El lobby emiratí y la decadencia estadounidense
Hace unos días, el Middle East Institute en Washington publicó los resultados de la primera conferencia política sobre El Líbano que tuvo lugar durante dos semanas a fines del mes pasado de mayo y principios del presente mes de junio, y fue organizada por el propio Instituto en asociación con el equipo especializado en asuntos libaneses “American Task Force for Lebanon”y la organización internacional “ Life ”para banqueros libaneses.
La conferencia, organizada y auspiciada por el Instituto Estadounidense del Medio Oriente sobre El Líbano, en cooperación con el Fondo de Ayuda de Emergencia de la Red Internacional de Banqueros Libaneses (LIFE) y el Grupo de Trabajo Estadounidense sobre el Líbano (American Task Force On Lebanon), la cual se desarrolló a lo largo de dos semanas desde finales de mayo pasado hasta comienzos del mes en curso, se enmarca dentro de los esfuerzos tenaces realizados por fuerzas políticas y grupos de presión en los Estados Unidos para influir en las políticas de la administración Biden hacia la región y El Líbano; parece que los crecientes temores sobre la posibilidad de que los intereses de la administración puedan girar en torno a sus anunciadas prioridades internas, políticas, económicas, sociales e internacionales, relacionadas con la contención cada vez mayor con Rusia y China, y la consecuente disminución de su enfoque en cuestiones relacionadas con el Oriente Medio, es el principal impulsor de estos esfuerzos; si la identidad política de los dos socios del Instituto en esta conferencia es clara, así como su alineación con conocidos partidos políticos libaneses, los antecedentes de la contribución de una institución “académica de renombre” como lo es el “Instituto del Oriente Medio” en una campaña de propaganda político-mediática son dignos de atención y presenta un nuevo modelo sobre la capacidad de los grupos de presión y lobbies que trabajan en beneficio de partes foráneas, los Emiratos Árabes Unidos en nuestro caso actual, para emplear las relaciones especiales que ha tejido con los centros de “ráfagas de ideas”, gracias a su “gran generosidad” con la misma, además de su amplia red de contactos en los círculos políticos, empresas y medios de comunicación, con el fin de incidir en el proceso de formulación de la política estadounidense hacia la región; esto ocurre en el contexto de lo que algunos analistas describen como la “decadencia estadounidense”, o en otras palabras, la privatización de la política exterior de Washington, y es causado por el peso creciente de los intereses privados comunes de sectores de la elite política y económica estadounidense y países extranjeros, a la hora de definir los intereses nacionales vitales del país y determinar las políticas que les favorecen, a pesar de que estas dos tareas son, en principio, prerrogativas soberanas del Estado; lo que también es notable es que el “cordón umbilical” que unió a Trump, su familia y varios de los dirigentes destacados de su administración con la familia gobernante en Abu Dhabi, y las diversas formas de apoyo que esta última le brindó con la esperanza de asegurar las condiciones adecuadas para su reelección, no tuvo las repercusiones esperadas en la postura de la administración Biden al respecto, porque supo, dada su “generosidad ilimitada”, cómo ganarse el cariño de los fuerzas influyentes en el Partido Demócrata, especialmente los influyentes en las instituciones políticas, económicas, de investigación y de los medios de comunicación.
El “Instituto del Medio Oriente”, uno de los organizadores de la conferencia sobre El Líbano, y la institución académica que no pertenece a partido alguno, una institución de “renombre” y este es un hecho importante, se estableció en 1946 con el fin de realizar estudios sobre el Medio Oriente, y es uno de los organismos que disfruta del patrocinio especial de parte de los Emiratos Árabes Unidos; solo en 2016, según un estudio preparado por el investigador Ben Freeman para el Centro de Política Internacional titulado “El Lobby Emiratí: Cómo los Emiratos Árabes Unidos ganan en Washington”, como parte de la Iniciativa de transparencia sobre influencia foránea, el instituto obtuvo veinte millones de dólares de los gobernantes de Abu Dhabi; este patrocinio incluye otras instituciones y centros de investigación relacionados con la política exterior, como el “Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales”, el “Instituto para el Progreso Americano”, el “Instituto de Washington de Estudios del Cercano Oriente”, el instituto “American Enterprise”, el instituto “Aspen”, el “Atlantic Council”, el “Centro Belfair” de la Universidad de Harvard, el “Instituto Brookings”, el “Carnegie Endowment for World Peace” y la “RAND Corporation”, como parte de un esfuerzo por influir en el “entorno de erudición predominante entre los que deciden la política estadounidense”, según el investigador Colin Powers, en su notable estudio “Ganarse a Washington... Cómo explota Abu Dhabi la decadencia política”, publicado en el sitio web de “Noria Research”; entre 2014 y 2018, Emiratos Árabes Unidos pagó 15.4 millones de dólares a ocho de los centros antes mencionados por sus servicios; Powers señala que la definición de centros de estudios en la legislación estadounidense como “instituciones sin fines de lucro” no obliga a estas últimas a informar al Servicio de Impuestos sobre sus propias fuentes de financiamiento, lo que significa que las cifras que aparecen en su estudio y aquellas elaboradas por Ben Freeman , sobre la financiación de los Emiratos Árabes Unidos a estos centros, es solo la punta del iceberg.
En resumen, el papel de estos centros es producir y promover un discurso adecuado a los intereses comunes de Abu Dhabi y los bloques de peso en el Estado, especialmente el complejo industrial- militar, que ocupa un lugar destacado entre sus clientes, el mundo de la política y los negocios y ridiculiza los análisis y posiciones diferentes y / o contradictorias con sus principales supuestos; y dado que la “generosidad emiratí” también incluye a periodistas que trabajan en los principales medios de comunicación, candidatos a elecciones legislativas y organizaciones “civiles sin fines de lucro”, incluidas algunas organizaciones sionistas importantes como el Comité Judío Estadounidense y la Liga Antidiscriminación, todos estos contribuyen a la difusión y promoción de las tesis y del discurso propagandístico emiratí previamente señalado; es natural que todas estas partes intenten mostrar la coherencia de sus discursos y posiciones con los más altos valores e intereses nacionales de Estados Unidos, porque esta es una de las condiciones para su éxito en el desempeño de la tarea que le encomiendan sus operadores; sin embargo, Powers no pierde de vista los intereses y los cálculos privados de los centros de estudio y de quienes ahí laboran: “Los sociólogos han demostrado reiteradamente que la supervivencia y la reproducción de las condiciones de continuidad son consideraciones vitales para cualquier institución, incluidos los centros de estudio”; la intención declarada de la administración Biden de retirarse parcial y gradualmente del Medio Oriente produce una especie de pánico entre sus aliados del Golfo y los israelíes, hecho que los impulsará a organizar muchos eventos y actividades similares a la última conferencia sobre el Líbano, con el fin de disuadirla, y no les resultará difícil reclutar instituciones académicas “respetables y prestigiosas” para organizar o participar en las mismas en una época de decadencia estadounidense.