Netanyahu discutirá con Trump cuestiones relacionadas con Irán, Siria y Hizbulah
Este 15 de febrero tendrá lugar en Washington la primera reunión de trabajo entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el presidente estadounidense, Donald Trump.
Según el sitio digital washingtoninstititute.org, pese a que la Administración Obama tenía una relación muy estrecha con la defensa del régimen israelí, la traumática tensión entre el presidente y Netanyahu sobre cuestiones claves de política dejaron su huella.
Trump ha establecido un tono diferente con Tel Aviv, insiste en rejuvenecer la relación bilateral, tanto en el contenido como en la actitud. Por tanto, esta reunión ofrece una oportunidad para demostrar un nuevo estado de ánimo más amigable y para establecer una relación sólida.
Para Netanyahu la visita es una oportunidad simbólica, pues muestra al mundo que él es un huésped muy deseado en el nuevo Washington.
A juicio de washingtoninstititute.org, Netanyahu centrará sus diálogos en cuatro cuestiones.
Lo primero, hacer cumplir el acuerdo nuclear de Irán en lugar de su desguace. Netanyahu está sin duda interesado en la comprensión de qué pasos Trump planea tomar ahora en preparación para los desafíos a largo plazo, cuando las disposiciones clave del acuerdo expiren e Irán se convierta en un estado en el umbral nuclear.
Segundo, utilizar un acuerdo con Rusia para marginar a Irán en Siria. El régimen de ocupación pretende abrir una brecha entre Moscú y Teherán en Siria, donde los dos actores externos no comparten idénticos intereses, a pesar de la continua ayuda militar de Rusia a los iraníes. Teherán está más aferrado a mantener a Bashar al Assad en el poder, por lo que eso podría ser un punto de ruptura con Moscú.
Netanyahu intenta impulsar un compromiso más sutil que limite los movimientos de Irán y Hizbulah en el sur de Siria, en particular a lo largo de los Altos del Golán. Tel Aviv expondrá otras preocupaciones tales como: la prevención de la transferencia de armamentos avanzados de Siria a Hizbulah en El Líbano y el cierre de la producción industrial militar siria financiada por Irán
El tercero, poner la cooperación clandestina entre el régimen israelí y los sunitas al descubierto. Netanyahu quiere que esa cooperación sea más abierta y es probable que busque ayuda de Trump en este sentido. Uno de sus argumentos para hacerlo es que fomentaría un enfoque regional para el proceso de paz, dando a los palestinos cobertura política para hacer concesiones que no podrían hacer en un contexto bilateral.
Cuarto, jugar hacia una sólida negociación bilateral con los palestinos en lugar de una multilateral, al menos por ahora.
De acuerdo con washingtoninstititute.org, el conflicto palestino-israelí perdió la relevancia que tenía al inicio de las administraciones norteamericanas anteriores, porque -a su juicio- los estados árabes están muy distraídos con sus propias crisis regionales. Por otro lado, el presidente Trump insiste en que quiere llegar a un gran acuerdo entre israelíes y palestinos. Sin embargo, los especialistas consideran que las probabilidades de tener éxito en un multilateral en este tema son sombrías.
También es probable que Netanyahu trate de convencer a Trump, de que el enfoque más duro de la Administración Obama hacia Israel en las cuestiones de la paz empujó a los palestinos hacia una postura más intransigente, ya que no quieren ser flanqueados por Estados Unidos.
A su vez, la actual situación de estancamiento tiene sus riesgos. La situación podría fácilmente derivar hacia una mayor radicalización y violencia, o iniciar una nueva campaña palestina hacia una solución de “una persona, un voto” en Israel y Cisjordania -un arreglo que Israel nunca podría aceptar-.
Por tanto, observan analistas que un resultado final de dos estados no puede aún ser implementado. La mejor esperanza es mantener la viabilidad del enfoque de dos estados a través de iniciativas más limitadas. Cualquier estrategia de ese tipo tendría que equilibrar políticas complejas en ambas partes del libro de cuentas.
Del lado palestino, el presidente Mahmud Abbas tiene ochenta y un años y no tiene identificado un sucesor, por lo que su pueblo está en la cúspide de una nebulosa política de sucesión. Y en Tel Aviv, Netanyahu es uno de los únicos miembros de su coalición de gobierno que apoya públicamente una solución de dos estados. De hecho, su coalición acaba de aprobar una ley que permitiría a los colonos israelíes de Cisjordania obligar a los palestinos a ceder sus tierras en ciertos casos para una indemnización no deseada.
No obstante, después que el rey Abdallah de Jordania se reuniera con Trump recientemente, los rivales de derecha de Netanyahu fueron tomados por sorpresa por una declaración de la Casa Blanca que sugiere que los nuevos asentamientos israelíes no contribuyen a la paz. Esto podría haber agradado a Netanyahu, que favorece silenciosamente una política más diferenciada sobre los asentamientos con el fin de evitar que la construcción se expanda a áreas que podrían cambiar la situación actual de Israel/Cisjordania en una realidad de un estado de facto.
La política de la Administración Obama de oponerse a toda nueva construcción de asentamientos proporcionó un ancla de ese tipo para Netanyahu, que le permitió mantener a sus rivales de derecha bajo control. Si Trump abandona eso en su totalidad a la oposición; Netanyahu estará bajo más presión para expandir los asentamientos.
Uno de los mecanismos que podrían ayudar a Netanyahu a este respecto es la carta de 2004 que el presidente George W. Bush envió al primer ministro, Ariel Sharon, en el contexto de la planeada retirada israelí de Gaza. En esencia, la carta diferenciaba entre los asentamientos, reconociendo que una gran mayoría de los colonos viven en grandes bloques ubicados principalmente dentro de la barrera de seguridad en Cisjordania, mientras que una gran mayoría de los palestinos viven fuera de estas áreas.
De cara al futuro -apunta washingtoninstititute.org-, Washington y Tel Aviv podrían ponerse de acuerdo de manera similar en un enfoque diferenciado de los asentamientos con el fin de comenzar a dar forma a los contornos demográficos y geográficos de una solución de dos estados. Esto requeriría que el régimen sionista restrinja la construcción para seleccionar las áreas dentro de la barrera de seguridad que comprenden aproximadamente el ocho por ciento de Cisjordania, mientras que haría un compromiso muy claro no construir fuera de la barrera.
Washington también podría alentar a los ocupantes israelíes a permitir una mayor gobernabilidad palestina y proyectos económicos en segmentos definidos de la zona C, una zona escasamente poblada que comprende el 60 por ciento de Cisjordania, pero permanece bajo el control del régimen israelí. Tales concesiones requerirían una seria cobertura diplomática estadounidense.
Los dos líderes están determinados a discutir la idea de trasladar la embajada de EE.UU. de Tel Aviv. Si se le pregunta, es probable que Netanyahu afirme que mover la embajada a Jerusalén occidental no equivale a prejuzgar el estatus de Jerusalén oriental, que Tel Aviv se ha comprometido a negociar con los palestinos. En entrevistas recientes, Trump ha indicado que Estados Unidos no va a hablar públicamente de este tema en este momento.
Sin lugar a dudas, es probable que ninguno de los dos líderes promueva un acuerdo concreto sobre estas cuestiones durante este primer encuentro. Más bien, su amplia discusión de temas claves, será probablemente fundamental, sentando las bases para las decisiones que tendrán que hacerse en los meses siguientes.
Trump ha establecido un tono diferente con Tel Aviv, insiste en rejuvenecer la relación bilateral, tanto en el contenido como en la actitud. Por tanto, esta reunión ofrece una oportunidad para demostrar un nuevo estado de ánimo más amigable y para establecer una relación sólida.
Para Netanyahu la visita es una oportunidad simbólica, pues muestra al mundo que él es un huésped muy deseado en el nuevo Washington.
A juicio de washingtoninstititute.org, Netanyahu centrará sus diálogos en cuatro cuestiones.
Lo primero, hacer cumplir el acuerdo nuclear de Irán en lugar de su desguace. Netanyahu está sin duda interesado en la comprensión de qué pasos Trump planea tomar ahora en preparación para los desafíos a largo plazo, cuando las disposiciones clave del acuerdo expiren e Irán se convierta en un estado en el umbral nuclear.
Segundo, utilizar un acuerdo con Rusia para marginar a Irán en Siria. El régimen de ocupación pretende abrir una brecha entre Moscú y Teherán en Siria, donde los dos actores externos no comparten idénticos intereses, a pesar de la continua ayuda militar de Rusia a los iraníes. Teherán está más aferrado a mantener a Bashar al Assad en el poder, por lo que eso podría ser un punto de ruptura con Moscú.
Netanyahu intenta impulsar un compromiso más sutil que limite los movimientos de Irán y Hizbulah en el sur de Siria, en particular a lo largo de los Altos del Golán. Tel Aviv expondrá otras preocupaciones tales como: la prevención de la transferencia de armamentos avanzados de Siria a Hizbulah en El Líbano y el cierre de la producción industrial militar siria financiada por Irán
El tercero, poner la cooperación clandestina entre el régimen israelí y los sunitas al descubierto. Netanyahu quiere que esa cooperación sea más abierta y es probable que busque ayuda de Trump en este sentido. Uno de sus argumentos para hacerlo es que fomentaría un enfoque regional para el proceso de paz, dando a los palestinos cobertura política para hacer concesiones que no podrían hacer en un contexto bilateral.
Cuarto, jugar hacia una sólida negociación bilateral con los palestinos en lugar de una multilateral, al menos por ahora.
De acuerdo con washingtoninstititute.org, el conflicto palestino-israelí perdió la relevancia que tenía al inicio de las administraciones norteamericanas anteriores, porque -a su juicio- los estados árabes están muy distraídos con sus propias crisis regionales. Por otro lado, el presidente Trump insiste en que quiere llegar a un gran acuerdo entre israelíes y palestinos. Sin embargo, los especialistas consideran que las probabilidades de tener éxito en un multilateral en este tema son sombrías.
También es probable que Netanyahu trate de convencer a Trump, de que el enfoque más duro de la Administración Obama hacia Israel en las cuestiones de la paz empujó a los palestinos hacia una postura más intransigente, ya que no quieren ser flanqueados por Estados Unidos.
A su vez, la actual situación de estancamiento tiene sus riesgos. La situación podría fácilmente derivar hacia una mayor radicalización y violencia, o iniciar una nueva campaña palestina hacia una solución de “una persona, un voto” en Israel y Cisjordania -un arreglo que Israel nunca podría aceptar-.
Por tanto, observan analistas que un resultado final de dos estados no puede aún ser implementado. La mejor esperanza es mantener la viabilidad del enfoque de dos estados a través de iniciativas más limitadas. Cualquier estrategia de ese tipo tendría que equilibrar políticas complejas en ambas partes del libro de cuentas.
Del lado palestino, el presidente Mahmud Abbas tiene ochenta y un años y no tiene identificado un sucesor, por lo que su pueblo está en la cúspide de una nebulosa política de sucesión. Y en Tel Aviv, Netanyahu es uno de los únicos miembros de su coalición de gobierno que apoya públicamente una solución de dos estados. De hecho, su coalición acaba de aprobar una ley que permitiría a los colonos israelíes de Cisjordania obligar a los palestinos a ceder sus tierras en ciertos casos para una indemnización no deseada.
No obstante, después que el rey Abdallah de Jordania se reuniera con Trump recientemente, los rivales de derecha de Netanyahu fueron tomados por sorpresa por una declaración de la Casa Blanca que sugiere que los nuevos asentamientos israelíes no contribuyen a la paz. Esto podría haber agradado a Netanyahu, que favorece silenciosamente una política más diferenciada sobre los asentamientos con el fin de evitar que la construcción se expanda a áreas que podrían cambiar la situación actual de Israel/Cisjordania en una realidad de un estado de facto.
La política de la Administración Obama de oponerse a toda nueva construcción de asentamientos proporcionó un ancla de ese tipo para Netanyahu, que le permitió mantener a sus rivales de derecha bajo control. Si Trump abandona eso en su totalidad a la oposición; Netanyahu estará bajo más presión para expandir los asentamientos.
Uno de los mecanismos que podrían ayudar a Netanyahu a este respecto es la carta de 2004 que el presidente George W. Bush envió al primer ministro, Ariel Sharon, en el contexto de la planeada retirada israelí de Gaza. En esencia, la carta diferenciaba entre los asentamientos, reconociendo que una gran mayoría de los colonos viven en grandes bloques ubicados principalmente dentro de la barrera de seguridad en Cisjordania, mientras que una gran mayoría de los palestinos viven fuera de estas áreas.
De cara al futuro -apunta washingtoninstititute.org-, Washington y Tel Aviv podrían ponerse de acuerdo de manera similar en un enfoque diferenciado de los asentamientos con el fin de comenzar a dar forma a los contornos demográficos y geográficos de una solución de dos estados. Esto requeriría que el régimen sionista restrinja la construcción para seleccionar las áreas dentro de la barrera de seguridad que comprenden aproximadamente el ocho por ciento de Cisjordania, mientras que haría un compromiso muy claro no construir fuera de la barrera.
Washington también podría alentar a los ocupantes israelíes a permitir una mayor gobernabilidad palestina y proyectos económicos en segmentos definidos de la zona C, una zona escasamente poblada que comprende el 60 por ciento de Cisjordania, pero permanece bajo el control del régimen israelí. Tales concesiones requerirían una seria cobertura diplomática estadounidense.
Los dos líderes están determinados a discutir la idea de trasladar la embajada de EE.UU. de Tel Aviv. Si se le pregunta, es probable que Netanyahu afirme que mover la embajada a Jerusalén occidental no equivale a prejuzgar el estatus de Jerusalén oriental, que Tel Aviv se ha comprometido a negociar con los palestinos. En entrevistas recientes, Trump ha indicado que Estados Unidos no va a hablar públicamente de este tema en este momento.
Sin lugar a dudas, es probable que ninguno de los dos líderes promueva un acuerdo concreto sobre estas cuestiones durante este primer encuentro. Más bien, su amplia discusión de temas claves, será probablemente fundamental, sentando las bases para las decisiones que tendrán que hacerse en los meses siguientes.