José Pepe Mujica: Su vida lo hizo eterno
Enseñó que la libertad no se compra, sino que se practica; que la pobreza es un estado del alma y que la felicidad cabe en una casa de zinc.
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José Pepe Mujica: La vida lo hizo eterno. Foto: AFP.
La muerte vino para llevarse al expresidente de Uruguay José Pepe Mujica lejos, no a las lápidas y mármoles fríos, sino allá, donde descansan los guerreros.
Hombres como él, con luz en el pensamiento merecieran vencer los golpes de la vejez, del tiempo y de la batalla silenciosa contra las enfermedades.
Ahora es difícil resignarse si ya no está quien se enamoró en plena lucha, rechazó un palacio presidencial para vivir en una casa con techo de zinc y libraba una batalla contra el cáncer desde la granja donde cultiva crisantemos.
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José Pepe Mujica. Foto: AFP.
Pepe Mujica poseía ese extraño don de los verdaderos filósofos para armar con la palabra y vivir sin banalidades…
Lo demostró al transformar el dolor de sus años en prisión en lecciones: "Aprendí que si no eres feliz con poco, no lo serás con mucho. La soledad de la cárcel me enseñó a valorar lo esencial".
Publicaciones en redes sociales hoy se inundan con sus palabras, las que nunca se perderán aún después del final... "No vivo mirando atrás, porque la vida es porvenir y cada amanecer una promesa", o su definición de libertad: "Ser libre es gastar tu tiempo en lo que amas".
Sobre la escasez, sentenció: "Pobre no es quien tiene poco, sino quien ansía demasiado. Yo no vivo en pobreza, sino en austeridad consciente".
Y aunque admitió: "Mi generación quiso cambiar el mundo y fuimos aplastados, sigo soñando con una humanidad más justa".
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José Pepe Mujica: La vida lo hizo eterno. Foto: AFP.
Así era él en sus clases del maestro y de voz, musa sabia. Fue un compañero de ruta del aymara Evo Morales, del sindicalista metalúrgico Lula da Silva, del militar nacionalista Hugo Chávez y del economista y académico Rafael Correa.
La muerte vino a llevárselo lejos, pero fracasó en su intento: quien nació eterno, jamás muere.