Película colombiana La Jauría gana el Gran Premio de la Semana de la Crítica en Cannes
El filme dirigido por el realizador Andrés Ramírez Pulido cuenta la vida del joven Eliú, quien cumple condena en un centro experimental para menores.
La Jauría, película colombiana dirigida por el bogotano Andrés Ramírez Pulido, es la ganadora del Gran Premio de la Semana de la Crítica, sección paralela del Festival de Cannes dedicada a destacar los nuevos talentos.
“Ha sido un viaje muy duro para todos, pero muy bello a la vez. Gracias a todos los chicos que participaron en la película. Ellos son la jauría. Le dedico este premio a mi papá”, dijo Andrés Ramírez Pulido, director colombiano al subirse al escenario a recibir el premio.
Este es el segundo premio más prestigioso después de la Palma de Oro, que entrega la sección oficial del Festival de Cannes. Anteriormente, este mismo premio lo recibió Alejandro González Iñarritú por la película mexicana Amores Perros.
Además, La Jauría recibió un segundo reconocimiento, el premio SACD otorgado por la sociedad de autores (cine, televisión, radio, animación, web, artes escénicas y danza de Francia) a Mejor Guion.
“Por el cine colombiano, por la juventud colombiana, esperamos puedan ver muy pronto la película en mi país. Un saludo a la gente de Ibagué, esta película tiene sangre del Tolima, muchas gracias a esta hermosa tierra por recibirme y ser el escenario de La Jauría”, expresó Andrés Ramírez Pulido desde el Festival de Cannes.
En su etapa de desarrollo, La Jauría, coproducción de la empresa colombiana Valiente Gracia y la francesa Alta Rocca Films, resultó beneficiaria de un estímulo del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y, en su etapa de producción, fue beneficiaria de un estímulo FDC en la modalidad de Producción de Primera Película de Director.
La película es acerca de Eliú, un joven campesino, que está encarcelado en un centro experimental de menores en medio del bosque tropical por un asesinato que cometió. Cada día, él y otros adolescentes realizan intensas terapias de grupo y habitan la hacienda abandonada en la que viven para la llegada de nuevos “usuarios”. Un día, El Mono, su viejo amigo y cómplice, es trasladado al mismo centro y trae consigo un pasado del que Eliú intenta alejarse.