Entre Nasser y Nasrallah: un mismo destino y una causa que no muere
Es como si el destino quisiera conectar a estas grandes almas tanto en su partida como en su lucha. La partida de Nasrallah, el mismo día en que se fue Abdel Nasser, transmite el mensaje de que la causa que defendieron los dos hombres seguirá viva y vibrante en la conciencia de la nación.
Cuando la historia escribe las páginas de los inmortales, brillan los nombres de los héroes que llevaron la carga de su nación sobre sus hombros, aquellos que no se echaron atrás ante las heridas, ni se debilitaron ante la opresión de los enemigos.
En este contexto épico, se conmemoran dos partidas: la del líder eterno Gamal Abdel Nasser, quien formó su conciencia sobre la causa palestina entre el asedio de Faluya y la sangre de los mártires, y la del Maestro de los mártires, el Honorable Sayyed Hassan Nasrallah, líder de la resistencia libanesa, quien llevó la bandera de Palestina durante toda su vida.
Como si el destino hubiera querido reunirlos en un mismo momento, el 28 de septiembre, como si estuviera destinado a ser el día de despedida de aquellos que dedicaron sus vidas a Palestina.
Gamal Abdel Nasser, quien nació en uno de los barrios de la ciudad de Alejandría fue el resultado de un entorno impregnado de sueños de libertad y dignidad. Su padre llegó del sur de Egipto para inculcarle desde temprana edad los valores de la lucha y el orgullo.
Creció en el seno de una familia que creía en las causas del mundo árabe, lo que lo llevó a anhelar un futuro brillante para su pueblo y su nación.
Con el asedio de su unidad en 1948, se formó en él una profunda conciencia de que la causa de Palestina no es solo un conflicto regional, sino una lucha por la existencia que determina el destino de toda la nación árabe.
No abandonó este mundo hasta que agotó sus últimos esfuerzos para prevenir las masacres de septiembre negro, despidiendo al último de los líderes árabes en un intento desesperado por proteger a su pueblo palestino de las atrocidades que lo rodeaban.
Después de 54 años de aquel día funesto, falleció Sayyed Hassan Nasrallah, el líder de la resistencia que inquietó al enemigo y le hizo probar la amargura de la retirada y la derrota.
Nasrallah fue una extensión del espíritu de Abdel Nasser, ya que no vio en Palestina simplemente una causa, sino que la consideró un símbolo de resistencia y un espejo del honor árabe.
Durante toda su vida, Hassan Nasrallah no fue un líder pasajero, sino que fue la encarnación de la fuerza de voluntad, esa voluntad que convirtió su resistencia en una pesadilla que inquieta al ocupante, y que hizo de su sueño de liberar Palestina un objetivo irreversible.
Como si el destino quisiera unir a estas grandes almas en su partida así como en su lucha. La partida de Nasrallah, en el mismo día en que falleció Abdel Nasser, lleva un mensaje de que la causa por la que lucharon ambos hombres, por mucho que las fuerzas del colonialismo y la ocupación intenten sofocarla, seguirá viva y palpitante en el sentir de la nación.
Es una causa de generaciones, y una causa que no muere con la partida de los líderes, sino que se renueva y se intensifica con su sangre y sus almas.
Abdel Nasser ha partido, seguido por Nasrallah, pero el camino de la resistencia que ellos forjaron con sus propias manos seguirá siendo una antorcha brillante frente a la injusticia, hasta la liberación completa de Palestina.
En un verano triste, nos dejó Sayyed Hassan Nasrallah, líder de Hizbullah y símbolo de la resistencia libanesa, quien hizo pagar al enemigo sionista un alto precio durante casi tres décadas.
No hay duda de que su ausencia representa un gran vacío en el eje de la resistencia, pero dejó un legado eterno sobre el cual el partido seguirá construyendo.
Sayyed Hassan Nasrallah no fue solo un líder político, sino un símbolo de esperanza y resistencia, que inspira a millones en la región a levantarse contra la injusticia y la agresión. Mientras rendimos homenaje a Sayyed Hassan Nasrallah, confiamos en que Hizbullah, con sus cuadros formados a su lado, continuará su lucha hasta la liberación de Palestina.
La trayectoria de lucha
Sayyed Hassan Nasrallah creció en un entorno político y religioso que llevó las preocupaciones de la causa palestina desde su infancia. Se unió al movimiento Amal y luego a Hizbullah en sus inicios, ascendiendo en la jerarquía de liderazgo gracias a su sabiduría y astucia política.
En 1992, tras el asesinato de Sayyed Abbas al-Musawi, Nasrallah asumió el liderazgo de Hizbullah, comenzando un nuevo capítulo de lucha contra la ocupación israelí.
La primera prueba real de su liderazgo fue en 2000, cuando guió al partido en la confrontación con la ocupación israelí en el sur del Líbano.
Sayyed Nasrallah demostró que la resistencia es la única opción para el pueblo libanés en su búsqueda de liberación. La retirada de "Israel" del Líbano, por primera vez en su historia sin acuerdo o condición, fue una clara evidencia del éxito de su estrategia basada en la resistencia popular y el trabajo militar organizado.
Esta victoria no fue solo un triunfo para Hizbullah, sino un triunfo para todos los pueblos oprimidos frente a la soberbia israelí.
Más tarde vino la guerra de julio de 2006, donde Sayyed Nasrallah demostró que Hizbullah no era solo un movimiento de resistencia tradicional, sino una fuerza regional capaz de hacer frente a un "ejército" israelí respaldado por las grandes potencias. Nasrallah lideró al movimiento en esta guerra, y su aparición televisada durante el bombardeo israelí de Beirut fue una señal clara de determinación y perseverancia.
Al final, el movimiento salió victorioso a nivel estratégico, a pesar de las pérdidas humanas y materiales. La guerra demostró que la resistencia no es solo una reacción, sino una opción estratégica a largo plazo que puede derrotar la ocupación.
El apoyo continuo a Palestina
La liberación del sur del Líbano no fue el final del camino para Sayyed Hassan Nasrallah, sino una etapa en el recorrido del conflicto. La causa palestina estaba en el centro de sus preocupaciones, y vio que la liberación de Palestina solo podría lograrse a través de una resistencia integral.
En este contexto, el partido brindó un fuerte apoyo a la resistencia palestina en la Franja de Gaza, especialmente durante los ataques recurrentes lanzados por la máquina de guerra sionista contra la región.
Sayyed Nasrallah siempre consideró que la resistencia palestina es la primera línea de defensa de la nación árabe e islámica, y enfatizaba en sus discursos que Gaza no está sola en el terreno.
Proporcionó apoyo militar y de entrenamiento a la resistencia palestina, y su respaldo político y diplomático estuvo presente en todas las crisis. Sayyed Nasrallah veía en la batalla de Gaza una extensión de la lucha por la liberación del Líbano, y creía que el eje de la resistencia, desde el Líbano hasta Irán, era capaz de apoyar la causa palestina con todos los recursos disponibles.
La partida y el gran vacío
Con la partida de Sayyed Hassan Nasrallah, la resistencia enfrenta un gran desafío que consiste en la pérdida de un líder del tamaño de Nasrallah. Sin embargo, como él siempre solía repetir, no es una sola persona quien lidera la resistencia, sino que es un sistema integral que depende del liderazgo colectivo y la formación de los dirigentes.
A lo largo de cuatro décadas, Sayyed Nasrallah logró construir una organización que posee una capacidad excepcional para soportar y resistir ante los desafíos, respaldada por miembros políticos y militares que cuentan con la experiencia y la capacidad para continuar el camino.
La confianza en que la organización puede continuar la lucha no proviene solo del legado de Nasrallah, sino de la manera en que él estableció el partido. El liderazgo en Hizbullah siempre ha sido colectivo, y ha habido un gran énfasis en la formación y capacitación de los líderes jóvenes. Esto permite que la organización sea capaz de resistir y continuar, incluso en ausencia de grandes personalidades.
Hoy, mientras recordamos a Sayyed Hassan Nasrallah, no solo estamos rememorando a un líder, sino a un símbolo de dignidad y orgullo. La vida de Nasrallah fue una serie de desafíos y victorias, pero el camino de la resistencia no se detendrá con su ausencia.
Este largo camino que comenzaron los líderes y mártires como Izz al-Din al-Qassam y Gamal Abdel Nasser, y que continúa hoy a través del eje de la resistencia, seguirá iluminado por los sacrificios de hombres y mártires. Con total confianza, sabemos que quien tomó la bandera después de él continuará la marcha, hasta la liberación de toda la tierra palestina.
Así como el destino unió la partida de Gamal Abdel Nasser y Hassan Nasrallah en un mismo día, los destinos de los grandes hombres siguen ligados a los destinos de los pueblos.
Nasrallah partió como partió Abdel Nasser, pero ambos dejaron un legado que el tiempo no borrará. En su partida vemos que la causa que defendieron, la causa de Palestina, no es una cuestión pasajera o temporal. Es la causa de toda una nación, una causa que ha costado la vida de líderes y mártires, pero que también ha creado generaciones de resistentes que continúan la marcha hacia la liberación.
El vacío que dejará Hassan Nasrallah en el eje de la resistencia, aunque sea doloroso, refuerza la confianza en que esta resistencia ha sido forjada por su mano y por la de quienes le precedieron, para ser capaz de levantarse y continuar.
Los líderes se van, pero las ideas permanecen, la lucha continúa, y el espíritu de resistencia que Nasrallah ha sembrado en las almas de los miembros de su partido seguirá creciendo hasta que se complete el camino hacia la liberación.
Igual como Nasser se enfrentó al colonialismo y al sionismo, Nasrallah hoy se alza lado a lado con quienes le precedieron en la caravana de los mártires, desde Izz ad-Din al-Qassam hasta Yasser Arafat, y desde Nasser hasta todos los mártires que cayeron en el camino hacia Al Quds “Jerusalén”. Estos hombres, a pesar de su partida, están presentes en la conciencia de la nación y en cada tiro que se lanza por Palestina.
Hoy, mientras decimos adiós a Sayyed Hassan Nasrallah, despedimos su cuerpo, pero no su pensamiento ni su lucha. Su causa permanecerá viva en cada combatiente que defiende el derecho de su pueblo, y en cada líder que se aferra a los principios en los que ha creído.
El camino hacia la liberación es largo y arduo, pero está allanado con la sangre de los líderes y mártires que dedicaron sus vidas a la liberación de Al Quds “Jerusalén”.