Ciudad en Islandia quedó desierta por erupción de volcán
Desde el pasado el diciembre, los pobladores recogieron sus maletas y se trasladaron a diferentes partes del país tras el despertar del volcán Fagradalsfjall.
En Grindavik, una ciudad de tres mil 800 habitantes en el centro de Islandia no hay gritos de niños jugando ni risas ni rezongos.
Desde el pasado año, los pobladores empacaron sus maletas y se trasladaron a diferentes partes de la nación tras el despertar del volcán Fagradalsfjall, ubicado a unos 11 kilómetros de su hogar.
Las alarmas sonaron en noviembre cuando los científicos detectaron un aumento de la actividad sísmica y sospecharon del magma debajo de la urbe.
Muchos de los ciudadanos aguardaban con esperanza el momento de regreso, una vez la frecuencia de los temblores disminuyera.
Sin embargo, a mediados de diciembre, la fuerte salva de rocas disparadas desde los cráteres Sundhnuks amenazó con destruir la zona y postergó la evacuación.
Días después, el 14 enero, la incertidumbre aumentó cuando el fuego destruyó varias casas y el terreno se hundió hasta casi un metro y medio.
Este febrero, muchos de ellos vivieron horas de incertidumbre, luego de una nueva explosión que alcanzó los 80 metros de altura.
Al ver las imágenes en todo el país, anhelaron controlar el incendio, pero todo se consumía, se retorcía y se destruía a su paso.
Las llamas entraron en las tuberías de agua caliente y llegaron a una ruta que transportaba sustancias a Svartsengi, la central eléctrica cercana.
Ahora existe una resignación, la resignación estoica, pues, en el futuro previsible, “la urbe será básicamente inhabitable", afirmaron los científicos.
Islandia permanece sobre un punto volcánico en el Atlántico norte y tiene un promedio de un estallido cada cuatro o cinco años.
El más impactante fue el del Eyjafjallajokull en 2010, que lanzó nubes de ceniza a la atmósfera y paralizó los viajes aéreos durante meses.