Experto anticipó éxito en reunión cuatripartita en Rusia
Un arreglo sobre la ocupación de Turquía de parte del territorio de Siria pudiera representar el toque de gracia para una aproximación entre ambas naciones, con ayuda de Rusia e Irán, en detrimento de los intereses de Estados Unidos, según una valoración del experto indio M. K. BHADRAKUMAR.
Un examen publicado en el sitio www.indianpunchline.com apunta a la posibilidad de una luz al final del túnel en el conflicto entre Turquía y Siria a partir de las próximas conversaciones cuatripartitas entre los viceministros de Asuntos Exteriores de ambos países, más Rusia e Irán.
Para llegar a ese escenario, el experto indio M. K. BHADRAKUMAR abordó otros elementos, como la posible participación del presidente ruso, Vladimir Putin, en la ceremonia de carga de combustible nuclear en la central nuclear de Akkuyu, en Turquía, el 27 de abril, algo que podría formar parte de una visita oficial.
Los compromisos anteriores de Putin en relación con esa instalación fueron ventilados mediante videoconferencias, pero en la ceremonia que marcó el inicio de los trabajos de construcción del prestigioso proyecto, en abril de 2018, hizo la promesa de asistir al lanzamiento en 2023.
Pues bien: Rosatom cumplió su promesa de completar el proyecto en la fecha prevista, y ahora es el turno de Putin, precisó el analista en temas políticos.
Evidentemente, al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, le importa un bledo la reciente "orden de detención" de la Corte Penal Internacional (CPI) contra el mandatario ruso, agregó.
Turquía no es Estado Parte en el Estatuto de Roma, pero sigue de cerca las actividades de la CPI y envía funcionarios a las reuniones anuales de la Asamblea en La Haya o Nueva York. Pero Erdogan refuta abiertamente la conspiración anglosajona para demonizar al Jefe de Estado de la nación eslava.
A juicio de BHADRAKUMAR, este desdeñoso desafío es en parte una reacción a la creciente injerencia estadounidense en las elecciones presidenciales convocadas desde Ankara para el próximo 14 de mayo.
En unas incendiarias declaraciones del domingo pasado, el jefe de gobierno en Turquía prometió dar una lección a Estados Unidos, cuyo embajador en esa nación árabe se reunió con opositores en fecha reciente.
Según el experto, Erdogan señala su profundo aprecio por la contribución del líder ruso a la expansión y profundización de las relaciones entre ambas países.
La nueva central es el símbolo por excelencia del cambio en la política exterior de ese país durante la era Erdogan: el estudiado distanciamiento del sistema de alianzas occidentales y la búsqueda de vías independientes para reforzar la autonomía estratégica del país, con un pivote hacia Oriente como núcleo y una apertura a la integración euroasiática integrada en él.
Este proceso lllevó a las puertas de los BRICS, consideró BHADRAKUMAR, para quien en ese trayecto influyó además el intento de golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en 2016, pues desde entonces las relaciones turco-estadounidenses nunca se recuperaron del todo.
Turquía tiene una rica historia en diplomacia internacional, reconoció el analista. Es también una potencia regional astuta, situada en una posición única como Estado oscilante y como puente entre Occidente y Oriente, bendecida con un conocimiento intuitivo de la confrontación en ciernes entre Occidente y Rusia, y de la lucha por configurar el orden mundial.
Cuando vio las tormentas en el horizonte y comprendió que el declive de Occidente es una realidad geopolítica inevitable, decidió posicionarse con antelación, en lugar de dejarse llevar por los acontecimientos.
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En ese escenario, y aunque aún no está en el radar, pero está destinado a ser igualmente significativo, se producen los enérgicos esfuerzos de Rusia (entre bastidores) para lograr un acercamiento saudita-sirio y una integración más amplia de Siria en su vecindad árabe.
La diplomacia personal de Putin también tiene su máxima expresión en sus esfuerzos por restablecer la fracturada relación entre Turquía y Siria, pues a su juicio una convergencia de ese tipo no sólo es posible, sino que es una necesidad imperiosa para ambos países, así como para la paz y la seguridad del Levante.
En esencia, Moscú defiende la vigencia del Acuerdo de Adana de 1998 como base para afrontar con eficacia el desafío separatista kurdo, lo cual reduce el margen de Washington para pescar en aguas turbulentas, e incluso impulsa a revisar su ocupación de un tercio de los territorios sirios con el pretexto de luchar contra el terrorismo.
De acuerdo con el citado experto, Erdogan comprendió la agenda oculta de la potencia norteña al alinearse con grupos militantes kurdos del norte de Siria, donde fomenta el terrorismo transfronterizo contra Turquía. Ankara sale ganando si colabora con Damasco para acabar con ese flagelo sin "ayuda" de terceros.
Pero la ocupación turca del territorio sirio sigue siendo un obstáculo. Si en la cita de Moscú se avanza en algún arreglo, Putin habrá logrado un paso histórico, y su visita a Turquía para la ceremonia de Akkuyu puede convertirse en un momento decisivo en la geopolítica de la región del Mediterráneo Oriental y el Mar Negro.