Alemania se despide de los años de prosperidad económica
Los principales institutos económicos y el Fondo Monetario Internacional estiman una disminución entre 0,2 y 0,4 por ciento para el Producto Interno Bruto de Alemania.
Luego de experiementar una recesión este invierno, la economía de Alemania debe terminar el año en números rojos como el resto de los países de la eurozona.
El canciller alemán, Olaf Scholz, visitó hace pocos días una planta de semiconductores y otra para coches eléctricos, en las cuales habló de una transformación industrial protagonizada por la nación, pero jefes de empresas y expertos adviertieron sobre tiempos difíciles a la mayor economía de Europa.
Si bien el gobierno espera un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2023, los principales institutos económicos y el Fondo Monetario Internacional estimaron una disminución de ese indicador entre 0,2 y 0,4 por ciento.
La inflación, el aumento de las tasas de interés, la ralentización de la recuperación en China y los precios de la energía, lastran la actividad productiva y comercial del motor económico del viejo continente.
Pero el resultado será peor, advirtió esta semana el jefe de la Federación de Industrias Alemanas, Siegfried Ruswurm: "El país enfrenta actualmente una montaña de desafíos, cada vez mayores".
En la conferencia anual del sindicato con la élite política y económica de Alemania, Ruswurm expresó que más empresas, incluso pequeñas y medianas, consideraron trasladar parte de sus inversiones fuera del territorio nacional.
En una entrevista concedida en marzo pasado, el canciller señaló la necesidad de la transición en sus modos de producción para lograr la neutralidad climática en 2045, lo cual permitiría a Alemania "restaurar las tasas de crecimiento durante un período de tiempo, como entre los años 50 y 60", es decir, el tiempo del "milagro económico" cuando estaba en proceso de reconstrucción.
¿Un nuevo milagro?
El líder socialdemócrata consideró el gasto masivo necesario para instalar turbinas eólicas, fabricar coches eléctricos, descarbonizar la producción de acero y química y hacer bombas de calor, en lugar de calefacción de gas, lo cual creará un círculo virtuoso.
Pero, más de un experto mira con escepticismo el escenario de esa nueva edad dorada impulsada por la transición energética y las industrias verdes.
En primer lugar, consumirá miles de millones de euros para "reemplazar un stock de capital térmico existente, con electricidad y carbono, y reemplazarlo con energías renovables "con costos mucho más altos", señaló Ruswurm esta semana.
Por su parte, el director del Instituto Económico Ifo, Timo Wollmershauser, comentó a los periodistas esta semana que "solo cosecharemos los beneficios de esta transformación en un futuro lejano, cuando logremos reducir las emisiones de efecto invernadero. A corto plazo, será consumir recursos... y conducirá al principio para ralentizar nuestro trabajo".
A Alemania la esperan años de lento crecimiento y aumentos anuales del PIB inferiores al uno por ciento, según las previsiones de los principales institutos económicos del país.
Poco atractivo
Además del proyecto de transición energética, existen debilidades estructurales que impiden el desempeño económico: burocracia lenta y retrasos en la digitalización y, sobre todo, un envejecimiento demográfico que conduce a la escasez de mano de obra que ya sufren las empresas.
Con un modelo económico basado en gran medida en la actividad industrial (representa más del 20 por ciento del PIB), el país también sufrirá con los precios de la energía altos, incluso si disminuyen después de alcanzar niveles récord a raíz del conflicto en Ucrania.
Durante la conferencia de la industria, la presidenta de la Asociación de Empresas Textiles Alemanas, Ingeborg Neumann, destacó cómo debido al costo de la energía, la falta de mano de obra calificada y la burocracia, la producción en el país ya no es atractiva.