Los orígenes de la Revolución cubana de 1959
“El Presidente de los Estados Unidos no considera necesario conseguir la autorización previa del Presidente de Cuba para mandar a un representante especial”
Codiciada a partir del inicio del siglo XIX por los Estados Unidos, que deseaba anexarla a su territorio, Cuba vivió bajo la constante amenaza de ver al poderoso vecino, que le negaba el derecho a una existencia soberana, poner en tela de juicio su aspiración a la independencia.
Última colonia española del continente en emanciparse de la opresión ibérica tras más de treinta años de lucha llevada a cabo bajo la egida de Carlos Manuel de Céspedes y José Martí, la isla del Caribe vio sus esfuerzos destruidos por la intervención militar de Washington en 1898, que estaba resuelto a obstaculizar la búsqueda de libertad de los cubanos y apoderarse de su país.
La primera bandera que se izó en el cielo de Santiago de Cuba, cuna de las luchas revolucionarias, tras la liberación de la ciudad de las tropas españolas, no fue la de la estrella solitaria de los mambises sino la del nuevo invasor venido del Norte. Esa afrenta marcó profundamente la memoria colectiva de los habitantes de la isla, que no olvidarían esa herida.
La ocupación militar, la imposición de la enmienda Platt y las múltiples intervenciones armadas de los Estados Unidos en los asuntos internos de la isla durante las primeras décadas del siglo XX simbolizaron el advenimiento de la República neocolonial, recordando crudamente a los cubanos el carácter ilusorio de su soberanía.
Cuando en 1933 el pueblo se sublevó contra la autocracia de Gerardo Machado, exigiendo a la vez soberanía y justicia social, Washington intervino otra vez para reducir a nada las esperanzas de una emancipación mayor. Impuso la figura de Fulgencio Batista, que dirigió el país de una forma y otra hasta 1958, con la excepción del periodo entre 1944 y 1952 cuando el Partido Auténtico ocupó el poder hasta el golpe de Estado del 10 de marzo y la instauración de un régimen militar que duró seis años con el apoyo de la administración de Eisenhower.
En los sobresaltos de esta historia atormentada hecha de humillaciones y frustraciones, de ofensas e insatisfacciones, se encuentran los orígenes de la Revolución Cubana de 1959 liderada por Fidel Castro.
La aspiración unánime de todos los cubanos era emanciparse de la pesada influencia de los Estados Unidos, decidir ellos mismos su propio destino y gozar plenamente de sus recursos naturales.
La búsqueda de una independencia verdadera, el deseo de una vida más digna, la exigencia de justicia social y la necesidad de una repartición más equitativa de las riquezas nacionales nutrieron el movimiento insurreccional que derrocó la dictadura de Fulgencio Batista y elaboraron el proyecto de transformación socioeconómico más radical de la historia de América Latina.
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