¿Cómo se convirtieron “Tiran y Sanafir” en una trampa para la normalización con Arabia Saudita?
Es probable que en meses, y posiblemente en las próximas semanas, la región sea escenario de acontecimientos peligrosos cuyas consecuencias serían muy graves.
Informes periodísticos fidedignos señalaron que, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitará Medio Oriente para colocar los toques finales a un acuerdo cuadripartito que incluye además de Estados Unidos, a Arabia Saudita, Egipto e “Israel”, y que tiene como objetivo permitir que Arabia Saudita imponga su plena soberanía sobre las islas de Tirán y después evacuar las fuerzas multinacionales que todavía se encuentran estacionados ahí, de conformidad con el tratado de paz egipcio-israelí firmado el 26 de marzo de 1979,
Para garantizar que “Israel” acepte hacer esta enmienda a un tratado de “paz” egipcio-israelí y el cual requiere del consentimiento de ambas partes para que entre en vigor, Estados Unidos intentará persuadir a Arabia Saudita de que acepte a cambio dos solicitudes israelíes: la primera, es la de permitir la apertura de su espacio aéreo a los vuelos comerciales israelíes hacia la región del sudeste asiático, y la otra permitir vuelos israelíes desde Israel a Arabia Saudita directamente para transportar peregrinos palestinos portadores de la nacionalidad israelí.
Varios observadores creen que este paso crucial marcaría, en caso que se dé, el comienzo de una normalización gradual de las relaciones entre Arabia Saudita e “Israel”, lo cual podría terminar con la firma de un tratado de “paz” completo entre las dos partes; estos observadores señalan que Biden está muy interesado en tener éxito en este esfuerzo para poder presentarlo al votante estadounidense como un logro que favorece a “Israel”, y espera que lo ayude en las elecciones de mitad de período para el Congreso, que se celebrarán en noviembre próximo.
De ser esto cierto, estos informes plantean una serie de interrogantes que se imponen en este caso: ¿Estaba Arabia Saudita realmente consciente, al insistir desde principios de la década de 1990 en que las dos islas le pertenecen, y al hacer esfuerzos para recuperarlas e imponerles la plena soberanía saudí, de que hay un precio que pagar a cambio, y que este precio sería nada más ni nada menos, que la normalización formal de sus relaciones con “Israel”?
Suponiendo que Arabia Saudita sabia esto desde el comienzo, ¿Acaso estaba preparada política y psicológicamente para pagar este precio, que algunos pueden considerar como muy alto e injustificado? o podría ser que haya sido arrastrada inconscientemente hacia un terreno en el que al inicio no podía evaluar la magnitud de los peligros que oculta?
¿Puede Arabia Saudita evaluar ahora la magnitud de las consecuencias estratégicas y los peligros de avanzar por este camino? ¿Podría apartarse de este camino en el último minuto? o ¿es que sabe lo que quiere y ha elegido voluntariamente este camino? Para responder a estas interrogantes, tratemos de poner la historia en un contexto que permita al lector comprender sus detalles y comprender sus dimensiones.
El 8 de abril de 2016, durante la visita del rey Salman y su príncipe heredero a Egipto, el pueblo egipcio se sorprendió de que entre los muchos acuerdos bilaterales firmados en esta visita hubiera un acuerdo sobre la demarcación de la frontera marítima entre Egipto y Arabia Saudita, y que de acuerdo con la demarcación acordada por las dos partes, Egipto tendría que ceder la soberanía de las islas de Tiran y Sanafir a Arabia Saudita, lo cual provocó una ira pública generalizada, que posteriormente condujo a una feroz batalla política y legal entre el gobierno y grandes segmentos de las diferentes élites egipcias políticas e intelectuales.
Aunque el gobierno egipcio fue capaz de resolver esta batalla a su favor, al lograr revocar un fallo emitido por el Tribunal Supremo Administrativo, que obliga al gobierno egipcio a anular la firma del acuerdo de demarcación de la frontera marítima con Arabia Saudita; esta batalla ha dejado un mal sabor que aun afecta a grandes segmentos de la población egipcia, quienes todavía creen que el gobierno saudí aprovechó un período de debilidad del gobierno egipcio a raíz de los acontecimientos del 30 de junio - 3 de julio de 2013, para cobrarle su apoyo material y moral que le permitió superar estos eventos, los cuales terminaron con la toma del poder en Egipto por los militares.
No hay espacio aquí para entrar en los pormenores de esta batalla, ni para hablar sobre el respaldo histórico y legal presentado por las partes interesadas para demostrar su propiedad de las dos islas, esto se podría tratar en otro escrito; lo importante es que el gobierno egipcio, tan pronto como pudo resolver esta batalla a su favor, comenzó a tomar medidas para ratificar el acuerdo de demarcación marítima, el cual fue aprobado por el parlamento egipcio el 14 de junio de 2017, y ratificado por el presidente de la república el 17 de junio de 2017, así como fue publicado en la gaceta oficial el mismo día.
Sin embargo, el traspaso de la soberanía sobre las dos islas a Arabia Saudita requiere de otras medidas paralelas para garantizar, por una parte, que el gobierno saudita, acepte cumplir con las mismas disposiciones de seguridad a las que están sujetas las dos islas en virtud del Tratado de Paz egipcio-israelí, y por otra parte, notificar al gobierno israelí sobre esta aprobación, y es lo que en efecto se ha cumplido, ya que los anexos del acuerdo publicados en al “Waqaeh” egipcia” incluyen las correspondencias intercambiadas entre las autoridades egipcias, saudíes e israelíes que afirman que Arabia Saudita acepta los arreglos de seguridad a los que están sujetas ambas islas bajo el tratado anteriormente mencionado.
Estas medidas podrían haber sido tratadas como un asunto que concierne a Egipto y Arabia Saudita, por un lado, así como a Egipto e “Israel”, por el otro, sin la necesidad de llegar a una comunicación directa entre Israel y Arabia Saudita, pero esto no ha sido así, por la sencilla razón de que Israel estaba apreciando la totalidad del asunto de otra manera, y buscaba un artilugio para arrastrar a Arabia Saudita hacia la trampa de la normalización.
Siete meses después de que Egipto publicara los documentos oficiales sobre el acuerdo de demarcación marítima con Arabia Saudita, el ministro de Exteriores egipcio escribió a su homólogo israelí otra carta informándole que Egipto y Arabia Saudita “tienen la intención de firmar el acuerdo adjunto sobre lo acordado entre los dos gobiernos en relación a las funciones de la fuerza multinacional y los observadores en el Estrecho de Tirán y en las islas de Tirán y Sanafir”, y reiteró que Egipto “no aceptará ninguna enmienda al acuerdo sin la aprobación previa formal del gobierno israelí”, asimismo agregó: “espero con interés recibir la aprobación de parte de su excelencia sobre el contenido de mi misiva y de los documentos anexos, incluidos los acuerdos adjuntos", y finalizó señalando: “después del intercambio de cartas y la entrada en vigor del convenio, se le notificará a la fuerza multinacional y a los observadores para que tomen las medidas necesarias para su implementación”.
Al día siguiente, el ministro de Exteriores de Egipto recibió una respuesta de su homólogo israelí en la que afirmaba: "Tomo nota de su afirmación de que no se hará ninguna enmienda al acuerdo en cuestión, que fue suscrito entre los dos gobiernos sobre la misión de la fuerza multinacional y los observadores en el estrecho de Tirán y las islas de Tirán y Sabafer sin la previa aprobación oficial de parte del gobierno del estado de Israel", finalizando su nota señaló lo siguiente: “a la luz de lo anterior, reconozco el contenido de su carta y los documentos contenidos en ella, incluidos los acuerdos adjuntos, y confirmo nuestra posición de que estos documentos no serán considerados una violación al Tratado de Paz, sus anexos, el protocolo de la fuerza multinacional, los observadores y todos los entendimientos relevantes logrados entre nuestros dos países”.
Las cosas podrían haber seguido avanzando hacia el objetivo deseado, sin la necesidad de contacto directo con “Israel”, si Arabia Saudita se hubiera limitado a aprobar el protocolo sobre la fuerza multinacional y los observadores sin modificaciones.
En este caso, el gobierno egipcio pudo transmitir la aprobación saudí a “Israel”, como lo hizo antes cuando transmitió su aprobación de los arreglos relacionados con la seguridad incluidos en el tratado, y todo hubiera terminado allí, pero parece que una llamada telefónica impulsó de repente al gobierno saudí a solicitar la salida de fuerzas multinacionales y a los observadores de la isla de Tirán, ¡con el argumento de que su presencia permanente en la misma afecta la soberanía saudí sobre todo su territorio nacional! Esto, por supuesto, requiere de la aprobación previa del gobierno israelí; aquí se plantea una interrogante: ¿Quién inspiró o trató de inculcar esta idea infernal en la mente del gobierno saudí o en la mente del príncipe heredero Mohammed Ben Salman? Probablemente sea alguien con una mente estadounidense y un corazón israelí, buscando encontrar una brecha que permita explorar formas de establecer vínculos directos entre “Israel” y Arabia Saudita.
Este asunto tan importante llega en un momento en que Estados Unidos intenta establecer una red en el ámbito de la seguridad en la región, especialmente después del éxito que tuvo “Israel” en obtener la aprobación de algunos estados árabes del Golfo para instalar sistemas de defensa aérea israelíes en su territorio, posiblemente en previsión de un posible fracaso de los esfuerzos para garantizar un retorno al acuerdo del programa nuclear de Irán suscrito en 2015, del cual Trump se retiró en 2018.
Cabe destacar aquí, que el sitio web del periódico egipcio “al Ahram”, un periódico semioficial, publicó en junio pasado un informe atribuido al gabinete ministerial egipcio, confirmando que Egipto y Arabia Saudita habían llegado a un acuerdo de que Egipto continuaría haciéndose cargo de la administración de las islas de Tirán y Sanafir, al tiempo que reconoce los derechos soberanos sauditas sobre las misas.
Debido a que este informe fue eliminado y ya no está disponible en el sitio web de al Ahram, su publicación en primer lugar sugirió que Egipto pudo haber hecho esfuerzos para persuadir a Arabia Saudita de que simplemente se reconociera la soberanía saudita sobre las dos islas a cambio de que la situación administrativa siguiera siendo la misma, en previsión del posible riesgo de que se habrá una brecha que podría aprovechar “Israel”; y debido a que estos esfuerzos habían fallado, se puede entender la insistencia saudita en solicitar la salida de las fuerzas multinacionales, incluso si el precio podría ser el comienzo del arrastre oficialmente hacia la normalización con “Israel”, ¡esto significa que existe una anuencia implícita para ir en esta dirección!
El control de Arabia Saudita sobre las dos islas significa que Arabia Saudita controlará unilateralmente el Estrecho de Tirán, que controla la navegación marítima en el Golfo de Aqaba, así como significa que Arabia Saudita tendría relaciones oficiales directas con “Israel” y eso también quiere decir que esta última tendrá un poder de decisión sobre el particular.
Debido a que “Israel”, y particularmente a la luz del conflicto actual y creciente con Irán, no oculta que su objetivo es llegar a Bab al Mandab y acercarse a las fronteras marítimas y terrestres de Irán, es probable que en meses, y posiblemente en las próximas semanas, la región sea escenario de acontecimientos peligrosos cuyas consecuencias serían muy graves, especialmente si se anuncia el fracaso de las negociaciones de Viena y Doha y que es imposible alcanzar un acuerdo que permita a Estados Unidos retomar el acuerdo del programa nuclear de Irán.