El Desierto Blanco: Un paisaje de ensueño en Egipto
A solo unas horas de distancia desde El Cairo, el tiempo esculpió uno de los ecosistemas más espectaculares del país, con esculturas naturales color nieve.
En las cercanías del oasis Farafra, en Egipto, un desierto Blanco, resplandece en silencio ante la mirada de los visitantes, cual paisaje de la Luna o de Marte.
A pocas horas desde el Cairo, este lugar esculpió por el tiempo uno de los ecosistemas más espectaculares del país, con esculturas naturales color nieve.
Si un viajero busca más detalles, quedará encantado con la Montaña de Cristal, una formación rocosa brillante y hueca en su interior.
También apreciará la creación de figuras, historias y personajes de leyendas en cada estructura; algunas parecen setas, otras son más cercanas a animales mitológicos o toman formas oníricas.
Guiados por beduinos que conocen la zona a la perfección, es posible observar la variación de la superficie, que va desde los 32 metros sobre el nivel del mar hasta los 353 en su punto más elevado, El Qess Abu Said.
Además, el sitio es el hábitat de una amplia variedad de animales exóticos, entre ellos, la oveja de berbería, el zorro fennec, la gacela dorcas, el chacal y los gatos de arena.
Hace millones de años, el lecho oceánico ocupaba la región, pero siglos de transformaciones y la erosión de los vientos terminaron por amoldar espacios abiertos salpicados de las formaciones calizas, según los geólogos.
En 2002, el Gobierno declaró este espacio Parque Nacional Protegido, con el fin de ayudar a preservar el sitio y, hace cinco años, devino el primer territorio natural del país incluido en la lista de Patrimonio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.