Merkel defiende la libertad de expresión en Turquía
La canciller alemana, Angela Merkel, expresó ante el presidente Recep Tayyip Erdogan su preocupación por el estado de los derechos y las libertades de expresión en Turquía y subrayó la necesidad de que el país, candidato a la entrada en la Unión Europea desde 2005, asegure la “separación de poderes”.
En su reunión con Erdogan, Merkel también sacó a colación la cuestión de las acreditaciones de la prensa extranjera residente en Turquía, un tema que, admitió, observa “con preocupación”. Decenas de corresponsales alemanes aún no se les ha entregado la acreditación que anualmente expide el Gobierno turco y que es necesaria para trabajar en el país.
Merkel se refirió también a la fallida asonada militar de julio del año pasado y a la represión sin precedentes que después se desató contra la oposición.
“Durante el golpe vimos como el pueblo turco se mantuvo del lado de la democracia. Y por ello es importante que la libertad de opinión y la libertad de prensa sean respetadas”, dijo la canciller, quien subrayó la importancia de que el castigo contra los culpables se ejerza con proporcionalidad.
Pese a los profundos lazos económicos que unen a los dos estados, las relaciones entre el Gobierno de Ankara y el de Berlín llevan varios años deteriorándose, especialmente a raíz de que Alemania haya servido de refugio a un creciente número de disidentes turcos a los que el Ejecutivo turco acusa de “terroristas” y “golpistas”.
La reunión se preveía tensa debido a las cuestiones que separan a ambos líderes y de ese modo debió transcurrir a juzgar por el gesto serio y cansado con el que ambos mandatarios se dirigieron a la prensa, así como por la disputa que surgió durante su comparecencia a raíz del uso por parte de Merkel de la expresión “terrorismo islamista”.
Erdogan la juzgó “inaceptable”, pues señala a todo los seguidores de una religión que identificó con la “paz”, pero la jefa del Gobierno alemán incidió en que hay una diferencia sustancial entre los términos “islámico” e “islamista”. Pese a todo, Merkel agradeció poder tratar con Erdogan temas “polémicos”.
Otra cuestión candente es la misión en la base de Incirlik (sur de Turquía), desde la que la aviación alemana participa en las labores de la coalición contra Daesh en Siria. Berlín pidió a Turquía la ampliación de la misión, pero Ankara por el momento no ha dado una respuesta positiva y, de hecho, ha bloqueado varias visitas germanas a la base.
Turquía, por su parte, exige de Alemania una serie de compromisos que la canciller alemana no está dispuesta a asumir, y sobre los que tampoco tiene el control total ya que competen en parte al ámbito de la Justicia. Ankara pretende de Berlín una mayor cooperación contra las actividades de grupos que considera “terroristas”, entre ellos el grupo armado kurdo PKK –que también Alemania califica como tal- y la cofradía de Fethullah Gülen, a la que se acusa de orquestar el golpe de Estado.
Merkel, quien se reunió posteriormente con el presidente del opositor Partido Republicano del Pueblo Kemal Kılıçdaroğlu y el líder del Partido Democrático de los Pueblos Idriss Bolokan y reiteró su preocupación por la libertad de prensa en Turquía, pidiendo la participación de observadores internacionales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa durante la votación del próximo referéndum.
Merkel se refirió también a la fallida asonada militar de julio del año pasado y a la represión sin precedentes que después se desató contra la oposición.
“Durante el golpe vimos como el pueblo turco se mantuvo del lado de la democracia. Y por ello es importante que la libertad de opinión y la libertad de prensa sean respetadas”, dijo la canciller, quien subrayó la importancia de que el castigo contra los culpables se ejerza con proporcionalidad.
Pese a los profundos lazos económicos que unen a los dos estados, las relaciones entre el Gobierno de Ankara y el de Berlín llevan varios años deteriorándose, especialmente a raíz de que Alemania haya servido de refugio a un creciente número de disidentes turcos a los que el Ejecutivo turco acusa de “terroristas” y “golpistas”.
La reunión se preveía tensa debido a las cuestiones que separan a ambos líderes y de ese modo debió transcurrir a juzgar por el gesto serio y cansado con el que ambos mandatarios se dirigieron a la prensa, así como por la disputa que surgió durante su comparecencia a raíz del uso por parte de Merkel de la expresión “terrorismo islamista”.
Erdogan la juzgó “inaceptable”, pues señala a todo los seguidores de una religión que identificó con la “paz”, pero la jefa del Gobierno alemán incidió en que hay una diferencia sustancial entre los términos “islámico” e “islamista”. Pese a todo, Merkel agradeció poder tratar con Erdogan temas “polémicos”.
Otra cuestión candente es la misión en la base de Incirlik (sur de Turquía), desde la que la aviación alemana participa en las labores de la coalición contra Daesh en Siria. Berlín pidió a Turquía la ampliación de la misión, pero Ankara por el momento no ha dado una respuesta positiva y, de hecho, ha bloqueado varias visitas germanas a la base.
Turquía, por su parte, exige de Alemania una serie de compromisos que la canciller alemana no está dispuesta a asumir, y sobre los que tampoco tiene el control total ya que competen en parte al ámbito de la Justicia. Ankara pretende de Berlín una mayor cooperación contra las actividades de grupos que considera “terroristas”, entre ellos el grupo armado kurdo PKK –que también Alemania califica como tal- y la cofradía de Fethullah Gülen, a la que se acusa de orquestar el golpe de Estado.
Merkel, quien se reunió posteriormente con el presidente del opositor Partido Republicano del Pueblo Kemal Kılıçdaroğlu y el líder del Partido Democrático de los Pueblos Idriss Bolokan y reiteró su preocupación por la libertad de prensa en Turquía, pidiendo la participación de observadores internacionales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa durante la votación del próximo referéndum.