Tres cartas, 50 expertos y 243 medidas
En tanto la mayor superpotencia que jamás haya existido en la historia de la humanidad continúe boicoteando dos naciones en vías de desarrollo, los sufridos ciudadanos de ambos países intentarán buscar mejor fortuna. No es solo un razonamiento hipotético sino que se ha demostrado en la práctica.
Verónica Escobar y otros 20 miembros demócratas de la Cámara de Representantes estadounidenses enviaron, el pasado mayo, una carta al provecto Emperador Biden solicitándole, encarecidamente, que levantara las "sanciones" –también conocidas como medidas coercitivas unilaterales, o simplemente bloqueo– impuestas contra Cuba y Venezuela. ¿Arrebato de solidaridad? Quizá, no lo descartemos del todo; sin embargo, probablemente haya pesado mucho en esa decisión el hecho de que la mayoría de los firmantes de esa misiva representan a distritos situados en (o cercanos a) la frontera de Estados Unidos con México. Su razonamiento: mayor asfixia económica, más migración irregular.
Pareciera una ecuación muy sencilla: en tanto la mayor superpotencia que jamás haya existido en la historia de la humanidad continúe boicoteando dos naciones en vías de desarrollo, los sufridos ciudadanos de ambos países intentarán buscar mejor fortuna. No es solo un razonamiento hipotético sino que se ha demostrado en la práctica. Mientras mayor ha sido el recrudecimiento de la guerra económica, mayor ha sido la migración.
Sin embargo, a otro político igual de demócrata que Verónica Escobar, el pundonoroso senador Robert Menéndez (Bob para los amigos), la carta de sus colegas le pareció casi ofensiva, quizá no tanto por la letra de la epístola per se, sino por la calurosa acogida mediática que le prodigaran medios tan influyentes en el escenario político estadounidense como The Washington Post y The New York Republic. Para el bueno de Bob, revertir esas "sanciones" tan legítimamente impuestas, implicaría una traición a los "valores democráticos" y no resolvería los "factores subyacentes" de la crisis (¡Qué profundo, Bob!).
Aguijoneado por la misiva de sus colegas, Bob entró en catarsis epistolar, y les envió una carta de réplica en la cual, sabiamente, les explicaba que cubanos y venezolanos no abandonaban su patria por dificultades materiales derivadas de la guerra económica, sino por el "yugo de brutales dictaduras", la represión violenta, la "mala gestión" y los "sobornos generalizados". En la misma línea de su homólogo republicano, el caro senador Marco Rubio –¡oh, paradojas de la política yanqui!–, Menéndez repite la retórica de que el bloqueo, en realidad, no afecta a la población, que es apenas una excusa esgrimida por los tiranos del Eje del mal para justificar su ineptitud administrativa.
No hay que ser un experto en Economía o en Política para responder a ese discurso con una sencilla pregunta: y entonces ¿por qué no nos quitan la excusa? Mas, siendo experto, esa pregunta cobra, ad verecundiam, mayor peso. Y si son 50 los expertos, mayor peso aún. Así sucedió: medio centenar de economistas, historiadores, politólogos, académicos y especialistas en política internacional rubricaron una tercera carta, dirigida a Bob Menéndez, en la que le rogaban que dejara de difundir la "falsa narrativa" sobre la "inexistente" relación entre las "sanciones" contra Cuba y Venezuela y la crisis migratoria.
"No hay ninguna investigación seria que apoye este reclamo", afirmaron en su carta los expertos, yendo todavía más lejos cuando instaron al senador Menéndez a que, si realmente le preocupan los derechos humanos de cubanos y venezolanos, cese de apoyar las "medidas crueles" que "causan un profundo sufrimiento, alimentan las emergencias humanitarias y empujan mucha más gente a migrar a Estados Unidos".
Entre los expertos, se encuentran el historiador y ganador del Premio Pulitzer Greg Grandin; el exministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, y los importantes economistas Ha-Joon Chang y Jayati Ghosh. Veremos a quién presta atención el Emperador en este intercambio de misivas, que no puede derogar el bloqueo en su totalidad pero sí puede atenuar, y en buena medida anular los efectos más nocivos del aparataje político-normativo que se utiliza hoy contra Cuba. No obstante, y para regocijo siniestro de Bob, Marco y el resto de los goodfellas, Biden parece estar dejando pasar los días, sin siquiera haber hecho algo en concreto para revertir las 243 medidas tomadas por su supuesta antítesis, Mr. Donald Trump.
Ciertamente, son muchas –demasiadas– las paradojas de la política yanqui, y no caben ni en tres cartas ni en una columna sabatina.