Sanciones occidentales contra Rusia e inversiones en Asia
Para la especialista rusa, los desafíos económicos modernos abren horizontes de desarrollo ilimitados para África, Medio Oriente, Asia y América Latina, donde Rusia será el arquitecto del nuevo orden mundial.
Las sanciones impuestas a Rusia se han vuelto en contra de sus iniciadores, los Estados Unidos y la UE. Así lo demuestra la caída de las monedas mundiales -el dólar y el euro-, la recesión que amenaza a los países de la Unión Europea y el nivel récord de inflación en la economía.
En España, por ejemplo, la inflación alcanzó los dos dígitos, aumentando un 10 por ciento por primera vez desde 1985. El gobierno de Madrid aprobó un paquete de ayudas de nueve mil millones de euros (9,450 millones de dólares), que incluye subvenciones al transporte y una rebaja fiscal del 80 por ciento en las facturas de energía para ayudar a los hogares vulnerables a hacer frente a la situación. Sin embargo, los mayores niveles de inflación se observan en los países más rusófilos del Báltico. Estonia registró una tasa de inflación anual del 22 por ciento, la más alta de la eurozona, seguida de sus vecinos del Mar Báltico, Lituania (20,5 por ciento) y Letonia (19 por cientro). Los tres países (a excepción de Estonia) carecen de fuentes domésticas para sustituir la energía, la rusa, y sus intentos les han hecho enfrentarse a precios desorbitados en los mercados al contado.
La situación en Ucrania ha creado oportunidades para que los gobiernos occidentales desvíen la culpa de sí mismos y la atribuyan únicamente a Rusia. Algo parecido a lo que ocurrió en los años 90; gracias al colapso de la URSS, el Occidente colectivo pudo resolver sus problemas económicos, y ahora el objetivo es reforzar su posición a costa del espacio postsoviético. En este contexto, los Estados occidentales, aparentemente, creen que los costes se amortizarán totalmente.
Esto significa que el estamento político espera que sus cálculos se materialicen, si no con la derrota de Rusia, sí debilitándola significativamente, considerando que una vez que esto ocurra, todas las oportunidades para el trabajo de los negocios occidentales estarán disponibles. Las exigencias de las sanciones antirrusas están sujetas a la lógica de los cambios proclamados por Occidente. Por ello, los ciudadanos de los países occidentales serán sacrificados en aras de la nueva ideología.
La política occidental contra Rusia cuenta ahora con el apoyo de no más del 15 por ciento de la población mundial, mientras que el número de partidarios del aislamiento disminuye rápidamente debido al deterioro de la calidad y el nivel de vida en Estados Unidos y los Estados de la Unión Europea.
En primer lugar, la clase más pobre, es decir, los empresarios y el personal de servicios, se ha visto afectada de nuevo en Europa. Esto es lo que ocurrió cuando Europa introdujo el euro: los precios se dispararon pero los ingresos no. La situación actual es de estancamiento para la clase media y las personas de bajos ingresos. La exportación de turismo de Rusia a la UE prácticamente se ha agotado, mientras que el número de pobres ha aumentado considerablemente por el número de refugiados que llegan de África. Paradójicamente, los refugiados tienen que alimentarse del bolsillo de los europeos pobres.
La política de sanciones de Occidente ya ha puesto fin al "mundo unipolar". Los cambios geopolíticos que se han producido están construyendo nuevas cadenas logísticas de flujo de mercancías independientes de Estados Unidos y sus aliados. Los modernos desafíos económicos abren horizontes ilimitados de desarrollo para los países de África, Medio Oriente, Asia y América Latina, donde Rusia será el centro y el artífice del nuevo orden mundial.
La operación especial de Rusia en Ucrania también puso fin a la política de sanciones: simplemente se hizo innecesario elaborar nuevos paquetes de sanciones, y Occidente impuso sanciones bajo un mismo título: la prohibición de todo contacto con Rusia a nivel comercial, económico y cultural. La desconexión de los bancos rusos de los sistemas de pago internacionales ha dado lugar, obviamente, a un nuevo tipo de turismo para los rusos: "de tarjeta".
Empresas de viajes de todo el mundo ofrecen paquetes de viaje a Tayikistán, Uzbekistán, Kazajstán y otros países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), donde los turistas rusos pueden comprar tarjetas bancarias. El precio de la emisión es de unos 200 dólares, lo que es bastante aceptable en comparación con otros países. Además, ¿no es un indicador de que las sanciones contra Rusia son un beneficio para las economías de Asia y la CEI?
En la Unión Europea, desde principios de año, se discutía la prohibición total de los visados Schengen para los ciudadanos rusos. Sin embargo, al final del verano, el calor se había enfriado un poco: Alemania y Francia se oponen categóricamente a dicha prohibición, y Berlín y París incluso condenaron las palabras del primer ministro estonio Kai Kallaso, quien dijo que "visitar Europa es un privilegio, no un derecho humano".
Hay un dicho en Rusia: no se puede estar en contra de quien se depende. Sin embargo, de hecho, resulta que sí se puede. El hecho es que nosotros también dependemos de ellos. Por mucho que lo nieguen, así son las cosas. En cualquier caso, el Nord Stream vuelve a estar completamente cerrado por mantenimiento preventivo, aunque sólo durante tres días. La cuestión de las sanciones contra el suministro de gas ruso parece estar congelada por el momento: Europa también tiene frío en invierno, lo que no es el caso de Asia, que se ha desarrollado a un ritmo vertiginoso en los últimos años.