Estados Unidos y su liderazgo “a punta de bayoneta”
Cuando suenan los tambores de guerra, amplificados por la manipulación mediática de sectores en Estados Unidos, son muchas las valoraciones que se ajustan a la realidad, como una reciente publicada por la revista Newsweek y suscrita por Gil Barndollar, investigador principal sobre temas de defensa.
Cuando suenan los tambores de guerra, amplificados por la manipulación mediática de sectores en Estados Unidos, son muchas las valoraciones que se ajustan a la realidad, como una reciente publicada por la revista Newsweek y suscrita por Gil Barndollar, investigador principal sobre temas de defensa.
“La Unión Soviética se autoexcluyó el 26 de diciembre de 1991, en lo que quizá sea el mayor triunfo pacífico de la libertad en la historia del mundo. Pero en las tres décadas transcurridas desde entonces, la belicosidad en nombre de la libertad es lo que más ha distinguido a los victoriosos Estados Unidos para muchos observadores de todo el mundo”, señaló el experto.
“A pesar de un poder y una seguridad sin precedentes en la historia -un breve momento unipolar como primera `hiperpotencia´ del mundo-, Estados Unidos no ha podido evitarlo, intentando con frecuencia ejercer un liderazgo mundial a punta de bayoneta”, una muy cercana definición si se mira así la crisis en Ucrania.
Las intervenciones armadas en Somalia, Haití y los Balcanes contribuyeron a llenar los años 90, prosiguió ejemplificando el experto. Tras los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos invadió Afganistán y luego Irak, con el apoyo abrumador del pueblo estadounidense y de sus representantes elegidos. Se hablaba con vehemencia de llegar a Teherán y transformar Oriente Medio. Las voces contra la guerra sufrieron una "cancelación" mucho antes de que se acuñara el término, agregó.
"Dos décadas y dos guerras perdidas después, ¿ha disminuido finalmente el entusiasmo de Estados Unidos por la guerra?", preguntó Barndollar.
Los estadounidenses se cansaron, con razón, de la guerra de Iraq hace 15 años, cuando la magnitud de ese desastre se hizo innegable para todos, excepto para los más entusiastas de los halcones. La tolerancia hacia la intervención en Afganistán, inicialmente más justificada, duró más tiempo, pero cuando el presidente Joe Biden retiró la intervención el pasado mes de abril, una saludable mayoría de estadounidenses estaba preparada para que el papel de su país en Afganistán terminara, apuntó.
Lo que ha cambiado es la falta de voluntad de aceptar alegremente nuevas intervenciones militares a pesar del previsible coro de think tanks y medios de comunicación que explican su necesidad, explicó el analista.
Cuando los misiles y drones iraníes atacaron las instalaciones de procesamiento de petróleo saudíes en septiembre de 2019, reduciendo brevemente la producción de petróleo de Arabia Saudí a la mitad, los estadounidenses rechazaron la osificada Doctrina Carter, independientemente de que pudieran identificarla como tal. Una encuesta reveló que sólo el 13 por ciento de los estadounidenses apoyaba ir a la guerra en nombre de Arabia Saudí, agregó.
Con Rusia y Ucrania ahora potencialmente al borde de una gran guerra, de nuevo la mayoría de los estadounidenses tienen poco apetito por derramar sangre en nombre de un socio putativo. Una encuesta reciente de YouGov, encargada por el Instituto Charles Koch, reveló que solo el 27 por ciento de los estadounidenses piensa que su país debería entrar en guerra en caso de una invasión rusa de Ucrania. Cuatro veces más encuestados querían menos y no más compromiso militar de Washington en todo el mundo, explicó.
Más adelante aseveró Barndollar, el presidente Biden, ya sea liderando o dejándose llevar por la opinión pública, también ha captado el mensaje. El 8 de diciembre, descartó inequívocamente el envío de tropas estadounidenses a Ucrania, diciendo a los periodistas: "Eso no está sobre la mesa".
Los defensores del intervencionismo estadounidense suelen excusar la mayoría de las guerras de Estados Unidos como el precio de la primacía. Lanzar misiles de crucero es una triste necesidad para que no se produzca un peligroso vacío en cualquier parte del mundo. Incluso Trump, detestado por la mayoría de los comentaristas, recibió hosannas cuando autorizó ataques militares lejos de las costas de Estados Unidos. Después de una salva de misiles de crucero performativos sobre Siria en 2017, Fareed Zakaria, de CNN, dijo solemnemente a sus espectadores: "Creo que Donald Trump se convirtió en presidente de Estados Unidos anoche".
Al valorar ese “amor” de los políticos estadounidenses por la política de la bayoneta para “liderar” al mundo, Barndollar abordó el tema de las "guerras interminables", que en su opinión, agriaron a los ciudadanos de todas las tendencias políticas la idea de que las armas y los soldados estadounidenses son la solución para lo que aflige a otros países. Una supermayoría de demócratas y republicanos piensa que Estados Unidos debería centrarse en sus problemas internos, independientemente de cómo se definan, destacó.
Los halcones temen ahora la guerra por debilidad, y cada provocación es un momento de Munich. Los escépticos, cada vez más numerosos en las dos tribus políticas de Estados Unidos, rechazan cada vez más tanto la inflación de amenazas como las soluciones militares a problemas que se encuentran lejos de las costas de Estados Unidos, comentó.
¿Han dado los norteamericanos un giro y han iniciado un inconsciente pero inexorable retorno a la tradicional desconfianza de su país hacia los enredos extranjeros? Es demasiado pronto para saberlo. Pero esta tardía e incipiente reticencia a seguir soltando los guantes a la primera de cambio es real. El resto del mundo debería planificar en consecuencia, concluyó el artículo publicado en el semanario estadounidense Newsweek.