El ácido úrico elevado a menudo pasa desapercibido hasta que causa un ataque doloroso. Este problema, lejos de ser menor, puede derivar en complicaciones serias como la gota, una forma de artritis muy molesta.

¿Qué es el ácido úrico y por qué importa?

El ácido úrico es un compuesto químico que el cuerpo genera de forma natural al descomponer unas sustancias llamadas purinas, presentes en muchos alimentos y en nuestras propias células.

La problemática surge cuando este sistema se desajusta, ya sea por una producción excesiva o por una eliminación deficiente. Los valores de referencia en sangre se sitúan entre 3,4 y 7,0 miligramos por decilitro (mg/dL).

Superar este umbral de forma sostenida (hiperuricemia) provoca que el ácido úrico se cristalice y se deposite en las articulaciones, causando dolor e inflamación.

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Formación y metabolismo del ácido úrico

El proceso es simple: al metabolizar las purinas, el cuerpo las convierte en ácido úrico. Este viaja por el torrente sanguíneo hasta los riñones, que actúan como un filtro, expulsando la mayor parte a través de la orina.

Factores de riesgo y causas subyacentes

¿Por qué a unas personas les sube el ácido úrico y a otras no? No es cuestión de culpas, sino de conocer tu cuerpo y tu estilo de vida.

Aquí se encuentra la mayor oportunidad de intervención. La dieta rica en purinas (carnes rojas, vísceras, mariscos, embutidos), el consumo excesivo y bebidas azucaradas, el sobrepeso y la hipertensión son los principales detonantes.

Ciertos medicamentos, como algunos diuréticos, también pueden elevar los niveles de ese compuesto. 

Factores no modificables

La genética juega un papel crucial; si tienes antecedentes familiares, tu riesgo es mayor. El género también influye, siendo más común en hombres que en mujeres antes de la menopausia.

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Dieta baja en purinas

Es el pilar del tratamiento. Limitar el consumo de carnes rojas puede reducir los niveles de ácido úrico entre un 15 por ciento y un 20 por ciento.

Prioriza una dieta basada en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.

Los lácteos desnatados demostraron un efecto protector. Alimentos como las cerezas, por su poder antiinflamatorio, son especialmente recomendables.