Para debilitar el fascismo es necesario ser anticolonialistas
Si los pueblos latinoamericanos desean ser eficientes frente al colonialismo deben prestar atención al tema de la descolonización mental en la educación, en las estructuras de la autoridad política, en el ejército, descolonizar el Estado y la cultura.
El fascismo es el bombero del capitalismo y si queremos debilitarlo tenemos que ser anticolonialistas y acabar con las estructuras de dominación y paradigmas mentales como el racismo, subrayó el profesor de la Universidad de California en Estados Unidos, el puertorriqueño Ramón Grosfoguel.
A juicio del experto, el ascenso del fascismo ocurre hoy en muchos lugares del primer mundo, sobre todo en Europa, pero llama la atención que desde esos países no nace la convocatoria para investigar y profundizar en su historia, como sugirió el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, durante la sesión de la XXIII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos, celebrada en Caracas, en abril de 2024.
En la serie Apuntes para una agenda de investigación antifascista y descolonial trasmitida en su canal de Youtube, Grosfoguel señaló que ese tipo de demanda no puede generarse en el Viejo Continente porque es evidente la decadencia del pensamiento crítico de la izquierda al no dar respuesta a los desafíos y a la lucha a desarrollar para combatirlo.
Según el académico, la historia del fascismo tiene sus raíces en la etapa colonial o en los métodos de colonización usados contra todo el sur global.
Los métodos fascistas practicados en Europa por el líder del movimiento nazi en Alemania, Adolfo Hitler, fueron los mismos empleados por los imperios europeos en la dominación colonial en diferentes partes del mundo, incluido esclavizar poblaciones.
Por tanto, Hitler no debe ser interpretado como anomalía de la modernidad capitalista occidental porque es parte de la continuidad del colonialismo. Desde 1492 hacia acá, los colonizadores no hicieron otra cosa que clasificar la mayor parte de la población del mundo como seres inferiores, sujetos a ser exterminados.
Grosfoguel compartió la opinión del dramaturgo e intelectual de Martinica, Aimne Césaire de que el fascismo no es otra cosa que el ejercicio de las formas autoritarias y de dominación del colonialismo.
Césaire no miró a Hitler como una anomalía porque el Caribe conoció muchos Hitler en los últimos cinco siglos, y vivió el exterminio de poblaciones, el genocidio, la esclavitud, la explotación y la tortura de los colonialistas holandeses, franceses, españoles, portugueses, estadounidenses, alemanes y británicos.
Todos estos imperios llevaron a la región caribeña la lógica de dominación colonial revertida sobre ellos mismos durante los años 20, 30 y 40 del siglo pasado, durante la depresión económica mundial.
En aquel momento la obsesión era con los movimientos comunistas porque el sistema imperial los veía como una amenaza a sus intereses, recordó.
Además, la existencia de la Unión Soviética generó temores en las élites europeas de que los obreros de sus países fueran de alguna manera a simpatizar o a seguir el camino de la Revolución bolchevique.
Entonces, ante fantasma que recorrío Europa, como dijo Carlos Marx, el fantasma del comunismo, los imperialistas europeas optaron por el camino del fascismo.
Por tanto, apuntó Grosfoguel, los métodos autoritarios brutales de dominación, de exterminación, de esclavización, de colonización, usados toda una vida contra el tercer mundo, ahora son retomados en Europa para poner orden y disciplinar a los pueblos y evitar tomen el camino del socialismo.
La ideología racista como expresión del fascismo
Durante la disertación, Grosfoguel analizó la ideología racista como expresión del fascismo.
La obsesión de los fascismos europeos en el siglo XX fue contra los judíos, para ello canalizaron como chivo expiatorio el descontento de los trabajadores contra esa colectividad étnico-religiosa y cultural.
El fascismo en Europa siempre canalizó la energía de descontento contra obreros y no contra el sistema. Su base racista le sirvió de cemento para unir sectores que de otra manera hubieran sido enemigos del nazismo porque los colonizaron y dominaron con la invasión militar.
A criterio de Grosfoguel, los fascismos del siglo XX diseñaron un aparente estado de bienestar.
En sus campañas contra la Unión Soviética, ellos proveyeron a las clases trabajadoras de sus países de algunos logros relacionados con la salud, viviendas públicas y hicieron ciertas concesiones para cooptarlos al sistema de dominación fascista para salvar al capitalismo de su debacle.
No podemos hablar de fascismo sin analizar el sionismo
Para Grosfoguel, el fascismo del siglo XXI es neoliberal, lo privatiza todo, es la ley de la selva del mercado.
En ese punto, explicó, el racismo sigue presente, pero es islamófobo. En Europa, en particular, la islamofobia es el mecanismo para encauzar el descontento de las grandes masas.
Por tanto, a su juicio, es imposible hablar hoy del fascismo a escala mundial sin discutir el sionismo, brazo del imperialismo colonialista y de agresión contra los pueblos en Medio Oriente, de manera inmediata.
El sionismo no solo interviene en la región de Medio Oriente, está presente en todo el mundo, en Estados Unidos, Europa, América Latina, África, y financia a los grupos de extrema derecha en todo el mundo.
La ideología de refrencia juega un rol en la División Internacional del Trabajo de proveer la tecnología de vigilancia, de inteligencia, de control, de dominación de los pueblos.
Al buscar ejemplos sobre el asunto, Grosfoguel señaló a Palestina y Gaza, considerados laboratorios para el uso de las nuevas tecnologías para exterminar poblaciones.
Es “Israel” el promotor de la ideología islamófoba, racista, y para ello pasa dinero a la extrema derecha europea y de Estados Unidos con la idea de cooptar a estos países dentro de la órbita del sionismo, aseguró.
Para su existencia el sionismo depende de la ayuda exterior proveniente de Europa y Estados Unidos, y un cambio en la opinión pública de esos países puede poner en peligro la transferencia de recursos hacia la entidad de ocupación.
El sionismo, por medio de fundaciones, financia grupos de extrema derecha e islamófobos para crear en los pueblos el consentimiento de que asesinar palestinos significa acabar con terroristas.
Con ese objetivo, el sionismo utiliza toda una narrativa racista y presenta a los palestinos como bárbaros, seres y violentos, y así justificar la represión de estas poblaciones ante el primer mundo.
De acuerdo con Grosfoguel, estamos en presencia de una especie de complicidad global para que el primer mundo mantenga la idea de que el sionismo está haciendo algo correcto.
Para el profesor universitario, sin la ayuda de Europa y Estados Unidos, “Israel” es un proyecto insostenible, y los logros alcanzados por la resistencia son evidencias de ello, a pesar a la desigualdad tecnológica entre el Estado sionista y el pueblo palestino.
La descolonización como proceso de ruptura política
En el tercer mundo la violencia brutal tiene su génesis en la historia colonial. Las élites criollas, sobre todo en América Latina, mantienen una cultura colonialista, racista y deshumanizadora, señaló Grosfoguel.
La complicidad imperial y de las oligarquías criollas para mantener el control, la dominación y la explotación sobre la periferia está expresada en una combinación explosiva por medio de la implementación de regímenes autoritarios y golpistas sobre los países de América Latina.
Hoy el sionismo está detrás de Javier Milei (presidente de Argentina), de Jair Bolsonaro (exgobernante de Brasil), de la extrema derecha venezolana, está detrás de la oligarquía colombiana, y desde alí pretenden cercenar el proceso en la nación bolivariana.
Si los pueblos latinoamericanos desean ser eficientes frente al colonialismo deben prestar atención al tema de la descolonización mental en la educación, en las estructuras de la autoridad política, en el ejército, descolonizar el Estado y la cultura, advirtió.
El experto llamó la atención sobre el Plan 7T para la transformación de Venezuela propuesto por el mandatario Nicolás Maduro en los próximos seis años de presidencia, cuyo punto central es la descolonización como vía más eficiente para construir y garantizar el éxito de los nuevos proyectos.
A pesar de todos los intentos y todos los ataques, Venezuela fortalece el proceso de las comunas, cuya subjetividad crea una cultura antítesis para cualquier proyecto fascista.
Grosfoguel sugirió la observación de cierta tendencia o patrón aparecidos en los denominados gobiernos tibios de izquierda.
Cuando esa “izquierda” llega al poder y no toma un camino radical para romper con el pasado caen en las lógicas electoralistas y traicionan las promesas de campaña, a los trabajadores y a los pueblos, los cuales de alguna manera quedaron convencidos de votar por ellos como solución a la crisis.
Por tanto, la inconsecuencia de esta izquierda tibia termina conciliada con el imperialismo, el capitalismo, la dominación, la explotación, y abraza las políticas racistas, antinmigrantes y represivas contra los pueblos originarios.
A su vez, ese fenómeno de decepción masiva no permite un cambio en la subjetividad de los trabajadores, por el contrario, los derechiza.
En su opinión, ello ocurrió con los gobiernos de los Fernández en Argentina y la sucesión de Milei, y pudiera suceder también con Boric en las próximas elecciones en Chile.
No podemos ser de izquierda y no ser antimperialista. La izquierda en el poder debe asumir la radicalización del proceso como en Venezuela, buscar una alternativa diferente a la derecha y los sectores más extremistas.
Davos y las élites nacionalistas de extrema derecha
Otro de los temas tratados por Grosfoguel fue la campaña contra el mundo multipolar por medio de la agresión fascista de los imperialismos occidentales dirigidos por Estados Unidos contra Rusia vía Ucrania y la avalancha hacia China a través de Taiwán.
La alianza fáctica entre el OTAN, el imperialismo estadounidense y la extrema derecha europea promueve la ideología nazi, punta de lanza contra Rusia, para socavar el mundo alternativo.
El mundo unipolar no es homogéneo, hay contradicciones e intereses encontrados. Por un lado, están las élites de Davos y, por otro, los representantes de los nacionalismos de extrema derecha como Marine Le Pen y Donald Trump, entre otros.
Los primeros son conscientes de la crisis terminal del capitalismo por la catástrofe ecológica producida por ese sistema, y buscan, por sobre todas las cosas, la salvación de ellos como clase dominante porque se trata de élites capitalistas transnacionales, capital financiero puro y duro, y brindan soluciones fascistas a los problemas y para ello construyen distopías como la destrucción de la vida humana con el concepto de transhumanismo.
En cambio, los de la extrema derecha, los fascistas tradicionales, tienden a negar el problema del desastre ecológico-planetario y asumen como solución el exterminio y el genocidio focalizados.
Como parte de la invitación del presidente Maduro a estudiar el fascismo, Gosfroguel instó a estudiar la agenda de Davos porque ellos emplean en Palestina la inteligencia artificial como un mecanismo de genocidio de un pueblo.
Algunos representantes de ese foro son defensores de China porque en su fantasía fascista la ven como un Estado autoritario mundial, bajo un sistema de dominación-explotación modelo.
También son partidarios de los movimientos feministas y LGTB, pero no por las mismas razones de la izquierda.
Ellos los aprecian como supuestos mecanismos de control de población, uno a través del aborto y el otro en las relaciones sexuales no reproductoras de seres humanos, subrayó.