Las mediciones de temperatura registraron durante julio una ola de calor "sin precedentes" en los países del Ártico, con temperaturas superiores a los 30 grados.

Finlandia fue uno de los países más afectados: en ciertas regiones se encadenaron tres semanas con cifras por encima de los 25 grados Celsius.

Noruega también rebasó los 30 grados Celsius durante varias jornadas; según su Instituto Meteorológico, al menos una estación en cada una de sus tres regiones más septentrionales registró 12 días de calor extremo el mes pasado.

"Para encontrar un período más prolongado, hay que remontarse más de un siglo atrás", señaló Sverker Hellström, científico del Instituto Sueco de Meteorología e Hidrología.

Temperatura del mar y deshielos

El aumento térmico en el Ártico está vinculado también en la temperatura del mar. En el Atlántico Norte, el 5 de agosto los registros alcanzaron 32,8 grados Celsius. 

A medida que esta masa de líquido cálido avanza hacia el norte, la amenaza crece.

El agua dulce procedente del deshielo, ríos y precipitaciones ralentiza temporalmente la reducción del hielo marino, amortiguando el proceso en unos dos grados Celsius.

Sin embargo, este efecto será efímero: con el aumento constante de la temperatura ártica, la influencia del agua dulce para frenar el descongelamiento perderá eficacia.