Colombia hacia la Ruta de la Seda: Rompiendo las cadenas de la hegemonía estadounidense
La condición de Beijing como principal socio comercial de la región y fuente fundamental de inversión extranjera directa (IED) otorga mayor credibilidad a su ingreso a la BRI y a su continua expansión.
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Colombia hacia la Ruta de la Seda: Rompiendo las cadenas de la hegemonía estadounidense.
La proximidad de Colombia a Washington a lo largo de los años parece haberse visto afectada, ya que el Estado sudamericano giró hacia China este mes, uniéndose formalmente a la emblemática Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). Es probable que su inclusión en el megaproyecto de desarrollo chino genere inquietud en Washington: la administración Trump no ha ocultado su intención de reducir la llamada "influencia china" en la región y se basa en un historial de intervenciones y golpes de Estado estadounidenses para consolidar la lógica de contención. Lo cierto es que Estados Unidos, que presume de supremacía en cuanto a su oferta de infraestructura y conectividad, lucha por estar a la altura de las aspiraciones emergentes de Colombia y otros estados sudamericanos.
Lo que los une es su búsqueda de una amplia autonomía y una conectividad duradera, una idea que ninguna medida de contención geopolítica estadounidense ha logrado materializar. He aquí por qué la entrada de Colombia en la BRI supone un duro golpe para los planes de contención geopolítica de la administración Trump en América Latina.
“La República Popular China presenta sus inversiones como pacíficas, pero, de hecho, muchas sirven como puntos de futuro acceso multidominio para el EPL y puntos estratégicos de estrangulamiento naval”, afirmó la general del ejército Laura Richardson, excomandante del Comando Sur.
En primer lugar, la lógica de impedir que los estados sudamericanos diversifiquen sus alianzas económicas no se sostiene. Washington no ha ocultado su intento de moldear la autonomía de los países que desean establecer vínculos económicos, de conectividad y comerciales con China.
También debe asumir que es probable que surjan nuevas oportunidades de inversión, cooperación tecnológica y desarrollo sostenible de la convergencia entre China y Colombia. Trump, quien ha visto a América Latina como una amenaza para la seguridad y ha establecido correlaciones racistas con el narcotráfico, el crimen organizado y las preocupaciones migratorias, está, en efecto, recibiendo su propia medicina al limitar la influencia estadounidense a los márgenes.
Colombia tampoco está en una situación desfavorable. A pesar de la posible interferencia estadounidense, un país como Brasil también ha logrado mantener un enfoque mesurado respecto a la BRI, ya que su atractivo reside en las ganancias genuinas de inversión y el potencial comercial interregional. El enfoque de Trump, "América Primero", socava las libertades globales en comercio y finanzas. Este enfoque dominante, reflejo de años de tendencias imperialistas y coloniales, podría tener dificultades para ganar apoyo en una región que, a lo largo de los años, ha enviado una poderosa señal a la influencia estadounidense: ¡ya basta!
El auge de foros especializados, como el Foro China-CELAC, demuestra que China sigue impulsando su proyección regional mediante canales formalizados. Beijing ha seguido impulsando su relación con países latinoamericanos, incluyendo Panamá, país que Estados Unidos intentó socavar presionando sobre la BRI. Pero la pregunta es, incluso si Estados Unidos logra sacar a Panamá de la BRI, ¿qué ha ofrecido la administración Trump en defensa de sus propias ofertas económicas?
Lo que presenciamos hoy es insuperable: Trump ha buscadooa aumentar la presión arancelaria sobre América Latina, además de su retórica denigrante y su política de contención, que ha obligado a las naciones de la región a un difícil equilibrio. Mientras China ha prometido una línea de crédito de 66 mil millones de yuanes para promover las aspiraciones de desarrollo de los estados regionales, Trump ha impulsado una agenda cortoplacista basada en políticas proteccionistas y una tendencia a mantener el nacionalismo estadounidense como eje central de su atractivo populista en su país. Este atractivo parece haber encontrado su cauce en su política exterior agresiva hacia América Latina, emblemática de la resistencia estadounidense a agrupaciones como los BRICS.
Es probable que la tensión se agrave aún más a medida que el presidente colombiano Gustavo Petro define la incorporación de su país a la Franja y la Ruta como una "redefinición de la perspectiva global de Colombia". Esa proyección internacional y las aspiraciones asociadas de servir como un país en igualdad de condiciones con el mundo podrían encontrar un fuerte apoyo en China, cuya diplomacia ha ganado considerable impulso con el Sur Global . A pesar de ser un país en desarrollo, China ha seguido promoviendo oportunidades de desarrollo internacional mediante su política de apertura de alta calidad y su impulso hacia la modernización.
Estos méritos se alcanzan a pesar del esfuerzo de Washington por debilitar a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y señalan un interés duradero en promover un crecimiento impulsado por la innovación. La posición de Beijing como principal socio comercial de la región y fuente crucial de inversión extranjera directa (IED) refuerza la credibilidad de su incorporación a la BRI y su continua expansión.
Para Trump, quien ha provocado la competencia entre Estados Unidos y China para socavar la autonomía de países a menudo en desarrollo, lo que está en juego es claro. O bien, Washington debe intensificar sus propias ofertas para igualar el progreso de China en sus propios méritos, o bien mostrar un respeto largamente merecido por países como Colombia, que ven la BRI como una forma de adquirir una posición ventajosa en el escenario mundial. "No hay ganadores en las guerras arancelarias ni en las guerras comerciales. La intimidación y la hegemonía solo conducirán al autoaislamiento", comentó recientemente el presidente chino, Xi Jinping.
“El mundo de hoy está experimentando transformaciones aceleradas nunca vistas en un siglo, con múltiples riesgos entrelazados y superpuestos”, añadió.
En este sentido, la hegemonía estadounidense debería prepararse para pruebas más críticas a medida que la región mejora sus deficiencias en política exterior.