Presidente de Ecuador responde en primera jornada de juicio político
Acusado por la Asamblea Nacional, el mandatario Guillermo Lasso minimizó el valor de las pruebas de un supuesto peculado y reprochó a los legisladores por no dar más valor a su gestión de dos años.
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Guillermo Lasso enfrenta el primer juicio político a un presidente en Ecuador desde 1979.
La primera jornada del juicio político al presidente Guillermo Lasso, en Ecuador, se extendió hasta altas horas de la noche de este martes, mientras varios legisladores hacían uso de su derecho a disertar por diez minutos cada uno.
En el horario de la tarde tocó al propio mandatario dirigirse a la Asamblea Nacional para sus alegaciones iniciales, y en menos de una hora (de las tres disponibles) acusó de forma aparatosa a los parlamentarios por organizar ese "asalto institucional" a su persona.
En tono retórico los llamó antilegisladores, destructores de leyes y normas, adictos al poder y capaces de poner la antipatía personal por encima de los intereses del país.
En cuanto a las pruebas en su contra, introducidas en la mañana por la asambleísta Viviana Veloz y otros promotores del proceso, eligió negar su existencia o minimizar su impacto.
Según su palabras, las reglas no las puso su gobierno, no hay testigos relevantes y ni siquiera un buen informe acusador, como reconocen los propios promoventes del juicio, insistió.
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En cuanto a las irregularidades en el polémico contrato entre la estatal Flota Petrolera Ecuatoriana (Flopec) y la empresa Amazonas Tanker, despreció esa "carta más débil" del proceso, pues aseguró no haber alterado ningún decreto o ley para favorecer a esas compañías, ni recibir ningún informe de la contraloría con advertencias sobre tales violaciones o recomendaciones de anular el pacto.
Si algún funcionario estuvo involucrado debe caer sobre él todo el peso de la justicia, admitió, pero no aceptó vínculos con nadie en esa situación.
Lasso restó valor a cualquier documento y testimonio en comparación con los logros de su gestión en estos dos años, como la atención al medio ambiente, la campaña de vacunación por la Covid-19 y la dolarización de la economía ecuatoriana.
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En giro irónico, agradeció a los asambleístas por crear "la mayor prueba de templanza para un demócrata", y reclamó un juicio justo, legal, legitimo y honorable, mientras daba a entender la posibilidad de ejercer su derecho a disolver la Asamblea, cuyo legado no debería ser un suceso como este.
Analistas políticos de medios internacionales ponderaron si en verdad el jefe de gabinete esperará el veredicto de una posible censura (tal vez para el fin de semana), o si aplicará, como recurso constitucional a su alcance para parar el juicio, la llamada "muerte cruzada" del Parlamento.
Antes de finalizar, Lasso apeló a los asambleístas indecisos, los invitó a no ser "arrastrados" hacia una profunda crisis política, y se alegró por los no alineados con la idea de censurarlo y destituirlo.
Lasso llegó y partió del parlamento acompañado por su gabinete ministerial, familiares y colaboradores cercanos, en el primer juicio político convocado contra un presidente en Ecuador desde 1979.