La "guerra financiera" de Rusia y China contra Occidente
Según el autor, en la actualidad, Rusia y China ofrecen al Sur Global, a África y a Asia una liberación de las "reglas" occidentales.
-
Rusia y China están ciertamente comprometidas en un intento de cambiar el "orden basado en reglas" de Estados Unidos.
En la revista estadounidense National Interest (publicación de tendencia conservadora), y, en un brote de franqueza poco habitual, Ramon Marks tiene un artículo titulado: No importa quién gane Ucrania, Estados Unidos ya ha perdido.
En él, Marks observa que "independientemente de quién gane la guerra de Ucrania, Estados Unidos será el perdedor estratégico. Rusia estrechará sus relaciones con China y otros países del continente euroasiático, como India, Irán, Arabia Saudita y los países del Golfo. Se alejará irremediablemente de las democracias europeas y de Washington. Al igual que el presidente Richard Nixon y Henry Kissinger jugaron la "carta de China" para aislar a la Unión Soviética durante la Guerra Fría, los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping jugarán sus cartas en un intento de contener el liderazgo global de Estados Unidos".
Bueno, aparte del guiño de "no importa quién gane" a la narrativa occidental obligatoria -que sugiere que esto sigue siendo una cuestión abierta-, lo esencial del artículo del National Interest es "acertado", aunque malinterpretando completamente el contexto.
Rusia y China están ciertamente comprometidas en un intento de cambiar el "orden basado en reglas" de Estados Unidos. No para sustituir una hegemonía por otra, sino para crear la presión -sin llegar a la guerra- que fuerce una transformación existencial en el zeitgeist occidental. Una presión que no dé a Occidente más opción que la de poner fin a su alcance expansionista en otras sociedades, forzando el cumplimiento de sus "reglas" (también conocido como neocolonialismo).
Sí, Rusia y China están jugando ahora sus "cartas" geoestratégicas. Y en cierto sentido, son "cartas" muy conocidas. Se trata de los principios de autodeterminación y de respeto a la soberanía que surgieron en aquella reunión de Bandung de 1955 y que llegaron a apuntalar el Movimiento de los No Alineados de aquella época. Reflejaban el descontento de los patrocinadores de la conferencia ante la reticencia de Occidente a escuchar y, en cambio, a imponer su singularidad de miras a los Estados asiáticos.
Así, al igual que Estados Unidos aprovechó al máximo su dominio del dólar con respaldo militar en los años posteriores a la implosión de la Unión Soviética para acorralar a gran parte del mundo en su esfera basada en las normas, hoy Rusia y China ofrecen al Sur Global, a África y a Asia una liberación de las "normas" occidentales. Están animando al "Resto del Mundo" a afirmar su autonomía e independencia, a la manera de Bandung.
Rusia, en asociación con China, está construyendo estas relaciones políticas generalizadas sobre el control de los suministros globales de combustibles fósiles y de gran parte de los alimentos y materias primas del mundo. Para aumentar aún más la influencia de Rusia sobre las fuentes de energía de las que dependen los beligerantes occidentales, Rusia está creando una "OPEP" del gas con Irán y Qatar, y también ha hecho propuestas de bienvenida a Arabia Saudí y a los Emiratos Árabes Unidos para que se unan y tomen un mayor control de todos los productos energéticos clave.
Además, estos grandes productores se están uniendo a los grandes compradores para arrancar los mercados de metales preciosos y materias primas de las manos de Londres y Estados Unidos, con el fin de acabar con la manipulación occidental de los precios de las materias primas a través de los mercados de papel derivados.
El argumento esgrimido por los funcionarios rusos ante otros Estados es tan atractivo como sencillo: Occidente ha dado la espalda a los combustibles fósiles y planea eliminarlos por completo, en una década aproximadamente.
Han elegido este camino bajo una intensa presión de Estados Unidos, un camino que, en el caso de Europa, impondrá la miseria a sus pueblos durante años.
Sin embargo, por desagradable que sea para algunos, el hecho es que el crecimiento económico mundial sigue requiriendo la producción de combustibles fósiles. Sin más inversiones y exploraciones, es poco probable que haya suficiente oferta a medio plazo para satisfacer la probable demanda. Lo que no hay es un medio rápido para aumentar el suministro físico de energía.
El mensaje de Rusia a sus socios es que no hay que sumarse a esta masoquista "política de sacrificio". Podéis tener petróleo y gas natural con un descuento respecto a lo que tiene que pagar Europa. Los "mil millones de oro" han disfrutado de los beneficios de la modernidad, y ahora quieren que ustedes renuncien a todo, y que expongan también a sus electorados a dificultades extremas.
Rusia está diciendo simplemente: "No tiene por qué ser así". Sí, el clima es una consideración, pero los combustibles fósiles están experimentando una aguda falta de inversión por razones ideológicas, más que por agotamiento en sí.
La cuestión aquí es que el punto de partida original de Bandung era que Occidente simplemente no "hace caso", sino que dirige e impone. Sin embargo, la ideología verde occidental no puede imponerse sin más al resto del mundo, en contra de sus deseos. Este argumento representa el camino para que Rusia y China cambien gran parte del mundo a su campo.
Rusia -apretando el tornillo de la energía para dar su argumento- está sirviendo una advertencia contundente a la UE de que la clase política de Europa Occidental puede salvar su pellejo, volviendo a recurrir al gas ruso barato, o bien, puede permanecer alineada con Washington sobre Ucrania. Esta última opción, sin embargo, significaría tener que hundir a sus electores en la miseria. Y arriesgarse a que sus líderes se enfrenten a lo "desagradable" de una revuelta a la carta. Pero la UE no puede hacer ambas cosas.
Lo que importa primordialmente es la naturaleza de la metamorfosis europea. ¿Es táctica o una verdadera "conversión damascena"? ¿Encontraremos, tras el apretón energético ruso, una UE lo suficientemente escarmentada como para abrazar una negociación no ideológica de las aspiraciones de seguridad y civilización de los demás, así como un intercambio fundamentado sobre los medios para proteger el planeta de una mayor depredación?