¿El país de las maravillas?: Así se vive en el Irán del que nunca te hablarán
Este es un relato de la vida en Irán contado desde la experiencia de una latinoamericana. ¿Por qué nunca te hablarán los medios occidentales de la calidad de vida de este país?
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¿El país de las maravillas?: Así se vive en el Irán del que nunca te hablarán
Es momento de pasar revista sobre algunos aspectos esenciales tratándose de lo que es el día a día en una nación bloqueada y aislada de la plataforma financiera occidental.
Más allá de cualquier especulación, las certezas llegan por tres vías: la más confiable e infalible es la espiritual; la más accesible en estos tiempos, la información y el conocimiento; y la más desaprovechada: experimentar.
¿Qué es lo primero que se busca al llegar a tu lugar de destino al viajar o migrar?
Conexión a internet para poder comunicarse. En Irán me recibe la noticia de que el servicio de internet es muy, pero muy económico: menos de cinco dólares una SimCard y con un dólar (equivalente desde que llegué a entre 80 y 100 tomanes) activo y recargo hasta dos veces un plan de 10 GB de internet (por mencionar alguno) con su respectivo plan de SMS y llamadas.
La recarga se hace necesaria no después de subir solo tres fotos a Instagram sino luego de hacer videollamadas de hasta dos horas de duración; asistir de forma ininterrumpida a una hora de clase online; subir historias y chatear en distintas redes sociales occidentales e iraníes; enviar videos de forma indiscriminada a través de WhatsApp; ver videos en YouTube y otras plataformas streaming accesibles para el momento mediante filtro (VPN); y, como ocurre, mientras escribo, usar de forma ininterrumpida Google Maps para ubicarme al salir del metro de Teherán. Con un dólar disfruté de internet durante el primer mes sin tener la necesidad de conectarme a la red Wi-Fi de ningún lugar.
Son detalles que no puedo dejar colar y vale recordar: no estoy en Chile ni en Europa y el internet funciona perfectamente de forma prácticamente gratuita incluso en sótanos, en el metro y lugares alejados, salvo contadas excepciones y/o circunstancias.
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Mientras me hago consciente de ello se detona mi memoria teórica ante lo que estoy logrando constatar. Recuerdo antes de salir de Venezuela acudir a un encuentro público entre empresarios venezolanos e iraníes que hacían parte del afianzamiento de los convenios bilaterales, entre esos, figuraba la colaboración en materia tecnológica para la instalación de fibra óptica en Venezuela. De la teoría a la práctica, ahora puedo traducir de qué tipo de conectividad se disfruta en la República islámica y se pretende replicar en la nación bolivariana mediante alianzas.
Recorro el bazar de Tajrish y dos amigos, uno venezolano y otro cubano, me describen el panorama más allá de la conectividad: los iraníes viven bien y dignamente. No les falta nada. No necesitan nada, en términos de productos esenciales, del mundo. Todos ellos son económicos y accesibles.
Han diseñado sus propias redes sociales, sus propios carros, sus propias marcas, sus propias motos, son ricos en gas y en petróleo, tienen su propio sistema financiero y ahora son parte del Brics+. Aún afectados por la inflación, muchos habitantes del norte de la capital, Teherán, tienen una casa de retiro para ir a pasar las vacaciones de año nuevo o de verano.
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En Irán se fabrica y se tiene capacidad y voluntad creativa de fabricar todo lo que consumen, pero aun así, algunos son capaces de mirar de reojo a un amigo si se compra un vehículo iraní en vez de uno extranjero, en una parcial muestra de subestimación de la producción nacional, debido a que muchos no conocen de primera mano la realidad de países que solo pueden importar y - sin hacer apología a las restricciones - es palpable que, a medida que se retiran filtros, y se abre la ventana al consumo de información del mundo occidental, se cuela el frío y algunas panaceas de “libertad” propias de la enajenación cultural.
José y Yavar me acompañan a comprar ropa para un invierno que se supone terminado, pero aún hiela los huesos, y siguiendo el hilo de este relato sobre bienes de primera necesidad, apunto que la ropa también es económica y variada en este hermético país de Asia occidental, y así como se encuentran muchos productos de países vecinos, en muchas etiquetas se puede leer en farsi o en inglés: “Made in Iran”.
Me despido de ellos y sigo pateando parte del sur, el este y el Noreste de Teherán. Conmovida y orgullosa también recuerdo que sé -off de récord- que es el único aliado de Venezuela que ha presentado, de forma concreta viable y práctica, un plan conjunto para el apoyo de ambas naciones aún con sanciones, en distintas áreas estratégicas y de impacto en la cotidianidad de sus pueblos.
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¿El país de las maravillas?: Así se vive en el Irán del que nunca te hablarán
Compro dos litros de jugo pasteurizado con 10 toman, cualquier persona puede comprar el jugo, pero poder hacerlo, no anula una devastadora realidad que no impide crecer a Irán, pero si los ha podido frenar para alcanzar todo su potencial: la devaluación de la moneda oficial, el Rial.
Pienso que, como ocurre en el metro, el ámbito económico doméstico iraní, en parte, también es una especie de fractal de Caracas, en lo que respecta a sobrevivir el ataque a su moneda y salvando medulares distancias que parten principalmente de que Venezuela tiene 12 años sancionada unilateralmente por el Departamento del Tesoro de EE.UU y acosada por quien sea que habite la Casa Blanca; mientras Irán, por su parte, fue execrado hace cuarenta años del sistema financiero internacional y, desde entonces, ha actuado en consecuencia para mantenerse firme, con sanciones o sin ellas. Mucho ha avanzado en este terreno y lleva la tarea adelantada.
Sigo buscando ropa de invierno mientras pregunto precios y hacemos continuas conversiones dólar-rial-toman. Caminamos frente a una farmacia y pienso que en Venezuela solía comprar medicinas en una farmacia iraní porque eran muy económicas y aquí se completa el círculo a esa pregunta que siempre me hacía “¡Qué barato! ¿por qué será?”, con la respuesta: en Irán los medicamentos son subsidiados, así como el servicio de salud. La regulación es cuidadosa y las medicinas deben tener el mismo precio en todas las farmacias lo que corta las manos a la especulación. Nos retiramos de la farmacia con suplementos vitamínicos (Vitamina C, Vitamina D y Citrato de Magnesio) para dos meses por un costo total de 6 dólares. En Caracas, eso representaba una renta de aproximadamente 40 dólares.
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¿El país de las maravillas?: Así se vive en el Irán del que nunca te hablarán
¿Por qué todo esto es interesante?
- Primero, porque eso no lo dicen los influencers contratados para visitar Irán y hablar sobre el uso obligatorio del hiyab.
- Segundo, porque, hay que reiterarlo, Irán está bloqueado comercialmente y sancionado financieramente desde el año 1979. Y, desde entonces, ha hecho hasta lo imposible por independizarse en todas las áreas de interés para el desarrollo del país. Que lo ha logrado no es propaganda, no es entelequia, lo puedo palpar, finalmente.
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¿El país de las maravillas?: Así se vive en el Irán del que nunca te hablarán
En medio del canje de monedas, me explican que hace seis meses el dólar estaba en 60 Toman, pero desde que Donald Trump asumió su segundo mandato se disparó la inflación en Irán, y en el momento en el que iniciaron las negociaciones en torno al programa nuclear en Omán, el valor del Rial con respecto al dólar volvió a cambiar.
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Y aquí otro paralelismo Caracas-Teherán: recuerdo que para febrero - cuando partí de Venezuela - el precio avalado por el Banco Central de Venezuela (BCV) era de 58 bolívares por dólar, existía un llamado “dólar promedio” que se situaba en 60 bolívares por dólar, y el precio de cambio paralelo e ilegal se situaba en 78 bolívares por dólar. Pero todo esto corresponde a valores disparados luego de la elección presidencial de julio de 2024, como parte de la guerra económica sin tregua, y tras un año en el que el precio se había mantenido fijo, ofreciéndole a la población una relativa sensación de estabilidad.
Regreso a la residencia, enciendo la calefacción y descargo las bolsas de compras. Saturada por el contraste de precios, se me ocurre revisar una página de noticias para ver qué se dice en la actualidad sobre la economía de este país. La agenda está tomada por la tragedia de la explosión en el puerto de Bandar Abbas, pero hurgando un poco más allá, y yendo un poco más atrás, me entero sobre la reciente destitución del ministro de finanzas de Irán debido a su pésima gestión frente a la alta tasa de inflación y la depreciación de la moneda nacional.
182 diputados votaron a favor de la destitución. Se le destituyó por su ineficacia en 10 áreas clave como la gestión del mercado de divisas extranjeras y las monedas de oro, la asignación inadecuada de divisas para bienes básicos y medicamentos, la caída del valor de la moneda nacional y la dependencia del precio de los productos esenciales respecto al tipo de cambio; el mercado de valores, el Consejo de Competencia, las zonas comerciales libres, el sistema aduanero y los servicios bancarios.
Distintas cadenas reportaron en su momento que, conforme a la Constitución iraní, la remoción del ministro entra en vigor de inmediato. Y veo entonces que así se llevan los asuntos y se actúa ante los elementos que puedan enturbiar con corrupción los asuntos de primera necesidad en Irán.
Cierro la laptop y reviso en mi bloc de notas en el celular para llevar a tierra las cifras macroeconómicas y las abstracciones a la realidad de la cotidianidad:
- Servicios esenciales (agua, luz, gas) por un costo mensual de cinco dólares y rara vez fallan.
- Transporte público: superficial (aproximadamente 2 dólares es el precio de un viaje en autobús de Teherán a la ciudad de Qom); transporte subterráneo a través de un metro que destaca por su limpieza y óptimas condiciones (cien viajes por 1 dólar); transporte superficial individual (Snap) por un costo de 2 hasta, como mucho, 3 dólares un servicio desde el sur al norte de Teherán tras un recorrido de 40 minutos tanto por distancia como por la congestión habitual en el tráfico de la capital.
- Treinta litros de gasolina por el costo de un dólar.
- ¿Soberanía alimentaria? Sí. Importan, pero también producen todo lo que consumen. La canasta alimentaria promedio para una familia de tres personas, con marcas extranjeras que tienen su versión local gracias a la ingeniería inversa, se sitúa en 30 dólares por semana o hasta menos. Y un almuerzo para cuatro personas en un restaurante puede rondar los 15 dólares.
- Medicinas y servicio de salud accesibles, de calidad y regulados.
- Educación gratuita y privada nacional e internacional y la Familia como la institución más honorable, respetada y protegida de la sociedad, por lo que el país no está sumido en una dinámica de explotación laboral.
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¿El país de las maravillas?: Así se vive en el Irán del que nunca te hablarán
Mientras cierro la nevera y reciclo las bolsas plásticas, sólo puedo dudar si escribir algo acerca del presente en un país del Sur global aislado del sistema financiero internacional y, al mismo tiempo, parece que hablo del País de las Maravillas, de una especie de Narnia, o del dibujo de las portadas de las Atalayas que reparten los misioneros Testigos de Jehová, pero realmente hablo de un estándar de calidad de vida digno y alto que -en un contexto mundial caracterizado por desahucios, migraciones forzadas a causa de precarias condiciones de vida y recesión económica mundial- pocas personas asociarían con Irán.
Dudo si hablar de un tesoro que no ha sido descubierto, pese a estar expuesto a cielo abierto, y consciente de que, gracias a la propaganda occidental, decenas, centenas, miles de centro y suramericanos desean seguir emigrando a un EE.UU que los explota y deporta como criminales, lo sean o no; o a una Europa que los asfixia entre horarios de explotación e impuestos, les usa de mano de obra barata y de esa manera los “acoge” al tiempo que los desprecia en masa, sin considerar que no solo hay un modelo de desarrollo social.
Abro una bolsa con más de 20 unidades de pan iraní que costó menos de un dólar, mientras pienso en un compañero de clase de Pakistán, quien pensaba que como hablo español soy de España, no entendía qué hacía yo acá y me contó que sueña con ir alguna vez porque “se vive mejor allá que en mi país o en Irán”.
Unto el pan con un poco de Ghormeh Sabzi que me quedó del almuerzo y asimilo: es por esto que no dejan en paz a Irán.
Tienen gas. Tienen petróleo y eso lo palpa la población, producen lo que consume, pero el estilo de vida no se centra en la productividad a ultranza sino al cuidado y respeto de la vida en familia, y aunque saben que pudieran estar mejor, lo de anti-Estados Unidos de América, -aún sin ser musulmanes- no está en discusión. Percibo que aún en el norte de Teherán, el orgullo patrio y el nacionalismo permea a la mayor parte de la sociedad
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¿El país de las maravillas?: Así se vive en el Irán del que nunca te hablarán
Miro por la ventana al horizonte sobre un sembradío de pasto para ganado muy bien cuidado que rodea el que hoy es mi hogar. Veo ondear la bandera de Irán junto a una pequeña bandera negra a propósito de la conmemoración del martirio del sexto imam (Jaffar Al Sadiq A.S), y respiro tranquilidad pese a saber que estoy sobre un barril de pólvora asechado por sectores que sí conocen esta realidad, la tergiversan, la ocultan y a la vez no paran de intentar apropiársela o hacerla explotar.