Hizbullah después de la guerra: ¿Estrategia de ambigüedad táctica o paciencia estratégica?
El enfoque actual de Hizbullah combina ambigüedad táctica y paciencia estratégica, buscando ganar tiempo para recuperarse y prepararse para una batalla inevitable.
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Hizbullah después de la guerra: ¿Estrategia de ambigüedad táctica o paciencia estratégica?
No cabe duda de que la apertura por parte de Hizbullah de un frente de apoyo a la Franja de Gaza el 8 de octubre de 2023 le ha costado un precio muy alto.
Durante los combates en ese frente, que evolucionó de un rol de respaldo a un enfrentamiento directo tras la masacre de los mensáfonos y el asesinato del comandante Sayyed Fouad Shukr, la Resistencia de Líbano perdió un número sin precedentes de sus principales comandantes.
Entre ellos, su secretario general, Su Eminencia Sayyed Hassan Nasrallah (que Dios lo tenga en Su gloria), seguido por su sucesor, Sayyed Hashim Safi al-Din, junto con la mayoría de los miembros del Consejo Superior de la Lucha.
Aunque posteriormente fueron reemplazados por nuevos líderes, su ausencia se hizo evidente en varios momentos durante y después de la guerra.
En la etapa posterior al conflicto, ha quedado claro que Hizbullah que conocíamos a lo largo de su larga trayectoria ha cambiado.
Su peso político y militar en los frentes internos y regionales ha disminuido, especialmente tras la caída del régimen sirio anterior, considerado uno de sus aliados más importantes y la principal vía de suministro de armas provenientes de geografías más lejanas.
A esto se suman los cambios en el escenario interno libanés, donde el eje opositor a la resistencia —tanto occidental como árabe— ha logrado imponer gran parte de sus agendas, ya sea en la elección del presidente de la República o en la designación del primer ministro y la formación del nuevo gobierno.
Este cambio se ha reflejado en una serie de desarrollos durante las últimas dos semanas, destacando especialmente la prisa de Hizbullah por negar su responsabilidad en el lanzamiento de misiles contra la entidad sionista.
Hizbullah delegó en el Estado libanés la tarea de abordar las consecuencias de la agresión israelí subsiguiente, a pesar de que el enemigo —que utilizó esos misiles de origen desconocido como pretexto para atacar el Líbano, incluso alcanzando los suburbios del sur de Beirut— ha violado el acuerdo de alto el fuego más de dos mil veces desde el inicio de la tregua.
Sin embargo, Hizbullah no ha respondido, ni siquiera cuando varios de sus miembros y activistas fueron asesinados durante el período de vigencia del acuerdo, como el mártir comandante Hassan Bader y su hijo Ali, los más recientes de una larga lista.
Esta postura, inusual en la historia de Hizbullah, ha generado gran controversia y abrió la puerta a numerosas interpretaciones, tanto entre simpatizantes como detractores. Incluso ha dado pie a que sus críticos y enemigos se regodeen públicamente, expresando abiertamente lo que antes ocultaban.
Entre ellos, figuran algunos que en el pasado fueron considerados aliados de Hizbullah, tanto dentro como fuera de Líbano.
En “Israel”, embriagada por lo que considera sus logros y actuación sin freno ni restricciones, se observa la nueva situación de Hezbolá desde múltiples ángulos.
Algunos creen que atraviesa una fase de inestabilidad que lo ha llevado a replegarse y retroceder; otros opinan que las pérdidas "devastadoras" en los ámbitos político y militar lo han dejado fuera de combate, y que una mayor presión podría empujarlo a una serie de "concesiones", incluso hasta convertirlo en un movimiento débil que no representa ninguna amenaza para el Estado hebreo a corto o mediano plazo.
Por otro lado, algunos sectores israelíes, especialmente excomandantes militares, consideran que la recuperación de Hezbolá y su retorno al papel que históricamente ha desempeñado —particularmente en la confrontación con la entidad sionista y el fracaso de sus aviones para la región— es posible e incluso previsible.
Más aún, creen que esta recuperación podría darse en un tiempo récord, desafiando las expectativas de los servicios de inteligencia enemigos, que monitorean cada movimiento de Hizbullah, llegando incluso a atacar a sus elementos operativos en el terreno, especialmente en el sur del Líbano.
Sin embargo, más allá de la perspectiva israelí sobre la situación actual de Hezbolá, nosotros —basándonos en nuestro conocimiento de su doctrina ideológica, particularmente en lo que respeta a su relación con el enemigo sionista— sostenemos que esta establece claramente que la entidad sionista en Palestina es ilegítima, criminal y encarna la máxima expresión del mal en la región y el mundo.
Es considerada la punta de lanzamiento del colonialismo global, con la que no puede haber reconocimiento, diálogo o acercamiento alguno.
La única forma de lidiar con esta entidad desviada es la confrontación directa en todos los niveles, sin importar el alto costo que esto implica.
Esta doctrina, transmitida de generación en generación entre líderes, cuadros y bases de Hizbullah, y reafirmada en cada ocasión, no deja espacio para retiradas, retrocesos o claudicaciones ante el proyecto sionista en la región, lo que también se aplica a la relación con los aliados y partidarios de dicho proyecto, ya sean Estados, grupos o individuos.
Por lo tanto, podemos deducir que el enfoque actual de Hizbullah combina ambigüedad táctica y paciencia estratégica.
A través de esta dualidad, Hizbullah busca ganar tiempo para recuperarse y prepararse para una batalla que considera inevitable, especialmente ante la desmedida agresión israelí, que no parece detenerse en fronteras cercanas o lejanas.
En cuanto a la ambigüedad táctica, Hizbullah busca mantener en secreto sus movimientos actuales y futuros, especialmente en el terreno militar.
Esto incluye reubicaciones estratégicas dentro del Líbano —y quizás en otras geografías desconocidas—, así como la reconstrucción de sus capacidades combativas, tanto en equipo como en recursos humanos, afectados tras la masacre de los mensáfonos y los enfrentamientos en las aldeas fronterizas con Palestina ocupada, además de los asesinatos selectivos durante y después de la guerra.
Este objetivo ha requerido un cambio radical en su desempeño, particularmente en el ámbito mediático.
El silencio se ha convertido en una característica destacada, con comunicados escasos y declaraciones de su secretario general, Sheikh Naim Qassem, quien parece evitar los errores de medidas anteriores. Este esfuerzo busca operar lejos del alcance de los servicios de inteligencia israelíes e internacionales.
Respecto al segundo componente de su estrategia —la paciencia estratégica frente a los desarrollos internos y externos—, esta es clara y evidente, inspirándose en la conocida experiencia iraní.
En medio de un escenario regional sensible y complejo, Hezbolá opta por ignorar deliberadamente algunas pérdidas tácticas, sin responder con acciones políticas o militares inmediatas, como solía hacer en el pasado.
Entre estas pérdidas figuran los continuos ataques israelíes contra sus miembros en todo Líbano, la destrucción de infraestructuras clave —como sus plataformas de lanzamiento de misiles, su arma más importante— y los reveses políticos, como el abandono de su candidato a la presidencia libanesa, un puesto que el difunto secretario general juró defensor a toda costa.
Lo mismo ocurrió con su postura respecto al nombramiento del primer ministro.
Estas pérdidas, entre otras, no parecen urgir a Hizbullah a responder. En cambio, Hizbullah busca minimizar sus efectos negativos y trabajar en planos a largo plazo que le permitan recuperar su papel protagónico en todos los niveles.
En conclusión, la fase actual que atraviesa Hizbullah —marcada por cambios y transformaciones— es extremadamente delicada y compleja.
Exige, tanto al Hizbullah como a los demás actores del eje de la resistencia, flexibilidad para manejar las crisis derivadas de la confrontación con el eje del mal, crisis que no se limitan a una geografía específica, sino que se expanden en todas direcciones, pudiendo incluso afectar el núcleo del proyecto de resistencia en Teherán.
Si bien el costo de esta etapa puede ser alto, con pérdidas inusuales que su base de apoyo no acepta de buen grado, y aunque los cálculos detrás de esta estrategia pueden fallar en algunos aspectos —llevando a consecuencias más graves que las meramente tácticas—, el enfrentamiento actual obliga a emplear nuevas herramientas para contrarrestarlo y mitigar sus efectos, especialmente en un contexto de desequilibrio de fuerzas.