Resumen 2021: la fallida retirada de Estados Unidos de Afganistán
Una ocupación de 20 años no fue suficiente para que Estados Unidos estableciera un punto de apoyo en Afganistán lo suficientemente fuerte como para garantizar una evacuación segura, lo que condujo a una retirada caótica que marcó el fracaso de su "misión".
La guerra en Afganistán concluyó, y de los escombros y las cenizas surgió una nación no tan victoriosa, el llamado exportador de la democracia, Estados Unidos, tras su larga "guerra contra el terror" que se cobró la vida de decenas de miles de civiles y entregó el gobierno de Afganistán al enemigo jurado de Washington, los talibán. Sin embargo, nadie salió victorioso, ya que todos sufrieron su propia forma de pérdida.
La retirada de la coalición liderada por Estados Unidos dejó a todos los implicados consternados y confusos. La comunidad internacional vio la retirada como un fracaso de Washington y sus aliados, y suscitó la preocupación por el futuro de Afganistán bajo los talibán, después de que Estados Unidos arrasara todas las partes de la economía afgana y la dejara en ruinas durante dos décadas de guerra.
Afganistán se convirtió en la diana de la "guerra contra el terrorismo" tras los atentados del 11 de septiembre contra Estados Unidos, que lanzó una ofensiva militar, bajo la apariencia de defensa, contra varios países del mundo islámico.
Estados Unidos, bajo el mandato del ex presidente George W. Bush, autorizó el uso de la fuerza contra los responsables de los atentados del 11-S, poniendo así a Afganistán en el punto de mira de Estados Unidos, aunque los autores fueran saudíes. Mediante esa autorización, Washington adoptó medidas inconstitucionales que le permitieron invadir Afganistán, vigilar las llamadas de los ciudadanos estadounidenses y establecer el campo de detención de la Bahía de Guantánamo, famoso por sus horribles condiciones.
Acontecimiento tras acontecimiento, gobierno tras gobierno, Estados Unidos mantuvo su presencia en la nación, manteniendo la mano en el gobierno afgano tras derrocar a la anterior administración, y a pesar de sus ventajas militares y políticas en el ámbito afgano, Washington siguió sufriendo una pérdida calificada como una de sus peores. Para colmo de males, la guerra de Afganistán fue la más larga de la historia de Estados Unidos.
La invasión
Menos de un mes después del ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono, Estados Unidos lanzó oficialmente la Operación Libertad Duradera con el Reino Unido, recibiendo el apoyo de Francia, Alemania, Canadá y Australia. Lo que esas grandes potencias no comprendieron fue el hecho de que la "libertad" no es algo que se tenga que soportar y que la "libertad" no se puede conseguir bombardeando países, reduciéndolos a escombros.
La misión de combate liderada por EE.UU. despegó en Afganistán, y con ello, los talibán anunciaron que estaban listos para la "Jihad", que duró un par de meses antes de que la coalición los derrotara con la ayuda de la OTAN y otras milicias y grupos aliados, poniendo fin a su dominio en el país.
Bastión tras bastión, Estados Unidos y compañía derrotaron a los talibán.
Invasión política
Después que Kabul cayera en manos de EE.UU. y sus aliados, Occidente trató de establecer un gobierno en el país. Las Naciones Unidas invitaron a destacadas facciones afganas a una conferencia que condujo a un acuerdo según el cual Hamid Karzai, que más tarde se convirtió en presidente de Afganistán, encabezó la administración provisional. También se creó una fuerza internacional de "mantenimiento de la paz" para "mantener la seguridad" en la capital afgana, lo que posteriormente dio lugar a la creación de las Fuerzas Internacionales de Asistencia a la Seguridad.
EE.UU. mantuvo un papel político en Afganistán junto con el militar, ya que su ejército creó un "marco de asuntos civiles" para ampliar la autoridad del gobierno de Kabul sobre el país, creando equipos de "reconstrucción provincial" en varias provincias, que más tarde se entregaron a la OTAN. El sistema creado por Estados Unidos y sus aliados no contó con la aprobación de la comunidad internacional, pero siguió adelante.
Año tras año, el control del país auspiciado por Occidente continuó a través de sucesivos presidentes, administraciones y gobiernos.
La decisión de Trump
En febrero de 2020, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó a un quid pro quo con los talibán que implicaba la retirada de la OTAN de Afganistán a cambio de que los talibán se comprometieran a impedir cualquier actividad de Al Qaeda en las zonas bajo control del grupo.
Esa decisión fue el principio del fin de Estados Unidos en Afganistán, ya que todo lo que tenían que hacer los talibán -según el acuerdo- era cumplir su parte del acuerdo durante 14 meses, y Estados Unidos y la OTAN saldrían de su país.
"Creemos que al final tendremos éxito", proclamó Trump con optimismo tras el acuerdo. Si sólo lo supiera.
Este acuerdo fue utilizado posteriormente por su predecesor, Joe Biden, para desviar la culpa de la retirada y sus repercusiones.
¿Y cómo fue eso?
Los preparativos
El Acuerdo de Doha de 2020 estipulaba que las fuerzas estadounidenses se retirarían de Afganistán antes del 1 de mayo de 2021. Sin embargo, el gobierno de Biden consideró oportuno posponer la retirada hasta el 11 de septiembre de 2021, sobre todo por un efecto dramático para "conmemorar el 20º aniversario de aquel atentado atroz del 11 de septiembre".
Más tarde, el presidente Biden redujo ese plazo al 31 de agosto. Sólo había 3.500 soldados estadounidenses en Afganistán, ya que la administración Obama, tras una escalada, y la administración Trump ya habían retirado las tropas del país. Al hacerlo, la mayoría de las fuerzas estadounidenses estaban fuera del país en el momento del "gran final".
El gobierno de Biden y los demócratas se excedieron en culpar a Trump de su propio fracaso colosal, aunque tenían una salida que no tomaron. Según el acuerdo, EE.UU. podía retirarse del mismo en caso de que las conversaciones de paz afganas fracasaran, como así fue. Pero Biden optó por quedarse.
El caos sobreviene
Llegó el momento de que las fuerzas de EE.UU. y de la OTAN hicieran las maletas y se trasladaran a otro lugar tras las amenazas de los talibán si EE.UU. no cumplía el plazo pospuesto por Biden.
Después de que los talibán hicieran impresionantes avances por todo Afganistán, tomando el país ciudad por ciudad mientras las fuerzas extranjeras se apresuraban a retirarse, las tropas acabaron abandonando el país antes de que se cumpliera el plazo.
Finalmente, los talibán llegaron a Kabul y capturaron el palacio presidencial horas después de que el presidente afgano huyera del país presa del pánico, lo que provocó el colapso del gobierno.
A pesar de que EE.UU. y la OTAN destinaron cientos de miles de millones de dólares para mantener un punto de apoyo en Afganistán, lo que incluía la financiación y el entrenamiento del Ejército Nacional Afgano, los talibán arrasaron con el país como si fuera un incendio, capturando casi todo en sólo una semana.
Una semana es todo lo que necesitó el grupo para retomar lo que Estados Unidos y compañía ocuparon durante 20 años, lo que refleja la gravedad del fracaso de la retirada.
El fracaso se manifestó de varias maneras, las más destacadas son:
Estados Unidos se retira sin informar a sus aliados
Cuando Donald Trump firmó el acuerdo de retirada con los talibán en 2020, no consultó con los aliados europeos de Estados Unidos. Asimismo, cuando Biden adelantó 11 días el plazo de retirada ya pospuesto, no consultó con sus aliados, lo que provocó que responsables de la OTAN de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia le espetaran el adelanto no discutido.
Estados Unidos deja atrás a sus aliados
El caos llenó el aeropuerto de Kabul, la vía de salida de Estados Unidos de Afganistán, ante el avance de los talibán. Con un número de aviones insuficiente para transportar por aire a sus aliados y a su personal, Estados Unidos optó por sus nacionales en lugar de sus aliados, poniendo a estos últimos en estado de pánico, ya que temían que los talibán no tuvieran piedad con quienes ayudaban a sus enemigos.
La salida se produjo a lo largo de dos semanas, durante las cuales EE.UU. evacuó a unas 120 mil personas, pero dejó atrás a miles de afganos que ayudaron a EE.UU. y a sus aliados, por no hablar de un par de cientos de nacionales estadounidenses.
Las escenas del aeropuerto eran inquietantes, ya que la gente intentaba frenéticamente estar a bordo del siguiente avión para abandonar Afganistán por miedo a ser dejados atrás por aquellos a los que dedicaron años de lealtad.
Como último recurso, varias personas se aferraron a los aviones que despegaban del aeropuerto en un intento de marcharse, pero más tarde se precipitaron a la muerte, eligiendo morir antes que permanecer en un país en el que sus supuestos aliados les abandonaron.
La situación en los alrededores y dentro del aeropuerto de Kabul era una sacada de una novela distópica; la gente clamando, gritando, llorando y suplicando a los soldados que habían ocupado su país durante dos décadas que les dejaran subir a un avión para ir a un país extranjero donde no tienen nada, temiendo su propio futuro. El "país de las oportunidades" no respondió a sus llamadas. Y no solo eso; era como si los soldados estadounidenses no hubieran tenido suficiente. A pesar de haber matado a decenas de miles de civiles durante su ocupación, los soldados estadounidenses abrieron fuego contra la multitud frente al aeropuerto internacional Hamid Karzai, matando a varios civiles, entre ellos mujeres y niños.
La situación en la que Estados Unidos dejó Afganistán, especialmente la capital, Kabul, tras su precipitada retirada, condujo a un estado de seguridad muy frágil, por lo que, en medio de todo el caos de la capital, dos explosiones arrasaron con la multitud que intentaba entrar en el aeropuerto, matando a más de 100 personas, de las cuales al menos 90 eran de nacionalidad afgana.
Las acciones de Estados Unidos no sólo provocaron la muerte de más civiles en un país que Washington se comprometió a "proteger" durante su retirada, sino que también provocaron su fracaso en la protección de sus propios militares.
Un gran error de cálculo
Presidentes y jefes de Estado de toda Europa, compañera de Estados Unidos a lo largo de sus 20 años de ocupación, describieron la retirada como un "error" y un "error de cálculo".
La canciller alemana, Angela Merkel, dijo que la misión occidental en Afganistán era "fundamentalmente dependiente" de Washington, pero éste se olvidó de sus aliados, se desvió y actuó de forma bastante independiente.
La forma en que Washington dejó atrás a sus aliados afganos y avisó con tan poca antelación a sus aliados occidentales para su desalojo tuvo importantes repercusiones en todas las partes implicadas.
Las vidas de los afganos estaban en peligro debido a la información que habían proporcionado a Washington durante su estancia en su país, que ayudó a Estados Unidos contra los talibán, que ahora gobiernan el país.
Europa tuvo que apresurarse a sacar a su personal y a sus nacionales del país antes de que no pudiera hacerlo.
Y Estados Unidos creó un cisma con Europa, provocando que las relaciones con el viejo continente se volvieran muy rocosas, lo que llevó a este último a ser cauteloso a la hora de confiar en Estados Unidos cuando se trate de cualquier futura empresa conjunta.
¿Tal vez no sea un error de cálculo?
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tras soportar lo que el mundo vio como una pérdida, defendió la desordenada retirada. Argumentó que su país había logrado su objetivo en Afganistán, a pesar de que los talibén -a quienes toda la operación giraba en torno a su expulsión- se hicieron con el control de todo el país en cuestión de días.
Afganistán, a pesar de todo lo que ha sufrido, está tratando de volver a ponerse en pie bajo el mando de los talibán, que persiguen la diplomacia como medio para erradicar todos los problemas a los que se enfrenta el país, desde la pobreza y la desnutrición hasta el desempleo. Hasta ahora, este enfoque ha conseguido que fluya algo de ayuda a Afganistán, aunque todavía hay sanciones estadounidenses impuestas al país, que impedirán su progreso.
Los talibán tardarán décadas en arreglar el nivel de vida en Afganistán después de una guerra tan larga, sobre todo porque el país estaba al borde del colapso, pero Estados Unidos podría tardar el mismo tiempo, si no más, en arreglar sus relaciones con sus aliados a los que apuñaló por la espalda, por no hablar de su imagen en el ámbito internacional tras su derrota contra un grupo al que llevaba 20 años de ventaja.