Exige un control estricto sobre la asistencia a los gazatíes, utilizando el recién creado Fondo de Ayuda Humanitaria de Gaza (FGA).
El pretexto no aguanta. Hasta The New York Times y un órgano de investigación del Pentágono revelaron la falsedad del presunto robo por Hamas de los alimentos.
Negocios sin fines de lucreo. ¿Quién financia la GHF?
Los orígenes y las operaciones de la GHF siguen siendo desconocidos.
Aún más opaco es su financiación. La fundación afirma haber recibido unos 100 millones de dólares en financiación inicial de un gobierno que se ha negado a identificar. A finales de junio, la administración Trump anunció que destinaría 30 millones de dólares a las operaciones de la GHF.
Una importante donación inicialmente esperada de los Emiratos Árabes Unidos, según documentos de planificación interna vistos por The Washington Post, no se ha materializado. El gobierno de Netanyahu, que ha estado profundamente involucrado en el programa, niega públicamente cualquier aporte.
Detrás de la fundación, que es una "organización sin fines de lucro" registrada, hay una red de individuos estadounidenses e israelíes interconectados y compañías privadas estadounidenses, incluidas las que esperan ganar dinero con los aportes de ayuda, según documentos públicos y privados revisados por The Washington Post.
Entre quienes buscan beneficiarse de los contratos vinculados a la Fundación GHF se encuentran McNally Capital, una firma de capital privado con sede en Chicago, cuya filial Orbis Operations contribuyó a la creación de la fundación; y Safe Reach Solutions (SRS), el contratista principal que supervisa las operaciones de la Fundación GHF en Gaza, creada a finales del año pasado con ese fin. Esos son tres nombres claves.
SRS es propiedad de un fideicomiso con sede en Wyoming, cuyo beneficiario es McNally Capital. Otro grupo que busca ganancias es el Boston Consulting Group, a todas luces una pantalla de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE UU.
El pollo del arroz con pollo
Las dilaciones de cese del fuego han postergado una propuesta de GHF más integral —y controversial— para reubicar a los gazatíes, resumida en una presentación de 19 páginas distribuida en la Embajada de Estados Unidos en Tel Aviv en enero.
Además de la distibución de alimentos, las diapositivas incluyen planes para la construcción por parte de GHF de complejos residenciales a gran escala dentro y, posiblemente, fuera de Gaza, donde la población podría residir mientras el enclave era desmilitarizado y reconstruido.
El concepto de GHF surgió como parte de un esfuerzo mayor de un grupo de oficiales militares y empresarios israelíes y socios extranjeros para apoyar el esfuerzo bélico de Israel que comenzó a reunirse apenas inició en octubre de 2023 para planificar el futuro de Gaza, reveló el Post.
En enero de 2024, el incipiente grupo de trabajo de ayuda a Gaza solicitó el asesoramiento de Michael Vickers, exboina verde, veterano de la CIA y subsecretario de defensa para inteligencia durante la administración Obama.
Vickers formaba parte del consejo de administración de Orbis Operations, una consultora con sede en McLean, Virginia, fundada por exespecialistas en seguridad nacional, militares e inteligencia, y que McNally adquirió en 2021.
Vickers sugirió que el hombre indicado era el entonces vicepresidente de Orbis, Philip Reilly, un exoficial de operaciones de la CIA con amplia experiencia en operaciones de seguridad privada. Según la investigación del Post, Reilly se ganó rápidamente la confianza de las fuerzas israelíes y del grupo de planificación de Gaza.
En el otoño, dice el informe, se presentó un estudio de viabilidad elaborado por Silat Technologies, una subsidiaria de Orbis, que propuso la creación de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) “para entregar de manera segura ayuda humanitaria a Gaza”.
BCG, donde tanto Reilly como Vickers eran asesores principales, proyectó unos costes operativos iniciales de dos mil millones de dólares para la GHF.
A lo largo de todos los preparativos el gobierno de Netantyahu demostró que su mayor interés es mantener un control férreo de la entrada y distribución de alimentos.
GHF es cosa de Trump
En una conferencia de prensa el 9 de mayo en Tel Aviv, el embajador de Estados Unidos en Israel, Mike Huckabee, afirmó que el GHF era una "iniciativa" de Trump.
Representantes estadounidenses, incluido Aryeh Lightstone, un funcionario que ahora trabaja con el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y anteriormente sirvió como asistente de David Friedman cuando este era embajador de Estados Unidos en Israel, cortejaron a la ONU y a socios humanitarios para que se unieran al plan, reveló The Washington Post.
Pero la oposición al plan había aumentado. Naciones Unidas y la mayoría de los socios de ayuda se negaron, denunciando públicamente la propuesta como inmoral y diseñada para impulsar los planes de guerra de Israel contra Hamas, al "militarizar" la asistencia a más de un millón de civiles confinados en "zonas seguras" cada vez más reducidas, demarcadas por las fuerzas israelíes en el sur de Gaza.
Los críticos afirman que el GHF solo promueve los objetivos bélicos de Israel al proporcionar asistencia de forma selectiva e inadecuada, y al obligar a los gazatíes a arriesgar sus vidas por una caja de provisiones.
El 21 de noviembre, se registró en Jackson, Wyoming, una nueva sociedad de responsabilidad limitada, Safe Reach Solutions, y se incorporó a un fideicomiso administrado por una empresa local, Two Ocean Trust. El beneficiario del fideicomiso y de los ingresos que generara, según tres personas familiarizadas con el acuerdo, fue McNally Capital, la firma de capital privado propietaria de Orbis.
SRS, con Reilly como director ejecutivo, se convertiría posteriormente en el principal contratista de GHF.
¿Qué es McNally Capital?
Fundada en 2008 por Ward McNally, de la familia editorial Rand McNally, la firma se especializa en la adquisición de empresas aeroespaciales, de defensa y tecnología.
La primera prueba para el nuevo negocio fue instalar y operar un puesto de control vehicular -gestionado por personal de seguridad ajeno a las fuerzas israelíes- en el Corredor Netzarim, una línea divisoria entre el norte y el sur de Gaza.
Reilly subcontrató a UG Solutions, una pequeña empresa dirigida por el exboina verde Jameson Govoni. Es la que aporta a los guardianes estadounidenses que, según pudo probar Associated Press, ha disparado gases, granadas y hasta con ametralladoras, a las multitudes de palestinos que acuden a los almacenes de GHF e no busca de alimentos.
Los contratos de GHF vencen a finales de agosto, a menos que se firme primero un alto al fuego. Si cesan los combates, aún no está claro cuánta ayuda se permitirá ingresar a Gaza ni quién la distribuirá.
La catástrofe humanitaria que desencadenó Netanyahu con el uso del hambre como arma rebotó contra su régimen genocida, que ante el repudio mundial -incluso de aliados de Occidente- trata ahora de calmar con sus engañosas "treguas humanitarias".
Más de dos millones de palestinos, la mitad de ellos niñas y niños, porque es una población joven, parecen condenados a muerte de hambre en un campo de concentración que sobrepasa en maldad a los diseñados por el nazismo.
A casi cien años de distancia, esta guerra de exterminio, de despojo territorial y limpieza étnica, racial, cultural, surge como la mejor lección aprendida por el sionismo.