Puede ser caliente o frío, variar según el tipo de hoja o diferir en dependencia del país… lo cierto es que el té es una bebida rehabilitadora para el espíritu.

Atendiendo a su historia y beneficios para la salud, en 2020, la Organización de las Naciones Unidas declaró el 21 de mayo Día Internacional de esta infusión. 

Su capacidad para mejorar el estado de ánimo es uno de sus grandes encantos. Los científicos investigan si esto proviene de la composición o de su manera de consumir: preparar la sustancia, elegir un recipiente y sentarse a tomar un respiro.

Una revisión bibliográfica de 2017 realizada en más de 100 análisis reveló que el producto beneficia al cerebro de tres maneras: reduce la ansiedad, mejora la atención y potencia la memoria.

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También sorprenden los análisis relacionados con las probabilidades de ofrecer una vida más larga, una presión arterial baja y la eliminación de grasas. 

A excepción de los suplementos del té verde, asociados con daño hepático y del consumo muy caliente, vinculado con el cáncer de esófago, los expertos identificaron muy pocos inconvenientes en este alimento. 

Su historia está tejida a la época de las seis dinastías (589-222 antes de Cristo) en China, cuando empezó a expandirse en el sur del territorio.

Las grandes caravanas comercializaron la hojas medicinales, y así alcanzaron cotas como el Himalaya o Japón hacia el año 800 después de Cristo. 

Más tarde, llegó al Mediterráneo Oriental con los viajes de los comerciantes árabes a lo largo de la Ruta de la Seda.

A medida que su popularidad se extendió, devino una parte integral de la identidad cultural de la región y en países como Marruecos es bebida nacional.