¿Cómo interpretará “Israel” la escena del “suicidio saudí” en Jizan?
No estaba en las estimaciones y los cálculos del régimen saudí, junto con los estadounidenses y los israelíes, que Yemen crecería de esta manera, a pesar de la crueldad de la guerra y el impacto de su crisis humanitaria.
La reciente operación de las fuerzas armadas en el frente de Jizan no fue habitual ni fugaz, sino que constituyó una clara y vergonzosa exposición estratégica del régimen saudí, que, tras la ruptura de la coalición, se encontró solo ante un gran dilema estratégico e histórico, ya que entró arrogantemente en la ecuación del dinero, armas y la movilización de países y mercenarios, impulsado por la alianza imperialista estadounidense - israelí, para proteger sus intereses y contener sus temores de una guerra de consecuencias y resultados no calculados.
El régimen saudí cometió un gran error estratégico, primero cuando respondió a la solicitud de Washington de lanzar una agresión contra Yemen, y asumió un papel que excede su poderío en el equilibrio regional y excede sus capacidades de acuerdo con la teoría del rol de las naciones en las relaciones internacionales; en segundo lugar, cuando tuvo la ilusión de poder cosechar los frutos de la guerra para su beneficio en pocas semanas, sin aprender nada de la historia de los invasores y sus experiencias en Yemen el “cementerio de los invasores”, y en tercer lugar, cuando apostó por la corta duración de la guerra y el debilitamiento del oponente, con la esperanza de derrotar y aplastar a los yemeníes, descubriendo posteriormente que los vientos de los siete años de guerra soplaban en dirección contraria a lo que deseaban los buques de Riad, Washington y Tel Aviv; ya que la guerra representó un factor de fuerza para los yemeníes que pudieron llevar la batalla con la ayuda de sus misiles y drones a las profundidades de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y quizás posteriormente a las profundidades del enemigo israelí dentro de la Palestina ocupada; además de la expansión del poder ascendente en Yemen a nivel popular y político, en todos los niveles, y la transformación de Yemen en una potencia regional que constituyó un agregado cualitativo al eje de resistencia contra los proyectos estadounidenses - israelíes en la región.
No estuvo en las estimaciones y cálculos del régimen saudí, junto con el de Estados Unidos e "Israel", que Yemen crecería de esta manera, a pesar de la crueldad de la guerra y la crisis humanitaria, pero hoy se enfrentan a la verdad que temían, a pesar de la guerra, el asedio y los esfuerzos por empequeñecer y dimensionar a Yemen, y es que Yemen posee tecnología de fabricación militar en múltiples líneas de producción y para muchos tipos de misiles y drones balísticos y de precisión; es más, la profundidad saudí quedó al alcance de su armamento, de sus misiles y drones, y la geografía del reino se ha visto estratégicamente expuesta al fuego yemení, ante la impotencia de los sistemas de defensa “Patriot” y de otros sistemas.
No hay duda de que el cambio cualitativo en Yemen preocupa a “Israel”, que ahora teme, como dijo Netanyahu, un “golpe potencial y repentino” de su parte; más bien, los israelíes ahora reconocen su capacidad para hacerlo y describen a los yemeníes como “poseedores de dedos ligeros con el gatillo”; lo que más preocupa a “Israel” es que Hezbollah y el resto de los movimientos de resistencia poseen armas estratégicas, como las que posee Yemen.
Hay un factor de fuerza representado en la doctrina del combatiente yemení y de su capacidad para lograr avances cualitativos en la frontera sur de Arabia Saudita, ante la incapacidad del ejército saudí y de los mercenarios de diversas nacionalidades de proteger a esas fronteras abiertas con Yemen; y a pesar del desequilibrio de poder en cuanto al potencial del material militar, el combatiente yemení logro que los mayores países productores de petróleo y el tercer país más grande en términos de gasto militar, mordieran el polvo y que se empantanaran en el lodazal de Yemen y de la derrota.
La reciente operación de Jizan demostró la fragilidad de ese país, y reveló que posee un ejército de papel que carece de una doctrina combativa, y demostró que el dinero, la compra de consciencias, la movilización y la superioridad en la calidad de armamento y la aviación no hacen una victoria ni deciden una batalla; aunque las posiciones sauditas en Jizan se encuentran fortificados y equipados con armamento sofisticado, rodeados de cámaras térmicas y todos los medios de vigilancia, y a pesar de que sus avanzados aviones no abandonan el cielo de la región, y sus incursiones no se detienen, todo eso fracasó y han sido derrotados ante un ejército de hombres “descalzos” que pudieron inspeccionar los sitios saudíes desde una distancia corta; hasta el punto que el equipo de reconocimiento pudo definir de cerca la fisionomía de los combatientes y mercenarios sauditas, según fuentes desde el terreno, que confirmaron que la avanzada de los combatientes yemeníes se acercaron con armamento ligero personal y pudieron, en un tiempo récord derribar cerca de cuarenta posiciones militares cercanas a la ciudad de al Khouba, en la circunscripción de Jizan, dentro de un área geográfica estimada en ciento cincuenta kilómetros cuadrados, quemando y destruyendo cerca de sesenta vehículos blindados estadounidenses, y donde murieron doscientas personas entre oficiales y soldados, y decenas fueron capturadas, mientras que algunos combatientes saudíes, sudaneses y yemeníes, durante su fuga apresurada, recurrieron al suicidio arrojándose desde los acantilados de Jizan, en un escenario insólito y quizás sin precedentes en la historia de las guerras modernas.
La operación de Jizan constituyó una adición cualitativa a la lista de amplias y exitosas operaciones terrestres, comenzando con la operación “Victoria otorgada por Dios” en el frente de Najran, hasta la operación “al Bunyan al Marsous” en el frente de Nahm, que trasladó la amenaza desde la puerta este de la capital Sanaa a las puertas de Ma'rib, pasando por la operación que hizo posible la liberación de la provincia de al Jawf, que es rica en sus reservas petroleras.
Si bien esta operación constituyó una adición cualitativa, también reveló el alto nivel de profesionalismo y experiencia del ejército yemení y los Comités Populares en cuanto a tácticas, planificación, ejecución, superación de obstáculos y la superación de las técnicas avanzadas de vigilancia; también mostró una elevada moral; el fotógrafo de los medios de comunicación de guerra solía decir sarcásticamente ante cada ataque aéreo saudí: “plástico, saudí, plástico”; el combatiente yemení se caracterizó por su temple a diferencia del combatiente saudí que se apresuró a suicidarse antes de enfrentarse a las armas ligeras en manos de combatientes de alto calibre.
El combatiente yemení logró un éxito evidente en la operación de Jizan, tanto militarmente como en los medios de comunicación; por otro lado, los saudíes sorprendidos y avergonzados describieron lo sucedido como hechos “fabricados”, tal como lo señaló el portavoz militar del ministerio de Defensa saudí, Turki al Maliki.
Desde un punto de vista estratégico, ante la obstrucción del horizonte bélico y la terquedad del régimen saudí en aceptar la derrota y pagar el precio por la aventura en Yemen, preguntamos: ¿Cuál es la magnitud de la victoria que logrará Yemen, en caso de que Arabia Saudita sigua persistiendo después de siete años de fracaso?
Aquí, evoco lo dicho por el difunto estratega Anis al Naqash, quien describió la guerra en Yemen como “una guerra existencial para la supervivencia futura de la familia saudí en la región, y un preludio, no solo de la derrotar a su ejército, sino también para cambiar los mapas de la península arábiga, y así derrotar un importante proyecto imperialista estadounidense sionista cuya herramienta era Arabia Saudita y sus mercenarios”.
Concluimos esto con una pregunta: ¿Cómo interpretará “Israel” este desarrollo de los acontecimientos? ¿Y cómo leerá el suicidio del ejército saudí frente a los combatientes yemeníes, después de que Sanaa anunciara más de una vez su voluntad de enviar a cientos de miles de combatientes para apoyar los movimientos de resistencia en Palestina y Líbano en cualquier guerra futura? A pesar de que a la resistencia no le faltan combatientes tan fuertes como los yemeníes, pero ¿Cuál será el destino de los sionistas si la fuerza del pueblo de Yemen se une a la fuerza del pueblo del Levante y otros combatientes libres en la batalla de “la promesa final”?