Turquía abandona convención contra violencia amenazando a las mujeres
Una comisión de la ONU descubrió en septiembre de 2020 que funcionarios turcos estaban presentes en los lugares de detención sirios donde las personas eran encarceladas y violadas.
Las calles de Turquía estallaron en protestas con mujeres que pedían respeto por sus derechos, después que el presidente de la nación de los otomanos, Recep Tayyip Erdogan, retiró al país de la Convención de Estambul que prohibe la violencia contra las féminas.
El presidente Joe Biden calificó esa medida como "un paso desalentador del movimiento internacional para poner fin a la violencia contra las mujeres en todo el mundo", según una cita de National Interest.
Las palabras de Biden son una señal esperanzadora: los líderes como Erdogan no obtendrán un pase gratuito de Estados Unidos, como lo han hecho durante los últimos años. Ha habido un preocupante aumento mundial de la persecución de los partidos políticos de la oposición, el silenciamiento de los periodistas, el odio étnico y el genocidio y la violencia contra manifestantes pacíficos.
Si el mandatario norteamericano pide cuentas a Turquía, el resto del mundo puede creer que "Estados Unidos ha vuelto" a liderar los derechos humanos y respetar las normas internacionales, como dijo el presidente de Estados Unidos en su primer gran discurso sobre política exterior en el Departamento de Estado.
Erdogan ha estado probando la determinación de Estados Unidos durante varios años en Siria y viendo con qué pudiera salirse con la suya.
Su primera prueba importante fue la invasión a la ciudad siria de Afrin. Turquía cruzó la frontera e invadió el país levantino a principios de 2018 y desde entonces lo controlan a través de un cóctel mortal de represión militar y gubernamental, una pesadilla que Estados Unidos hasta ahora ha decidido no ver.
El ejército turco asesinó a más de 600 personas en tres años de ocupación. Cualquiera que hable es acosado, arrestado o asesinado. Más de 300 mil personas han huido y aproximadamente 400 mil colonos de otras partes de Siria viven ahora en las casas que dejaron atrás. Los colonos son en su mayoría familias de milicianos islámicos pro-Turquía. El resultado neto es que una ciudad que era 97 por ciento kurda hace tres años es ahora solo una fracción de la actual.
La campaña de Turquía contra las mujeres es evidente no solo en el retiro de la Convención de Estambul, es evidente en todas partes en Afrin.
Mientras el resto de Siria entraba en erupción en una guerra civil, Afrin había visto un creciente movimiento de mujeres. Aproximadamente 40 por ciento de los funcionarios gubernamentales eran mujeres. A diferencia de otras partes de Medio Oriente, las mujeres eran propietarias de negocios, de viviendas, intelectuales, personas influyentes y figuras públicas respetadas.
Ahora se han documentado 213 casos de mujeres asesinadas, así como 150 casos documentados de mujeres y niñas secuestradas, violadas y/o asesinadas.
Una comisión de la ONU descubrió en septiembre de 2020 que funcionarios turcos estaban presentes en los lugares de detención sirios donde las personas eran encarceladas y violadas.
Esos son solo los casos que se conocen, ya que la mayoría de los casos no se denuncian. En una ciudad donde florecían los derechos de las mujeres, ahora las mujeres que quedan tienen miedo incluso a salir.
Los ocupantes también han talado todos los olivos y árboles frutales para librar una guerra económica y los venden en los mercados.
Como las mujeres de Turquía en las calles, los activistas saben que si no se ponen de pie, todas las causas justas en defensa del sector femenino perecerán.
Alguien debe proteger a la gente de la violencia de los dictadores. Es hora de pedirle a Turquía que se detenga. Estados Unidos tiene ahora la oportunidad de corregir los errores de los últimos años.
El gobierno de Biden busca promover los derechos humanos, para "reconstruir mejor" la política exterior de Estados Unidos que permitió a las fuerzas armadas de Turquía invadir Siria.
Erdogan apoya la violencia contra las mujeres en Turquía, en Siria, en Afrin y en otros lugares. ¿Reforzará Estados Unidos sus principios y unirá las palabras con la acción?