La vida en el campo de refugiados de Nur Shams bajo el ataque israelí
Desde el 7 de octubre, la represión israelí en la ciudad cisjordana de Tulkarem se ha intensificado. Las incursiones casi diarias, han sido más destructivas y letales y han transformado las vidas de más de ocho mil palestinos que viven en los campos de refugiados de la ciudad.
El sol se puso en las calles dañadas de Tulkarem el pasado sábado 3 de agosto de 2024, después de otra tarde violenta. Los residentes regresaron a sus hogares después de una incursión israelí, durante la cual las excavadoras del régimen sionista destruyeron las carreteras principales, abrieron fuego indiscriminadamente y lanzaron gases lacrimógenos contra los periodistas.
Apenas horas después de que los residentes comenzaran a evaluar la destrucción de su comunidad a causa de la incursión israelí, recibieron noticias de otra tragedia: nueve jóvenes habían sido asesinados por las fuerzas israelíes en dos ataques aéreos separados en la ciudad.
Tulkarem, una pequeña ciudad en el noroeste de Cisjordania ocupada, justo en la Línea Verde, se ha convertido en el principal objetivo de las incursiones israelíes en los últimos años, desde el resurgimiento de los grupos de resistencia armada en el área en 2022.
La formación de la Brigada Tulkarem, que opera principalmente en los dos campos de refugiados de la ciudad, ha provocado una escalada en las operaciones militares israelíes, en las que "Israel" utiliza todo tipo de medios, desde soldados de a pie hasta ataques con drones, para tratar de aplastar a las milicias armadas, compuestas en su mayoría por jóvenes locales.
Sin embargo, desde el 7 de octubre, la represión en Tulkarem, en particular en el campo de refugiados de Nur Shams, se ha intensificado.
Las incursiones israelíes se han convertido en algo casi cotidiano. Son más destructivas y letales, de mayor duración y han transformado las vidas de los más de ocho mil palestinos que viven en los campos, todos ellos familias que fueron expulsadas de sus pueblos y aldeas originales en 1948. Para ellos, la vida se ha convertido en una lucha constante por la supervivencia bajo el ataque israelí, lo que ha afectado a todos los aspectos de la vida cotidiana.
Angustia, destrucción e impacto psicológico
Durante una de las numerosas redadas en Nur Shams en los últimos 10 meses, los soldados israelíes arrestaron a Samih Abu Harb, en su casa del campo.
Samih es un padre de unos cuarenta y tantos años que ha trabajado la mayor parte de su vida en la construcción, como la mayoría de los hombres del campo. Cuando fue arrestado, Samih pasó la noche detenido en un gran salón comunitario de Nur Shams, junto a docenas de civiles palestinos, sin saber cuándo iban a ser liberados.
Algunos llevaban niños, otros eran ancianos y estaban enfermos, y las fuerzas israelíes se los llevaron a todos de sus casas. Unas 45 personas, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, vieron cómo los soldados israelíes llamaban a los adolescentes para interrogarlos en los baños adyacentes.
“Los soldados allanaron mi casa, registraron cada habitación y luego me llevaron. Eran alrededor de las 16:00, hora local, y no me liberaron hasta la mañana siguiente”, dijo Abu Harb a Mondoweiss.
“Muchos de los detenidos en el pasillo eran mujeres o adolescentes, algunas de las cuales fueron interrogadas. Nadie durmió, porque todos se preguntaban cuándo nos liberarían los soldados”, recordó.
Era mediados de octubre de 2023, días después del ataque del 7 de octubre y del comienzo del asalto israelí a Gaza, y los detenidos no sabían que Nur Shams acababa de entrar en una nueva fase de la violencia israelí.
Durante esa redada, Abu Harb solo podía pensar en el resto de los miembros de su familia en casa, con la esperanza de que ninguno de ellos corriera la misma suerte que su hijo, Ayed, que había muerto en otra redada un mes y medio antes.
“No dejaba de pensar en Ayed, ya que su pérdida era reciente, y me preocupaba por el resto de la familia mientras oía los vehículos de la ocupación y los disparos afuera”, expresó Abu Harb.
Mientras Abu Harb y los demás se encontraban atrapados en el interior del salón comunitario, en las calles de Nur Shams, las excavadoras israelíes destruían el asfalto de las calles, dañando las redes de agua y alcantarillado.
Se trata de una práctica que existía antes del 7 de octubre, pero que desde entonces se ha convertido en una parte sistemática y rutinaria de las incursiones israelíes en Tulkarem y sus campos de refugiados.
“Cuando me liberaron a la mañana siguiente, volví a casa caminando entre calles arrasadas y edificios dañados. El agua de las cloacas corría al aire libre, las tuberías estaban arrancadas y montones de escombros y destrucción estaban esparcidos por todas partes”, relató Abu Harb.
“Era una visión dolorosa y lo único que podía pensar era en Gaza y en que, en cierto sentido, estábamos viviendo la misma situación”.
De acuerdo con Abu Harb, “cada vez que se produce un allanamiento, el municipio empieza a trabajar para reparar la infraestructura, pero pronto se produce otro allanamiento y los servicios vuelven a quedar destruidos”.
“La mayoría de los residentes de las partes altas de Nur Shams dependen actualmente de la compra de tanques de agua de 3 metros cúbicos cada uno, que cuestan hasta 250 shekels, lo que supone una carga elevada para la mayoría de los hogares”, explicó.
La visión de la nueva destrucción y de los escombros ha cambiado el paisaje de Nur Shams, aumentando el impacto psicológico en los residentes. El impacto más fuerte ha sido en las mujeres y los niños, como explica Nehayah Al-Jundi, residente de Nur Shams, madre y directora del centro de rehabilitación para niños discapacitados.
“Mi hija entiende lo que ocurre en el campamento, lo que hace que sea difícil protegerla de la realidad, aunque se adapta y comprende, no puede ocultar su miedo, que es constante”, explicó Al-Jundi.
“Para nosotras, las madres, es difícil proteger a nuestros hijos del trauma, porque nosotras mismas estamos traumatizadas”, añadió.
“Lo mismo ocurre con nosotros como comunidad. En el centro de rehabilitación, proporcionar nuestros servicios se ha vuelto muy difícil, ya que las fuerzas de ocupación han allanado el centro seis veces”, señaló.
Al mismo tiempo, “dañaron el ascensor, algunos de los juguetes educativos y otros contenidos, pero seguimos intentando ayudar a los niños y, en especial, a los discapacitados”.
El impacto de la violencia israelí sobre la comunidad en general siempre ha sido parte de la política de control del régimen sionista en áreas de actividad de resistencia.
Para muchos grupos de derechos humanos, y según la doctrina militar israelí, esto es parte de una estrategia de castigo colectivo, destinada a debilitar la base de apoyo popular de la resistencia.
“Hemos observado que el rendimiento escolar de los niños ha disminuido drásticamente, ya que muchos de ellos no han podido asistir a la escuela con regularidad debido a las repetidas redadas. Muchos sufren distracciones, miedo incontrolable y micción involuntaria, y para los discapacitados mentales es más difícil, porque no entienden lo que sucede a su alrededor”, argumentó Al-Jundi.
“El trauma más difícil para los niños es la falta de seguridad, incluso dentro de sus hogares, ya que muchos de ellos han presenciado redadas en sus hogares, arrestos de familiares e incluso su asesinato”.
Desde el 7 de octubre de 2023, "Israel" ha asesinado a 606 palestinos en Cisjordania, 298 de ellos durante incursiones en ciudades o campos de refugiados, sin contar los crímenes selectivos.
Sin seguridad, ni siquiera en casa
Los allanamientos a domicilios particulares son una parte esencial de las incursiones israelíes en comunidades palestinas, especialmente en los campos de refugiados. Estos allanamientos, que tienen lugar en mitad de la noche, mientras la mayoría de las familias duermen, siguen siendo traumáticos, a pesar de su repetición, debido a su violencia, como presenció Mohammad Elayyan, un residente de Nur Shams.
“Las fuerzas de ocupación asaltaron mi casa al principio de la guerra”, contó Elayyan a Mondoweiss .
“Los soldados irrumpieron en la casa y obligaron a toda mi familia a entrar en una habitación, luego comenzaron a registrar la casa de manera violenta, volcando muebles y rompiendo pertenencias. Luego arrestaron a mi hijo mayor y se fueron”, manifestó Elayyan.
Elayyan argumentó que liberaron a su hijo cinco horas después, pero hasta hoy, continúan en pánico por si hay otro asalto a su casa durante cada incursión al campamento. “También seguimos en pánico por las noticias de muerte, ya que esperamos otro asesinato en cada incursión”.
Las incursiones nocturnas son habituales en toda Cisjordania y lo han sido durante años. Durante ellas, las fuerzas israelíes suelen utilizar armas letales, lo que provoca heridas y muertes entre los palestinos.
En lugares como Tulkarem, donde los grupos de resistencia armados luchan contra los soldados israelíes, las muertes durante las incursiones se han convertido en algo habitual.
Y mientras las fuerzas israelíes matan a los combatientes, el ejército también ataca y mata a civiles, a veces por balas perdidas o por francotiradores israelíes, que toman posiciones en lugares altos antes de los ataques. Algunas muertes son repentinas e inesperadas, ya que los residentes pueden ser asesinados dentro de sus hogares.
“Fue un mes antes del comienzo de la guerra, cuando la ocupación hizo un asalto a Nur Shams como de costumbre”, recordó Samih Abu Harb.
“Mi familia y yo nos quedamos dentro de la casa cuando comenzó el asalto, con la esperanza de no correr peligro, y nos quedamos allí hasta que las fuerzas de ocupación empezaron a retirarse”, detalló.
“Mi hijo mayor, Ayed, se quedó en el balcón para ver la retirada de la ocupación y yo salí al balcón después de él”, relató Abu Harb.
“Las fuerzas de ocupación seguían disparando mientras salían y Ayed cayó al suelo gritando de dolor, pero pensé que estaba bromeando hasta que vi la sangre”.
“Ayed era un joven muy trabajador. Tenía 21 años, pero ya estaba construyendo su propio apartamento y preparándose para formar su propia familia”,narró con profunda tristeza Abu Harb.
“La noche antes de su asesinato, estábamos hablando de su apartamento y de cómo lo íbamos a preparar. No imaginé que lo perdería al día siguiente”.