Cuadragésimo aniversario de Hizbullah: Lo mejor está por venir
Un panorama asombroso es el que hemos seguido día tras día y durante cuarenta años, siendo el escenario más honesto, verdadero y revolucionario de nuestra historia contemporánea; es un panorama histórico que nos ha enseñado día tras día que las espadas siempre deben preceder a los arados.
“Este camino lo completaremos: aunque nos cueste la vida a todos, aunque nos convirtamos en mártires todos, aunque destruyan nuestros hogares sobre nuestras cabezas; no renunciaremos a la opción de la resistencia islámica; el futuro, hermanos, el futuro es el futuro de la resistencia islámica”.
Palabras de al Sayyed Hassan Nasrallah durante las exequias del mártir Abbas al Musawi
“Ya no hay ninguna duda, mi querido general, de que este país es ahora nuestro, y la gran interrogante que alguna vez prevaleció sobre quién ganará la guerra, ahora ya tiene respuesta y el asunto ya está decidido".
Extracto de una carta de Dessalines (Jean-Jacques) a uno de sus generales después del triunfo de la revolución.
Para el amado y siempre sobreviviente
Interpretación
El 9 de noviembre de 1799 (correspondiente al 18 de Brumario del octavo año del calendario republicano francés), Napoleón Bonaparte toma el poder en Francia, convirtiéndose, tras modificar la constitución, en el primer cónsul con poderes imperiales.
A menos de un año después, Francia se apoderó de Luisiana en América del Norte, un territorio que se encontraba bajo el dominio de España, y cuya superficie era aproximadamente (2.140.000 km2) o sea del tamaño de los dieciséis estados que formaban los recién independizados Estados Unidos en aquel momento [1].
Tal vez sea este momento el que pudo haber dado forma a las ambiciones imperiales de Napoleón (se convirtió en emperador en 1804), y esto parece haber ayudado a poner a volar su imaginación soñando establecer un imperio francés que se extiende desde las Montañas Rocosas (Rocky Mountains) hasta la India, y desde el norte de Rusia hasta la Gran Sahara; y “con el ejército más poderoso de Europa a su disposición”, el historiador Thomas Fleming se preguntaba: “¿Quién podría hacerle frente?” Y responde: “ciertamente que Estados Unidos no, porque su ejército regular en ese momento era patético, con no más de 3.000 soldados” [2].
Para poder dedicarse a construir el imperio francés transoceánico, Napoleón envió una expedición de sesenta mil soldados para poner fin a la rebelión de diez años de los esclavos en la colonia de Saint-Domingue (posteriormente Haití); sin embargo, como las pequeñas guerras a veces tienen grandes consecuencias, lo que Bonaparte consideró un “pequeño rodeo de su ejército para acabar con la pequeña rebelión de los esclavos” en una remota colonia del Caribe, cuyo duración estimó en seis semanas como máximo, terminó en un desastre estratégico e histórico que no terminaría solo con sus sueños y los sueños imperiales de Francia, sino que también (literalmente) cambiaría el mundo; y en menos de dos años, tras la muerte de casi sesenta mil soldados franceses, sus planes para establecer un imperio transoceánico francés se derrumbaron con la victoria de la revolución haitiana [3].
En aquel momento, los enviados del presidente estadounidense Thomas Jefferson (James Monroe y Robert Livingston) aspiraban a tener éxito en una misión que les pareció muy desesperada en ese momento, aunque consistía únicamente en obtener la aprobación de París para permitir a los estadounidenses cruzar el Mississippi y usar el puerto de Nueva Orleans bajo control francés a cambio de 10 millones de dólares, pero quedaron tan sorprendidos por la asombrosa oferta francesa de venderles toda Luisiana, en su lugar, por una pequeña suma (15 millones de dólares), aceptaron la oferta estando de inmediato de acuerdo sin siquiera volver a consultar a Jefferson; la amarga derrota de Francia en Haití y la preocupación por la posibilidad de una confrontación anglo-francesa en América del Norte en ese momento, allanaron el camino para el acuerdo que duplicó de repente el tamaño de Estados Unidos.
De lo contrario, el destino de Estados Unidos habría seguido siendo una mera franja costera estrecha en el este de América del Norte, escasamente poblada y con pocos recursos, y sin ninguna posibilidad de convertirse en potencia imperial, o tal vez habría dejado de existir por completo siendo reconquistada por Bretaña, que no había descartado la idea de volver a controlar esa región, más cuando su ejército todavía estaba colonizando Canadá en el norte.
La negociación de Napoleón impulsado por su amarga derrota en Haití, además de su deseo de evitar un enfrentamiento con Bretaña, en momentos en el que Francia atravesaba una etapa de debilidad e impotencia a raíz de lo sucedido en Haití, estos factores contribuyeron a cambiar el destino de Estados Unidos y el mundo; esta fue, como veremos, una de las numerosas consecuencias de la revolución de los esclavos y su victoria en la pequeña y remota isla de Haití.
Dos siglos después, en julio de 2006, Estados Unidos, convertido en la única potencia hegemónica del mundo y el imperio más poderoso de la historia, apoyó con fuerza la agresión sionista (cuarenta y cinco mil soldados) contra el Líbano para eliminar el único foco de rebelión en la región árabe.
Estados Unidos buscaba reorganizar toda la región de acuerdo con sus intereses y de acuerdo con las nuevas condiciones globales, y dedicarse a enfrentar a sus nuevos opositores emergentes a nivel internacional y regional (China, Rusia, Irán, Corea, Cuba, Venezuela, Bolivia...), pero el fracaso de la fuerza aérea sionista, una de las fuerzas aéreas más avanzadas del mundo, en decidir la batalla, “sembró el pánico” en el Pentágono, y planteó interrogantes sobre su “nueva doctrina militar”, tal como lo señalaron expertos quienes citaron a un oficial militar estadounidense de alto rango, lo cual los llevó a “desempolvar sus planes aéreos que fueron preparados con antelación, en caso de que tengan que cumplir órdenes de la Casa Blanca para atacar a sitios nucleares en Irán”.
Por eso concluyeron los expertos, en un importante estudio sobre la guerra de julio, que Hizbullah no solo obtuvo una “victoria militar completa y tajante en su guerra con Israel” [4], sino que además su victoria constituyó una “derrota política desastrosa para Estados Unidos, que apoyó a “Israel” en la guerra y un golpe a su posición en la región” [5].
Sin embargo, estas estimaciones y muchas otras [6] están siendo revisadas, evaluando la guerra de los treinta y tres días desde una distancia muy corta en el tiempo, por lo que algunos de los efectos de la guerra a mediano y largo plazo aún no habían sido aclarados o incluso aun no comenzaban a manifestarse; y porque las repercusiones a largo plazo de esta guerra no terminaron y en efecto no pueden terminar con el alto el fuego, sino que generalmente comienzan con el mismo y también porque el significado de la guerra y el significado de la victoria de la resistencia, cambian constantemente con el transcurrir del tiempo, experimentando todas las partes las consecuencias y el sentido de la escalada de los efectos de la victoria de la resistencia de un tiempo a otro, y cada parte los evalúa desde su trinchera, esta pequeña guerra en el sentido de un acontecimiento sobre el terreno, tal como en Haití, puede constituir una giro esencial en la historia de la región, así como lo veremos.
La resistencia en la historia
El 18 de noviembre de 1803, Jean-Jacques Dessalines, el sorprendente líder de la Revolución Haitiana, dio la orden a su general más valiente y líder de una de sus brigadas más preparadas, François Capois, para atacar el último fuerte francés de Vertières; la tarea, así como la revolución misma, parecía imposible para cualquiera que supiera el significado de la victoria de los revolucionarios en Haití y sus consecuencias para la geopolítica y la economía global, basada en la esclavitud en aquel momento, o para cualquiera que conociera el papel de la colonia haitiana en la producción de azúcar, el producto más importante en aquel entonces para el comercio internacional, antes del algodón y más tarde el petróleo, o para aquellos que sabían un poco sobre el equilibrio de fuerzas materiales e ideológicas (y no solo las militares) que se inclinaban de manera evidente a favor de los franceses y los europeos, o incluso para quienes conocieron la decisiva decisión europea y estadounidense de destruir la primera experiencia (no europea) la experiencia revolucionaria negra; aquellos se esforzaban para evitar que hasta las noticias de la revolución de los esclavos trascendiera filtrándose a otras colonias, ya que estaban conscientes del peligro que significa que esta se convierta en ideal, modelo y justificativo; incluso después de la victoria de la revolución y la declaración de independencia en 1804, Estados Unidos no reconoció la independencia de Haití hasta 1862, o sea cincuenta y nueve años después de la independencia, y después de iniciarse la guerra civil estadounidense que en parte respondía a los grandes cambios económicos políticos mundiales, cuyas bases fueran allanadas por la revolución de Haití al liberar a los esclavos quienes posteriormente gobernaron la isla [7] .
Pero Capois (apodado por sus compañeros de armas el “Aquiles Negro”, por su extraordinaria valentía y escapadas milagrosas) y sus camaradas, quienes fueron tan valientes, “que no lo creerías a menos que realmente lo vieras con tus propios ojos”, tal como lo señaló CLR James hablando de su valentía y describiéndolos como “los Jacobinos negros”, que al final, pudieron triunfar después de cuatro rondas violentas y muy sangrientas, con enormes pérdidas humanas en sus filas, debido al repetido y obstinado ataque a la última fortaleza francesa, a pesar de su modesto armamento.
Finalmente cayó la fortaleza tras la cual se escondía el ejército francés, considerado en aquel entonces el más poderoso y mejor equipado del mundo, armado hasta los dientes con cañones que disparaban obuses de racimo, junto con ametralladoras pesadas y rápidas; Napoleón y sus soldados que ganaron en 1805 la Batalla de Austerlitz, considera una obra maestra en la táctica de la ciencia militar, haciendo que todos reconocieran a Napoleón como uno de los más grandes generales de la historia, y a su ejército como el mejor ejército del mundo en ese momento, se rindió en Haití, y se sentó ante la mesa en Fort Vertières frente al general Capois, y firmaron una rendición con los términos humillantes de Dessalines, prometiendo abandonar la isla para siempre y renunciar a una de las colonias europeas más ricas en aquel tiempo.
Después de esa batalla, el mundo cambió radicalmente, y desde esa pequeña isla comenzó a reorganizarse la geopolítica de la economía mundial; la revolución haitiana “sembró el terror en las colonias que se basaban en el comercio de esclavos, y los esclavizados la consideraron un símbolo y un ejemplo”, según un informe de la UNESCO.
Solo tres años después de la independencia, en 1807, se abolió el comercio europeo de esclavos africanos, y treinta años después, en 1834, se abolió la esclavitud de africanos en todas las colonias británicas, sesenta años después, se produjo la Guerra Civil norteamericana, y una de sus consecuencias fue la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, una de las consecuencias de largo alcance de aquella gloriosa revolución; más allá de eso, el impacto de esta revolución continuó por muchas décadas después, para convertirse en uno de los factores importantes e inspiradores en el surgimiento de movimientos de liberación nacional en todas las latitudes del mundo, especialmente en América Latina[8].
La revolución en Haití parecía realmente imposible bajo todos los estándares, y según cualquier lectura en ese momento de la situación del mundo y de las condiciones de la isla; si uno fuera un historiador que viviera en cualquier parte del mundo en aquel momento (particularmente en Haití), o si uno fuera solo un testigo viviente de la revolución, le hubiera parecido una locura, tomando en cuenta la situación del mundo y su estructura económica y la situación de Haití y su estructura social, que un pobre esclavo "negro" secuestrado de su país, que se encuentra en una isla muy lejana, con solo un arma blanca a su disposición en el mejor de los casos, se atreva a desafiar a los ejércitos más fuertes del mundo y a los países más ricos de la Tierra (Francia, Bretaña, España, Estados Unidos) combinados, y que exija nada menos que un cambio en la estructura de la economía mundial basada en la esclavitud y la descolonización, esto en efecto parecería una locura.
Si observamos hoy aquella revolución en retrospectiva, especialmente si estamos interesados en la dialéctica de lo local y de lo global (y que el mundo al final es una unidad analítica, cuyas partes interactúan con los acontecimientos), y si hacemos cualquier lectura profunda de la historia, y tenemos conciencia de la interdependencia del mundo y del país al que pertenecemos, o cualquier lectura que se haga a través de los ojos de un historiador desde nuestra óptica actual; concluiremos que esta revolución fue un evento fundamental y trascendental en la historia moderna de la humanidad y también concluiremos, que nuestra comprensión de la revolución de Haití, como un evento fundamental en la historia moderna, no solo nos ayuda a comprender la historia del mundo moderno en su conjunto, sino también a comprender la esencia del proyecto de la creciente resistencia árabe a la ocupación y la colonización sionista de Palestina, siendo esta colonización una extensión del proyecto colonial occidental liderado por los Estados Unidos, logrando entender de esta manera la perspectiva de su futuro.
En 1791, el mundo se encontraba en el umbral de una convulsión histórica y el establecimiento de un nuevo mundo con una nueva economía política global y una remodelación de la geopolítica mundial, o en el umbral de una gran transformación, según Karl Polanyi, y la revolución haitiana (no la francesa o la inglesa) y la sangre y los sacrificios de los revolucionarios “negros” seria el impulsador histórico de este gran salto.
precisamente 189 años después de que Dessalines y sus camaradas proclamaran la primera versión de la Declaración de la Independencia de Haití a fines de noviembre de 1803: “En nombre de todos los negros y de las personas de color en Saint-Domingue, proclamamos la recuperación de nuestra dignidad humana innata y la afirmación de nuestros derechos, y juramos que no los entregaremos a ningún poder sobre la tierra”; el 16 de febrero de 1992, al Sayyed Hassan Nasrallah dio la orden de lanzar los cohetes múltiples Katiusha contra los asentamientos sionistas en el norte de Palestina por primera vez [9] .
El mundo se encuentra una vez más, como lo percibimos hoy, 209 años después de la victoria de la revolución haitiana, 40 años después del lanzamiento de Hizbullah y 30 años después de que Nasrallah asumiera la secretaría general, en el umbral de otra gran transformación, y el partido de la resistencia será uno de los actores históricos, de este gran paso por lo menos a nivel regional.
Quizás aquellos que estuvieron cuando se produjo el evento o le hicieron seguimiento en aquel momento pensaron que los combatientes de Hizbullah, quienes dispararon estos cohetes en cumplimiento de las órdenes de al Sayyed, solo estaban dándole respuesta a la agresión de la entidad sionista contra el Líbano, o estaban vengando la sangre del secretario general del partido, el mártir Abbas al Musawi, o es que la introducción del Katiusha en aquel momento fue solo otra adición cualitativa a las herramientas de la batalla para liberar las tierras libanesas mediante una resistencia seria y diferente; pero treinta años después de ese día, y cuarenta años después del lanzamiento del partido, ninguna lectura objetiva pudo percibir que la primera ráfaga de Katiusha, así como el lanzamiento de Hizbullah diez años antes, fue simplemente una nueva etapa u otra etapa en el desarrollo de la resistencia islámica en el Líbano.
Después de cuarenta años, y observando la situación en el Líbano, la región y el mundo, se puede afirmar con confianza que la Katiusha en febrero de 1992, así como el lanzamiento del partido antes de eso, no solo constituyó un rechazo o simplemente un golpe contra la realidad regional que existía en aquel entonces, y contra la sumisión de la región a la absoluta hegemonía estadounidense-sionista; más bien el partido fue parte esencial, importante y eficaz, para no decir la punta de lanza de un proceso regional (e incluso posteriormente internacional) contra una entidad ocupante envejecida y contra una hegemonía en declive del imperio que la patrocina en la región y en el mundo.
Para que sepamos algo sobre el enorme desafío que enfrentó la resistencia de Hizbullah, y los colosales intereses globales contra los que chocó el partido nada más que por su ascenso, y en concreto desde que al Sayyed Nasrallah lideró la resistencia, basta con saber que la decisión de al Sayyed de lanzar los Katiusha, y por consiguiente de llevar a la resistencia a una nueva etapa, cuyas consecuencias vimos a corto plazo en los Entendimientos de julio de 1993 y abril de 1996, se produjo justo en el momento en el que Francis Fukuyama resumió la victoria final de Estados Unidos y del sistema occidental, anunciando su hegemonía indiscutible sobre el mundo entero en todos los ámbitos, anunciando textualmente el “fin de la historia”; cuando Fukuyama argumentó en “el fin de la historia” que “la democracia liberal constituye el punto final del desarrollo ideológico de la humanidad” y “la última forma de un gobierno humano”, y de esta manera explicaba el “fin de la historia”[10], ese concepto abarcaba el mundo, la región y el Líbano, un concepto contra el cual se rebeló Hizbullah, y fue una misión que al Sayyed se había comprometido a liderar.
En Haití 1791-1803, así como en el Líbano 1982-2022 (hasta llegar a la ecuación de más allá de Karich), los revolucionarios y los combatientes se habían enfrentado a condiciones objetivas que parecían casi imposibles de superar; no sólo por el significado y las consecuencias de su movimiento que va más allá de Haití y del Líbano, sino porque su misma existencia, además del significado y las consecuencias de su victoria, los enfrentó directamente a intereses locales, regionales e internacionales colosales e interconectados, que se basan en sólidos arreglos regionales e internacionales ya existentes, y hace que solo pensar en desafiarlos en ese momento sea una locura.
Mientras que los lanzamientos de todos los movimientos de resistencia y liberación nacional que precedieron a Hizbullah en el siglo XX, por ejemplo, tuvieron lugar en condiciones de una situación internacional, regional y local favorable (Vietnam, Argelia, Cuba, e incluso la traicionada revolución palestina), a la luz de una clara división del mundo, que les proporcionó un ambiente favorable; el avance de Hizbullah y el crecimiento de su resistencia tuvieron lugar a la luz de una contracción revolucionaria internacional, e incluso de un colapso en la actividad revolucionaria a nivel local, regional e internacional, a causa de la hegemonía estadounidense casi absoluta sobre el sistema internacional tras la formación de un sistema unipolar.
Sin embargo, a pesar de todo esto, y tal vez en contra de cualquier evaluación posible en aquel momento, la victoria de la revolución haitiana de 1803 y la resistencia de Hizbullah (2000, 2006) fueron las dos únicas victorias completas, limpias y claras, en contraste con la experiencias de la etapa de la marea revolucionaria, que en su mayoría terminó en casos clásicos de “países post coloniales” en el mejor de los casos, ya que a pesar de que fue expulsado el colonialismo militar, los efectos de las otras estructuras coloniales (las económicas, políticas, culturales...) continúan hasta el día de hoy.
Sin embargo, en ambos casos, y a pesar del estado aparente del mundo y la región, en 1791 y 1982, la región y el mundo se encontraban en el umbral de un cambio histórico, y del establecimiento de un mundo nuevo, y la reconfiguración de la geopolítica mundial, lo cual supuso enormes sacrificios de las fuerzas afectadas por el statu quo.
Lo que sigue es parte de los desafíos que enfrentó una resistencia y una revolución que parecían imposibles para quienes vivieron sus primeros momentos, pero que contribuyeron a la fundación de una nueva región e incluso de un nuevo mundo; sólo así se podrá apreciar y se le daría algún valor a estas grandes experiencias.
La revolución “imposible”
El año 1789, o sea, sólo dos años antes del estallido de la revolución, “la contribución de la colonia francesa de Saint-Domingue (Haití) por sí sola constituía las dos terceras partes (66%) de todo el comercio exterior de Francia, y al mismo tiempo era el mercado individual más grande para el lucrativo comercio europeo de esclavos, además de ser también una parte integral de la vida económica de toda una época, así como era la colonia más importante del mundo, el orgullo de Francia, e incluso la envidia de todos los demás países imperiales[11].
Haití era entonces la colonia europea más rentable, porque era el mayor productor de azúcar del mundo, el producto más importante en el comercio internacional para aquel entonces, pero a pesar de todo eso, la pérdida de esta colonia a manos de la revolución, no fue la principal preocupación para los franceses, europeos y estadounidenses; en vísperas de la batalla final en Fort Vertières el 18 de noviembre de 1803, Napoleón Bonaparte escribió a sus soldados: “mi decisión de destruir la fuerza de Haití no se basa en consideraciones de comercio o de dinero tanto como en la necesidad de evitar el surgimiento de los negros en el mundo por siempre[12].
El mensaje de Napoleón a sus soldados nos revela un aspecto importante para entender la política imperialista y colonialista occidental que continúa aún hoy, y que se basa en la prioridad de la política en aras de la hegemonía siempre, y no en las ganancias o consecuencias económicas directas que dependen a largo plazo de la hegemonía imperialista.
Napoleón se dio cuenta muy tarde, al igual que el resto de los europeos y también los estadounidenses, que Haití no sería una revolución aislada y sin consecuencias más allá de esa lejana isla, sino que iba a ser, sobre todo por la liberación de los esclavos y la llegada de estos al poder estableciendo la primera república negra y la segunda república en el hemisferio occidental del mundo, que esto iba a ser el comienzo y la chispa que podría cambiar al mundo y reorganizar radicalmente la geopolítica de la economía global basada en la esclavitud y en el colonialismo.
Los revolucionarios no tuvieron que enfrentarse solo a los colonos, terratenientes y soldados blancos locales de la monarquía francesa (antes de la revolución), sino también a una violenta invasión española y a una campaña militar británica de unos sesenta mil soldados, y luego a otra campaña militar francesa esta vez de parte de la Francia revolucionaria, también de sesenta mil soldados y dirigida por el cuñado de Bonaparte, el general Charles Victoire Leclerc[13].
Napoleón el hijo de la Europea Ilustrada por excelencia insistió en 1802 en la necesidad de volver a imponer la esclavitud en otras colonias, como Martinica, Tobago y Santa Lucía, a pesar de las promesas anteriores de Francia (la revolución) de abolirla, esto explica la falta de confianza de los revolucionarios haitianos en las promesas francesas de abolir la esclavitud y de no volver a la misma en el futuro.
Esto es precisamente lo que le dio a la batalla final de Vertières y la derrota de Francia en la misma un significado histórico fundamental; los revolucionarios "negros" tenían razón, convencidos de que la derrota militar de Francia y su expulsión de la isla era la única garantía para la abolición de la espantosa institución de la esclavitud y para obtener su verdadera libertad.
Por esta razón, el desafío a la revolución no vino solo de Francia; incluso Bretaña y otros países europeos que habían estado en guerra con Francia desde la revolución, se pusieron del lado de Francia contra la revolución en Haití; a pesar de la reanudación de la guerra entre Francia “la revolución” por un lado, y Bretaña y otros países europeos (como Austria) por otro lado[14], y en un principio, a pesar de que la reanudación de la guerra fue una buena noticia para los revolucionarios haitianos, con la esperanza de debilitar a los franceses, especialmente con el cerco impuesto por los barcos británicos a la isla, los revolucionarios negros de Saint-Domingue aprendieron de esta experiencia todo lo que tenían que saber sobre la doctrina imperial.
A pesar del gran conflicto con Francia la “revolución”, la política británica era muy oportunista en ese momento, la preocupación británica y europea por la liberación de los esclavos en Haití y su llegada al poder la impulsó a seguir en Haití una política diferente, ellos (los británicos) no solo se abstuvieron de cualquier acción hostil en contra de los franceses en las ciudades costeras de la isla, sino que incluso permitieron que los barcos estadounidenses proporcionaran al comandante militar francés Rochambeau y a su ejército lo que necesitaban de pertrecho y de bienes; los ingleses, al parecer, estaban esperando y observando si Rochambeau podía obtener una victoria temporal, al menos en parte de Saint-Domingue, para luego intervenir y tomar la isla de manos de los franceses[15].
Los revolucionarios de la pequeña isla (Haití), modestamente armados y entrenados, e incluso siendo pocos, entonces, tuvieron que enfrentarse a los franceses y a otros europeos con enormes intereses coloniales (Bretaña y España en particular) y Estados Unidos y más que eso tenían que derrotarlos.
Esa tarea parecía muy imposible en aquel momento, pero el mundo estaba en el umbral de un cambio y necesitaba, como en todos los grandes cambios en la historia, que un grupo de héroes pagara con sus propias vidas para eliminar la esclavitud, con el fin de lograr un mundo mejor para los que sobrevivan.
La resistencia imposible
El 21 de julio de 2006, desde el pódium del departamento de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice se puso de pie para responder a las preguntas de los periodistas y anunció que en dos días viajaría al Medio Oriente, a pesar de que la agresión sionista contra el Líbano entraba en su tercera semana, y se le hizo la siguiente pregunta: “Señora secretaria, en los últimos días ha escuchado voces que le pedían que se dirigiera a la región ¿Por qué recién ahora, eligió anunciar el viaje e irse a la región?”
La respuesta, por supuesto, no sorprendió a nadie que conociera la naturaleza del conflicto en la región, pero incluso la primera diplomática estadounidense en ese momento no pudo ocultar en su respuesta el alcance de la insolencia imperial y la realidad del conflicto: “No tengo ningún interés en la diplomacia para devolver al Líbano e “Israel” a su estado anterior, creo que esto sería un error, lo que vemos aquí, y de una manera que va en escalada, son los dolores del parto de un nuevo Oriente Medio y hagamos lo que hagamos, debemos estar seguros de que avanzamos e impulsamos los eventos hacia un nuevo Medio Oriente, no un regreso al antiguo”[16].
Si bien esta frase llegó a ser conocida por todos, y fue considerada como reveladora de la estrategia estadounidense para reorganizar estratégicamente la región (un nuevo Medio Oriente), no fue la frase más importante que revela la naturaleza y esencia del conflicto que va mucho más allá del Líbano e incluso toda la región árabe.
Además, Rice dijo: “En respuesta a la flagrante provocación de Hizbullah en una región ya tensa, Estados Unidos se unió a los países del G8 en un importante anuncio en San Petersburgo”, refiriéndose también a las críticas de los países árabes, “encabezadas por Arabia Saudita, Egipto y Jordania, a esta provocación también”.
Unos días antes, el 17 de julio de 2006, el comunicado final de la reunión de la trigésima segunda sesión del "Grupo de los Ocho", que representa la reunión de las mayores potencias económicas del mundo (Estados Unidos, Bretaña, Canadá , Alemania, Francia, Rusia, Japón, Italia), además del llamado entonces Grupo de los Ocho más (Brasil, China, India, México, Sudáfrica) este incluyó una exigencia por “el regreso seguro de los soldados israelíes en Gaza y el Líbano, el cese del bombardeo de los territorios israelíes, el cese de las operaciones militares israelíes y la pronta retirada de las fuerzas israelíes de Gaza”[17].
Ignoremos por un momento que la declaración del G8 incluía literalmente la exigencia sionista básica del regreso de sus soldados, e ignoremos también que ni siquiera pidió un alto el fuego, sin embargo, lo ocurrido de filtración de la conversación con micrófono abierto entre el presidente estadounidense, George W. Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, explicó, en buena medida, el motivo del retraso de la visita de Rice a la región, y reveló que fue un intento deliberado para dar a los israelíes más tiempo debido a que no hubo ningún logro sionista hasta ese momento; en la conversación que reveló el micrófono abierto, está claro que Bush rechazó la solicitud de Blair de visitar la región e insistió en que Rice y el departamento de Estado de Estados Unidos recibieran el expediente de acuerdo con la pauta estadounidense[18].
Hizbullah, entonces, no se enfrentó solo a la entidad sionista en 2006, pero tampoco se enfrentó solo al Grupo de los Ocho y algunos países árabes; siete días después de su declaración anterior, el 27 de julio, Rice llegó a Roma para reunirse con el llamado “Grupo Central por el Líbano”, cuya membrecía incluye a Egipto, Arabia Saudita, Jordania, el Banco Mundial, la Unión Europea, Francia, Rusia, Bretaña, Estados Unidos, Naciones Unidas, Italia, España, Alemania y Turquía, para discutir la crisis, y el tema principal fue fortalecer la presencia de las fuerzas internacionales (fue Tony Blair quien propuso la idea en la reunión del G8, pero Bush quería darle más tiempo a la entidad, y quería que Estados Unidos tuviera el expediente y no Bretaña).
Si bien este alineamiento global contra la resistencia indica la naturaleza de los enormes desafíos que enfrentó el proyecto de Hizbullah en ese momento, además del campo de batalla y los colosales intereses globales, regionales, árabes y locales con los que chocó el partido con solo enfrentar a la entidad sionista; no fue la primera vez, ni siquiera la más difícil, en la que el partido descubre que el verdadero “Israel” y el verdadero enemigo no es solo esa entidad de colonos que ocupa la tierra de Palestina y detiene el desarrollo de la nación árabe e impide su unidad y verdadera independencia, sino que (el verdadero “Israel”) son todos estos países juntos también; el verdadero “Israel”, el verdadero enemigo de los árabes, es este sistema internacional, árabe y local del que la entidad es una extensión (y que al decir, es su avanzada fortaleza).
Diez años antes, el 13 de marzo de 1996, cuando la resistencia estaba en sus comienzos y era más débil que el día en el que al Sayyed anunció la ecuación de “más allá que Karish”, se celebró en Sharm el Shaikh la llamada “cumbre de los patrocinadores de la paz”, que es una alianza internacional (occidental-sionista-árabe) en contra la resistencia libanesa y palestina, a la que asistieron representantes de treinta países, la mayoría de los cuales clasificados como superpotencias por su influencia y poder en la política internacional.
Para conocer un poco el peso, tamaño y potencia de las fuerzas que participan en esta alianza global contra la resistencia, y la magnitud del enorme desafío que enfrentó la resistencia y su proyecto desde un inicio, basta con mencionar que algunos de sus representantes en la mencionada cumbre fueron el presidente estadounidense Bill Clinton, el presidente ruso Boris Yeltsin y el primer ministro británico John Major, el presidente francés Jacques Chirac, el canciller alemán Helmut Kohl y el primer ministro israelí Shimon Peres.
También es suficiente mencionar que varios países árabes (Egipto, Marruecos, Jordania, la Autoridad Palestina representada por Yasser Arafat) asistieron a la conferencia, y otros países árabes la apoyaron sin asistir, mientras que Siria y Líbano fueron los únicos países que boicotearon la conferencia y manifestaron que tenía reservas al respecto[19].
También para señalar la magnitud del desafío que enfrentó la resistencia en ese momento, es suficiente decir que Sharm al Shaikh no fue la primera opción para celebrar la conferencia, a pesar del intento de explotar el simbolismo artificial del lugar más tarde (una exitosa propaganda de “paz” entre Egipto y la entidad); de hecho, Taba fue la primera opción para realizar la conferencia, pero los organizadores descubrieron pronto que la enorme movilización internacional para apoyar a la entidad sionista y la cual manifiesta hostilidad hacia la resistencia y el tamaño de las delegaciones participantes era mucho mayor que las capacidades y posibilidades de los hoteles e instalaciones de Taba, por lo que se decidió trasladarla a Sharm al Shaikh, la ciudad más grande de la gobernación del Sinaí del Sur (480 km2), que es aproximadamente cinco veces el tamaño de Taba (aproximadamente 140 km2).
La respuesta de Hizbullah a la conferencia solo recordó la aleyya 173 de Surat Al Imran: }“Aquellos a los que dijo la gente: Los hombres se han reunido contra vosotros, tenedles miedo. Pero esto no hizo sino darles más fe y dijeron: ¡Dios es Suficiente para nosotros, que excelente Guardián! { Menos de una semana después de la conferencia, exactamente a la 1:45 pm del miércoles 20 de marzo de 1996, el mártir Ali Munif Ashkar y después de tener éxito en infiltrarse en la región ocupada, se inmoló contra un convoy militar sionista que se dirigía desde el asentamiento “Miskaf Am” hacia al Adaysah, matando e hiriendo a numerosas personas, Hizbullah siguió la operación con una serie de bombardeos en contra de los puestos del ejército sionista y de los agentes de Lahd[20].
Este anuncio fue consistente con lo que dijo al Sayyed en el funeral del mártir Abbas al Musawi: “Este camino lo completaremos”; la resistencia parecía imposible, pero la resistencia de Hizbullah durante cuarenta años demostró una vez más que lo que consideraba la gente de mente limitada como una locura, la experiencia práctica y los resultados a largo plazo confirmaron que era lo correcto, y que la resistencia es la mente de la historia.
La Batalla de Vertières
Dessalines fue el líder militar de facto de la revolución haitiana durante años, pero luego del secuestro (y posterior asesinato del líder de la revolución) Toussaint Louverture (François Dominique) y su asunción al mando, la revolución pasó con él a una nueva etapa marcada por una asombrosa actuación en las tácticas de la guerra popular.
Dessalines era entonces, escribió James, “un genio”, “el hombre adecuado para enfrentar esa crisis, y no Toussaint”; quizá la razón de esta apreciación sea que Dessalines, a pesar de su marcada escalada militarista, también estaba profundamente consciente de la importancia de las dimensiones no militares del conflicto y se esforzaba seriamente para quebrar el espíritu de los colonos y los soldados franceses por igual, y conducirlos a la frustración e inculcar la derrota en su conciencia.
Cuando el general francés Rochambeau, por ejemplo, ejecutó a quinientos revolucionarios y sus partidarios y los enterró en una gran fosa que había sido preparada frente a sus ojos mientras esperaban su ejecución, Dessalines responde de inmediato ejecutando a seiscientos blancos y sus partidarios, e incluso levanta el patíbulo tan alto para que Rochambeau y la población blanca pudieran verlos claramente[21].
Después de eso, Dessalines y sus generales fueron ingeniosos en el uso de trucos y engaños para desmoralizar a los soldados franceses; a menudo, utilizaba a algunos trabajadores locales en las bases militares para difundir rumores de un ataque inminente, lo que hacía que los franceses se prepararan y esperaran un ataque sorpresa que no llegaba en toda la noche, y a veces el ataque se producía en otro lugar.
Estos trucos, que les privaban del sueño durante largas noches (como si hubieran estado todo el tiempo rodilla en el suelo), afectaban mortalmente el ánimo de los franceses que no podían ignorarlos, aunque tuvieran alguna duda de que no fueran ciertos; mientras que en el mar, los revolucionarios lanzaban continuamente ataques por sorpresa, para los cuales los franceses no tenían solución; "construían botes livianos, fáciles de transportar y ocultar, y navegaban con estos en los ríos y alrededor de las costas, y de repente atacaban a los barcos franceses, matando a quienes estaban en los mismos y se apoderaban de lo que había en estos barcos".
Los franceses estaban completamente indefensos ante estas acciones, “los negros llevaban sus botes ligeros hasta la costa, lanzaban sus ataques contra los soldados franceses y luego desaparecían rápidamente navegando rio arriba, y siempre aparecían inesperadamente en el mar”; no sabemos si Dessalines y sus generales habían leído el arte de la guerra de Sun Tzu (y por supuesto sabemos que no leyeron a Clausewitz, porque su libro sobre la guerra fue publicado después de la revolución), pero su asombrosa actuación da fe de que aprendieron las lecciones mencionadas en ambos libros con la experiencia práctica.
Sabían precisamente dónde, qué y cuándo; en una ocasión, en 1802, los revolucionarios se apoderaron de manera sorpresiva de los dos únicos barcos franceses que sortearon el asedio inglés en el mar, matando a todos los que se encontraban a bordo y saquearon los barcos, lo que hizo creer a los franceses que estaban ante una guerra de aniquilamiento, y estalló una disputa entre el ejército y los colonos blancos locales llegando hasta el punto de la rebelión.
A pesar de todos los grandes refuerzos militares del ejército francés en Haití, los colonos (lo que hoy se parece el frente interno del enemigo) y a causa de la resistencia seria y feroz de los revolucionarios, llegaron al punto de perder la esperanza de que el ejército pudiera recuperar nuevamente el control sobre la isla, como les había prometido el gobierno.
A pesar de la propaganda y demostración de fuerza del ejército francés, los colonos observaban como sus fincas eran destruidas, y su colonia, Santo Domingo, se encontraba en estado de completa ruina y ardiendo en todas sus localidades, mientras que sus vidas y las de sus familias estaban en peligro constante y real; por esto, los colonos se volvieron en contra de su sangriento general Rochambeau, y algunos, desesperados, exigieron la paz con los negros.
Luego llegó el 18 de noviembre de 1803, el general Capois dirigió lo que los historiadores describen como una media brigada de voluntarios para asaltar la inexpugnable fortaleza, su armamento principal eran espadas y armas blancas; el primer ataque comenzó por la tarde y a pesar del fuego de los cañones y de la artillería francesa, Capois lideró el ataque contra las barricadas frontales del fuerte, gritando: “adelante, adelante”.
Los franceses se atrincheraron firmemente e hicieron retroceder a los revolucionarios negros una y otra vez, solo para verlos regresar a la ofensiva con un entusiasmo constante desde todos los lados; en uno de esos ataques una bala alcanzó el caballo del general Capois y lo tiró al suelo, pero en lugar de desanimarse o asustarse, se levantó “hirviendo de ira”, empuñando su espada y en sus ojos una mirada de desprecio hacia los cobardes franceses, y siguió avanzando y gritando: “adelante, adelante”.
“Los franceses que pelearon en muchos lugares” del mundo, dice James, “nunca antes habían visto o conocido semejante lucha”[22]; ese día, Capois y sus camaradas demostraron un coraje tan extraordinario y raro que un soldado francés expresó con asombro señalando: "¿Qué clase de hombres son estos hombres negros? ¡Cómo luchan y cómo mueren! Hay que librar una guerra contra ellos para conocer y observar su valor temerario ante el peligro, vi una sólida columna de ellos avanzando hacia la fortaleza, los destrozaban los cañones de obuses de racimo, pero continuaban avanzando sin retroceder ni un solo paso atrás, y cuantos más de ellos caían, más valientes parecían los demás” [23] .
El coraje de Capois y de la brigada de voluntarios que comandaba ese día fue tan impresionante que no sólo asombró a los franceses, siendo sin duda una de las razones de su posterior colapso, también asombró a los propios revolucionarios; incluso Dessalines, el destacado líder de la revolución que fue descrito con razón como “el más valiente de los valientes”, observaba el curso de la batalla desde una colina cercana, asombrado por el coraje y la persistencia de su general Capois y sus camaradas para tomar por asalto la fortaleza; y porque la valentía de los revolucionarios da sus frutos en semejantes batallas, no se puso el sol de ese gran día, hasta que los franceses se derrumbaron por completo y decidieron rendirse y aceptar retirarse de Haití para siempre.
En otro mundo y en otro tiempo, la Batalla de Vertières habría sido calificada como una de las mayores epopeyas de la historia de la humanidad; pocas veces la historia ha conocido semejante heroísmo y valentía, como lo sucedido en la plaza del Fuerte Vertières: miles de valientes y temerarios voluntarios avanzaban, voceando de voz en cuello la canción rebelde: “Olviden a su madre, olviden a su padre, olviden su seguridad personal, adelante combatientes”; enfrentaban los obuses de racimo y las balas de los rifles modernos, y a pesar de esto, insistieron en asaltar la fortaleza, detrás de la cual se atrincheraba el ejército más fuerte del mundo, y no retrocedían ni un paso, sino que continúan atacando incluso después de haber caído en el campo de batalla las tres cuartas partes ellos.
En otro mundo y en otro tiempo, esta batalla hubiera sido suficiente para restaurar la confianza en el hombre, en la humanidad y en la historia; sin embargo, como nos informa Jean-Pierre Le Glaunec en su libro “El grito de Vertières”, el archivo colonial quería que esta particular batalla fuera borrada, no solo de la historia francesa, sino también de toda la memoria humana[24]; en las afueras de París, en el Château of Vincennes, yacen veintisiete cofres llenos de material de archivo sobre la llamada “campaña de Saint-Domingue” (cartas, órdenes militares, informes militares, ejemplares de algunos periódicos), pero solo mencionan la batalla de manera breve, y resumen la gran revolución señalando que una “pandilla” rebelde de negros liderada por Dessalines se levantaron en contra de la civilización francesa.
Incluso después de casi dos siglos, la insolencia colonial francesa quiso celebrar los dos siglos de la muerte de Napoleón declarando el 2021 “el año de Napoleón”, y se olvidó por completo en su exaltación, una de las derrotas militares más importantes del general en Vertières, la cual puso fin a sus sueños y a la ambición imperial de Francia.
La resistencia autóctona: el panorama de julio
“La revolución (en Haití) fue la única revolución exitosa de esclavos en la historia”, escribió James en “Los Jacobinos Negros”; a pesar de las “colosales probabilidades que los revolucionarios tuvieron que superar, lo cual evidenciaban los enormes intereses que estaban en juego” en la colonización de Haití, James percibió la verdadera revolución, o la condición básica para el éxito de la revolución, sin embargo, en otra parte.
La verdadera revolución fue “la transformación de los esclavos que (antes de la revolución) temblaban por centenares frente a un solo hombre blanco, en un pueblo capaz de organizarse y derrotar a los países europeos más poderosos de su tiempo”; esto fue, lo que observó el destacado historiador, “una de las más grandes epopeyas de lucha y de logro revolucionario”[25].
En cuanto al Líbano, a lo largo de cuarenta años de resistencia, nosotros y el mundo estábamos frente a un panorama histórico y revolucionario asombroso en todos los sentidos; este no era un panorama como el que vemos en las pantallas, o en las pinturas, o en las epopeyas de los poetas, era un panorama autentico viviente de carne, sangre y fuego.
Estábamos viendo combatientes árabes de carne y hueso, dirigidos por líderes árabes, también de carne y hueso, en el segundo país árabe más pequeño, luchando contra la base avanzada del sistema imperialista internacional (la más fuertemente armada, apoyada y protegida), y a través de la misma combatían en contra de los imperios más grandes, ricos y poderosos en la historia.
La sola idea de la rebelión árabe contra el sistema occidental que gobierna el mundo, especialmente después de 1991, en una de las regiones más importantes y ricas del mundo, era una amenaza que requería de una respuesta aplastante con guerras devastadoras, pero, a pesar de las capacidades simples y el desequilibrio en el balance de fuerzas materiales, e incluso ideológicas, a favor del enemigo y del sistema imperialista que pensó que no habría historia después del mismo, veíamos a combatientes árabes, hermanos nuestros, hermanos de sangre, abriéndole camino a nuestra nación y a los débiles de la región y del mundo, con sangre, acero y fuego, para que seamos, y finalmente tengamos un punto de apoyo entre las naciones y los pueblos del mundo.
Veíamos a un líder árabe de un tipo que no conocíamos antes, veíamos a uno de nosotros, hermano de sangre, destacado y asombroso, nos parecía esa realidad asombrosa, y ese talento único, hasta que lo vimos con nuestros propios ojos para creer de verdad, alguien más cerca de la leyenda, la imaginación, el sueño y los deseos, que a la realidad viva y real, pero lo vimos con nuestros propios ojos, y lo escuchamos dirigiéndose a nuestras mentes directamente en vivo diciendo: “Tu destino está en tus manos”; lo escuchamos devolviéndonos el aliento y aplastando el espíritu del otro: son “más débiles que la tela de araña”, por lo que “el espíritu de aquí venció al espíritu de allá”; lo escuchamos decir y hacer: “Hasta Haifa y más allá de Haifa”, y lo escuchamos decidir la batalla en su comienzo: “Mírenlo arder”, y lo vimos arder.
Uno de nosotros, de nuestra propia sangre, lidera un enfrentamiento de múltiples guerras (no una sola guerra) guerras en contra de nosotros, de nuestra patria, y de toda nuestra nación (militar, política, mediática, económica e ideológica) y triunfaba en todas, y todas la veces; veíamos con asombro el surgimiento de un líder árabe entre nosotros en un punto de inflexión histórico, en el que se articuló la formación intelectual, e ideológica, con el liderazgo, la visión política y la voluntad de lucha en este gran hombre, correspondiéndose con el contexto histórico, social, político y las condiciones de su tiempo y lugar, para crear un gran y duradero impacto histórico, a escala regional e incluso global.
Por lo tanto, nuestra respuesta breve, pero completa y suficiente a la pregunta de por qué estamos absolutamente convencidos de la inevitabilidad de la victoria y la liberación de Palestina y la nación, se ha convertido en solo dos palabras: Hassan Nasrallah; con él vemos lo qué nos devolvería la consideración y la confianza en nosotros mismos, en nuestro arabismo, en nuestro islam, en nuestro cristianismo, en nuestra historia, en nuestra herencia, en nuestra cultura, en nuestra civilización; y desde el comienzo él es en efecto, la expresión suprema, más hermosa, más sublime, más pura y más verdadera de nuestra verdadera historia, nuestra verdadera civilización, nuestra verdadera cultura, nuestra verdadera herencia y nuestro arabismo, nuestra verdadera fe, nuestro verdadero Islam, nuestro verdadero cristianismo y todo lo que nos hace sentir orgullosos.
Este panorama asombroso, al que le hemos hecho seguimiento día tras día, a lo largo de cuarenta años, fue el escenario más honesto, verdadero y revolucionario de nuestra historia contemporánea; es un panorama histórico que nos ha enseñado día tras día que las espadas siempre deben preceder a los arados, y que las lanzas siempre deben preceder a la hoz; y como lo vimos en el sur del Líbano después de julio de 2006, solo después de que las armas de guerra hayan hecho su trabajo, habrá lugar para el arado y para la hoz; y en un “último desafío” que aseguró la paz en el sur del Líbano desde 2006, vimos a “Hizbullah lanzar doscientos cincuenta misiles contra “Israel” en las últimas horas que precedieron al alto el fuego”[26] solamente, luego prevaleció la paz en el sur; así es como prevalece la paz.
Al Sayyed Nasrallah lideró y estableció el primer proyecto de resistencia autóctona real, radical y completa en la región árabe desde la colonización de Palestina, lo que explica la distinción de la experiencia de Hizbullah con respecto a otros y el amplio apoyo que recibió incluso desde fuera del ambiente libanés, árabe e islámico y su asombroso éxito también; desde 1992 comenzamos a ver el mayor proceso de exploración y reproducción sistemática de todo lo revolucionario en la historia árabe e islámica y su aprovechamiento en la batalla y en el establecimiento de una ideología revolucionaria, una auténtica resistencia local capaz de afrontar el enorme desafío.
Vimos nuestra herencia, nuestra historia, nuestra civilización, nuestra cultura y nuestros símbolos más importantes de la historia, todos participando de la batalla de una manera sin precedentes que no habíamos visto antes; hablar del “honorable combatiente” se convirtió en tendencia general o casi, y la revolución del Imam al Hussein entró en cada casa: “Por Dios, no os doy con mi mano la dádiva del servil, ni os concedo la aprobación de los esclavos”, y devolvió la gloria y el honor al martirio: “Nuestra dignidad de Dios es el martirio”.
La formación de una resistencia autóctona no sólo es un proceso logístico que incluye adaptarse a las peculiaridades de la geografía, topografía y demografía del conflicto, a pesar de su importancia, y ni siquiera es sólo la elección del armamento adecuado y el mejor para los requerimientos del combate, o incluso en la modificación del armamento según las necesidades, pero, quizás, más importante que todo eso, al Sayyed asumió la tarea de establecer el marco ideológico, cultural, histórico, civilizado, político y de lucha de la resistencia de acuerdo con la naturaleza y los requerimientos de la realidad y el contexto histórico y cultural árabe, islámico y mundial.
Aunque sea posible importar el armamento o cualquiera de los requerimientos materiales de la batalla, nunca se podría importar la doctrina de combate y de resistencia, no se puede luchar y triunfar con una ideología traducida, ni se pueden formar combatientes de la resistencia como los que vimos y el mundo vio con asombro, aplastando a la élite del ejército enemigo en Bent Jbeil, Maroun al Ras, Aita al Shaab y Khallet Wardeh, con doctrinas importadas y traducidas, ignorando nuestra propia historia, cultura, civilización e insignias.
La formación de una resistencia autóctona fue la lección que conocía muy bien el comandante militar Võ Nguyên Giáp en Vietnam, cuando nombró a la primera unidad del Ejército Popular “Tran Hung Dao”, en honor a uno de los más grandes héroes de la historia vietnamita que lideró la resistencia contra tres invasiones mongoles contra Vietnam, y las derrotó todas en el siglo XIII; Giáp recuperó ese legado de la historia lejana para darle una identidad nacional a la resistencia y anunciar la inevitable victoria.
Aunque Giáp había leído todo lo que escribió Mao Zedong, siendo la referencia más importante sobre la guerra de guerrillas en absoluto, el pionero de la guerra de liberación popular vietnamita cito muy poco de lo que escribió; los símbolos nacionales vietnamitas, la propaganda y la inversión moral masiva de las victorias militares estaban destinadas a recrear y remodelar el espíritu del pueblo vietnamita en cada etapa, con el fin de garantizar la continuidad de la resistencia que fue su principal preocupación.
Pero la misión de al Sayyed Nasrallah de remodelar revolucionariamente el espíritu árabe e islámico fue incomparablemente más compleja que la de Vietnam, no solo por el diferente contexto cultural, histórico y político, sino porque el significado y las consecuencias del surgimiento de nuestra nación y la liberación de Palestina, son mucho más de lo que pueden soportar las grandes potencias más, ricas y poderosas del mundo, y porque los proyectos de adoctrinamiento, la afirmación del sectarismo y la división colonial de nuestra nación produjeron durante décadas enormes intereses, algunos incluso árabes, y prevaleció el “patrón de la cultura imperialista”[27], que sirve a los intereses imperialistas, incluso entre algunas élites árabes, que repetían de manera inconsciente como un “loro” la propaganda enemiga y algunos ya se habían enrolado en las filas del enemigo en su batalla contra la resistencia.
No fue sólo externo el desafío al que se enfrentó la resistencia desde el primer día, aunque lo interno y lo externo al final no se diferencian, y no constituyen una dualidad en la medida en que este interior es una extensión natural del exterior, y comparte con la misma la seguridad de intereses que se ven amenazados por la idea de la resistencia.
Aunque la resistencia árabe enfrentó este desafío desde el principio, las circunstancias históricas y el estado del mundo que acompañó al surgimiento de Hizbullah (un sistema mundial unipolar) plantearon un desafío mayor a esta resistencia, pero los resultados que observamos con nuestros propios ojos confirman el dicho que reza “cuanto mayor es el desafío, más grande y contundente es la victoria”.
Sobre Jefes de Estado Mayor: ¿Dónde está Dan Halutz?
El 13 de febrero de 1973, el criminal David Eliezer, el entonces jefe del Estado Mayor del ejército sionista, dio la orden de derribar el avión civil libio (Vuelo 114), que se dirigía de Trípoli a El Cairo vía Bengasi, matando a 108 civiles árabes que se encontraban a bordo.
Eliezer, por supuesto, no rindió cuentas, ni siquiera fue investigado o condenado por el crimen; más bien, todos los medios y las herramientas de propaganda se movilizaron, como de costumbre, para justificar el asesinato de civiles árabes; cuando los civiles árabes son asesinados todos los días, como ocurre en Palestina, esto se clasifica como un “período de calma” en la diplomacia internacional, y el mundo entero se moviliza con cada evento que limita la capacidad de los sionistas para atentar en contra de nosotros.
Pero tendríamos que esperar 8 meses para vengar la sangre de nuestros mártires; el 6 de octubre, el ejército sionista se enfrentará, no con civiles esta vez, sino con los héroes del ejército árabe sirio-egipcio que los hicieron morder el polvo de la tierra (hasta que Sadat traicionó la sangre de todos, primero en la guerra y luego en la política).
Los resultados del Comisión Agranat, que se formó para investigar la guerra de Octubre, responsabilizaron a Eliezer, además de a otros militares, del fracaso (así llaman a sus derrotas “fracasos”, para no dar a los árabes ningún protagonismo o crédito en el resultado), lo que llevó a Eliezer a presentar su renuncia anticipándose a su expulsión de acuerdo con la recomendación de la Comisión que reza: “A la luz de lo mencionado anteriormente, consideramos nuestro deber recomendar la terminación del nombramiento del Teniente General David Eliezer como Jefe del Estado Mayor”[28].
Eliezer fue el primer y único Jefe de Estado Mayor en presentar su renuncia, y el único en ser expulsado de su cargo por una importante comisión de investigación, hasta la guerra de julio de 2006, y también fue el único Jefe de Estado Mayor sionista que no pudo cumplir los tres años en el cargo sionistas desde 1947 (con la excepción de Dan Halutz después de la guerra de julio).
Asimismo, Eliezer fue el único de todos los jefes de Estado Mayor (a excepción también de Halutz, como veremos) que no pasó de la vida militar a tener funciones políticas según la tradición imperante, ya que desde 1947 hasta ahora, han sido designados veintidós jefes de estado mayor en el ejército de la entidad sionista, la mayoría de estos se trasladaron después de cumplidas sus funciones a la vida política y se convirtieron en primeros ministros (Ehud Barak, Yitzhak Rabin), vice primeros ministros (Yigal Yadin, Raphael Eitan, Moshe Ya'alon), ministros de Seguridad (Moshe Dayan, Yitzhak Rabin, Ehud Barak, Shaul Mofaz, Moshe Ya'alon, Benny Gantz) y ministros de Exteriores (Moshe Dayan, Ehud Barak, Gabi Ashkenazi), y en su mayoría cumplieron funciones como ministros en diferentes ministerios y en más de una ocasión, por supuesto, también fueron miembros del Knesset, e incluso líderes o competidores por el liderazgo de los principales partidos (Laborista, Likud, Kadima y otros); solo se excluyen dos, David Eliezer y Dan Halutz.
En el curso de las muchas lecciones de la guerra de julio, Dan Halutz cayó y quedo en el olvido, aunque las implicaciones de lo que pasó con él son demasiado grandes para cualquier lectura comparativa con la historia de los veintidós “jefes de estado mayor”, especialmente desde que la evaluación y las recomendaciones de la Comisión Winograd dirigieron una reprimenda sin precedentes a Halutz, ni siquiera Eliezer fue reprendido de esta manera: “cuando ocurrió el secuestro, Halutz respondió de una manera imprudente; no alertó a los líderes políticos sobre la complejidad de la situación, ni proporcionó información, evaluaciones y planes que estaban disponibles para las Fuerzas de Defensa de “Israel” en varios niveles de planificación y aprobación, la cual pudiera haber permitido una mejor respuesta a los desafíos”; la comisión resumió su larga evaluación de la siguiente manera: “En todo esto, el Jefe de Estado Mayor fracasó en sus funciones como comandante en jefe del ejército y como parte importante de la dirección política y militar, y mostró fallas en su preparación profesional, su responsabilidad y su buen juicio” [29].
Halutz no completó el período de servicio tradicional de tres años como sus predecesores y sucesores, aunque algunos también sirvieron por un periodo de cuatro o cinco años después de que se les prorrogara su mandato (con la excepción de Eliezer, por supuesto, y Mordechai McCleve, que sirvieron por el periodo de un año - 1952-1953 - y renunció voluntariamente para incorporarse al sector privado).
Aunque la Comisión Winograd lo consideró el principal responsable de lo sucedido, señalando también que esta responsabilidad se vio “agravada por el hecho de que sabía muy bien que tanto el primer ministro como el ministro de Defensa carecían de los conocimientos y la experiencia suficientes en estos asuntos”; sin embargo, quien estudia la historia de los veintidós jefes de estado mayor - y en efecto yo he hecho un repaso rápido que publicaré pronto - concluiría que Halutz es indiscutiblemente el mejor de todos, y tal vez incluso con una gran diferencia, en términos de conocimiento, y el conocimientos de la relación de la acción militar con los aspectos no militares; tal vez por eso algunas personas lo criticaban considerándolo un arrogante: “no es necesario ser una oveja para liderar el rebaño”, decía Halutz en respuesta a quienes criticaban su nombramiento como Jefe del Estado mayor, siendo “comandante de la fuerza aérea”, y quien tradicionalmente asumía este cargo provenía siempre de la infantería; Halutz, fue el principal responsable de planificar, diseñar e impulsar la nueva ola de política de asesinatos contra la resistencia palestina cuyo fin era desmoralizar a la misma, y es quizás el Jefe del Estado Mayor más consciente del significado de la que significa la disuasión; Halutz escribió en una ocasión la “disuasión” es una cuestión de conciencia”.
Esto puede explicar su gran obsesión por intentar demostrar durante la guerra de julio, que “Israel” no es “más débil que una tela de araña”, lo cual le llevó, por desgracia a intentar ir a Bent Jbeil e izar la bandera sionista en el lugar donde al Sayed Nasrallah pronunció su discurso; Halutz quien dijo, según lo citado por el “Jerusalem Post” el 17 de julio, solo cinco días después de iniciada la guerra, que “la forma en que terminemos esta [operación en el Líbano] tendrá repercusiones en todo el Medio Oriente”[30], estaba totalmente consciente del significado de la guerra.
Aunque estas grandes repercusiones de múltiples formas de la guerra de julio continúan y se intensifican hasta el día de hoy, y se mantendrán por mucho tiempo, Halutz también conocía bien sus repercusiones en su futuro personal y profesional, incluso antes de finalizada la guerra; mientras observaba el curso de la batalla “desde su sótano en Tel Aviv”, como informó un experto militar estadounidense, “recibió un mensaje de que Hizbullah había derribado uno de los helicópteros Sikorsky CS53 de las Fuerzas de Defensa de “Israel”, lo que resultó en la muerte del toda la tripulación, por lo que gritó diciendo que “se sentía derrotado, tanto en lo personal como en lo profesional”[31].
Sin embargo, incluso una simple comparación entre Halutz y Raphael Eitan (1978-1983), por ejemplo, podría concluir que ambos son colonos fascistas que practican la matanza de árabes como un deporte, pero Eitan peleaba “como un elefante en una tienda de vidrio”, y si no hubiera sido por el patrocinio del imperio y su garantía de la superioridad militar de la entidad, el mundo habría sabido con razón qué y quién es su undécimo Jefe de Estado Mayor (Eitan), y cuáles es su verdadero potencial.
Quizás el otro militar sionista que estaba al nivel de Halutz en el sentido de que estaba consciente del significado de lo que sucedía sobre el terreno, era Udi Adam, el comandante de la región norte desde 2005, y por lo tanto conocía bien a Hizbullah; llama la atención que Adam, quien renunció inmediatamente después de la guerra, no solo en previsión de la inevitable decisión de ser expulsado después de la guerra - información que se había filtrado a los medios - sino también por el insulto de ser destituido de su cargo cuatro días antes de la final de la guerra y ser reemplazado por Moshe Kaplinsky debido a lo que se describió como su “mala actuación en la guerra”[32], y él había declarado al “Jerusalem Post” en medio de la guerra (21 de julio de 2006) no sólo que “no hay una solución militar para el conflicto”, y por supuesto quería decir que “no hay una solución militar para Hizbullah”, sino también su declaración: “no creo que nadie quiera volver al Líbano”[33].
Pocos se detuvieron a pensar en el significado del reemplazó del “comandante de la región norte” en mitad de la guerra con el norte, y pocos incluso sabían que podría ser uno de sus mejores generales; por lo que quizás fue la suerte de Ehud Barak, considerado su militar más importante, que se desempeñó como jefe del Estado Mayor entre 1991 y 1995, quien no fue sometido a una prueba seria contra Imad Mughniyeh, Moustafa Badr Eddinne y sus compañeros.
Precisamente por esto, la comparación estaría completa solo si se comparan los mejores jefes de estado mayor (e insisto, y según un estudio comparativo y detallado, es Halutz en este caso, y no Barak, quien podría ser más hábil en su capacidad de emplear herramientas de propaganda y relaciones públicas) con los jefes de la resistencia.
Por eso escribí hace varios años: “Desde la invasión sionista del Líbano en 1982 (Raphael Eitan) hasta la victoria de julio de 2006 (Dan Halutz), este cargo (Jefe de Estado Mayor) estuvo ocupado por ocho de los generales más importantes de la entidad sionista (todos ellos con el rango de Teniente General, incluido Ehud Barak quien recibió el mayor número de condecoraciones de su historia y se convirtió en primer ministro y ministro de Defensa), y todos ellos hicieron todo lo posible para acabar con la resistencia.
Sin embargo, debido a que Imad Mughniyeh estaba al frente de la resistencia armada del otro lado, la batalla terminó en mayo de 2000 y julio de 2006, exactamente como Hajj Radwan quería que terminara; terminó en una escena de retirada humillante y caótica que empañaba la reputación de cada soldado sionista para siempre[34].
Tras su dimisión, que se vio coronada por la vergüenza de la derrota militar, Halutz ni siquiera se atrevió a probar suerte en la política, y acabó primero al frente de una concesionaria de carros, y luego pasó a dirigir la asociación benéfica Itgarim (el Desafío) para personas con necesidades especiales; pero, si alguno de los veintidós jefes de estado mayor anteriores o posteriores hubiera estado en el cargo durante la guerra de julio, el resultado de la guerra no habría cambiado en lo más mínimo, tal vez podría haber sido peor para ellos, ya que el ente ocupante presentó la mejor que podría ofrecer el mejor jefe del estado mayor de su historia.
En cuanto a la derrota de Halutz y la derrota del ejército que dirigía, y que el final de su vida política y profesional termine como vendedor de autos, la razón principal fue que quienes lideraron la batalla en el otro lado eran mentes como Imad Mughniyeh, Mustafa Badr Eddinne y sus compañeros; esta razón fue aludida por la propia Comisión Winograd, y podemos leerla entre líneas en el siguiente informe:
“Israel inició una larga guerra que terminó sin una clara victoria militar; durante varias semanas, una organización paramilitar de unos pocos miles de hombres resistió al ejército más poderoso del Medio Oriente, que gozaba de una completa superioridad en el aire y una superioridad en el tamaño y en las ventajas técnicas; (pero) continuo el lanzamiento de misiles contra la población civil de “Israel” durante toda la guerra, y el ejército israelí no dio una respuesta efectiva a esto; el tejido de la vida bajo el fuego se vio seriamente interrumpido, un gran numero de civiles abandonaron temporalmente sus hogares o pasaron su tiempo en refugios; después de un largo período de uso de la potencia de fuego dirigida y actividades terrestres limitadas, “Israel” inició una ofensiva terrestre a gran escala, muy cerca de la resolución del Consejo de Seguridad que imponía un alto el fuego; (pero) este ataque no resultó en avances militares y no se completó; estos hechos han tenido implicaciones de largo alcance para nosotros, así como para nuestros enemigos, nuestros vecinos y nuestros amigos en la región y en todo el mundo”[35].
Conclusión 1: La mejor revolución
La revolución de Haití no fue como cualquier otra revolución de la que occidente se vanagloria, y cuya historia y experiencia se enseña en escuelas y en universidades, no fue como la llamada “revolución Inglesa” que puso fin al largo conflicto entre el rey y el parlamento, y que finalmente llegó a un compromiso conciliando lo que llamó los derechos del pueblo y el título del rey.
No fue como la revolución norteamericana, que logró la independencia de las colonias británicas y las convirtió solo en estados independientes, pero mantuvo casi todo lo demás igual (y mantuvo la esclavitud y la condición inferior de la mujer); ni siquiera fue como la revolución Francesa, con la que occidente sacudió nuestras mentes alegando su grandeza, la cual acabó con una monarquía, pero la reemplazó con un imperio y un emperador (Napoleón) quien luchó para volver a imponer la esclavitud en las colonias.
Por eso, y por muchas otras razones, la revolución haitiana es única frente a todas estas revoluciones, los revolucionarios continuaron su lucha sin fatiga, frustración o desesperación a lo largo de trece años continuos de revolución (desde el 22 de agosto de 1791 hasta enero de 1804), pesar de la ferocidad de la lucha, sus características sangrientas, el enorme número de mártires y el alineamiento de los países más ricos y poderosos del mundo en ese momento contra esa revolución; la revolución haitiana no solo estableció una nueva entidad social y política, sino que también puso fin a toda una era en la historia humana y cambió al mundo.
Tal vez algo de lo que sucedió después de la victoria de la revolución, podría confirmar que la preocupación de los europeos y estadounidenses (que contribuyeron financiera y materialmente con casi todas las campañas militares contra Haití) no carecía de fundamento; la victoria de la revolución haitiana inspiró directamente a todos los levantamientos de los esclavos en Estados Unidos, comenzando con el levantamiento liderado por Gabriel Prosser (1800), Nathaniel “Nat” Turner (1822), y luego Denmark Vesey (1831), finalmente la Guerra Civil.
Pero la revolución haitiana no sólo fue inspiración para los esclavos y oprimidos, también fue fuente de apoyo material (armas y dinero) y apoyo humano (revolucionarios y combatientes en contra del colonialismo) para las revoluciones en América del Norte, América Central y América del Sur, entre los años 1806-1826, lo cual condujo a que España perdiera todas sus colonias (a excepción de Cuba y Puerto Rico).
Más que eso, y quizás también mucho más importante, la revolución haitiana también proporcionó la base ideológica requerida para todas las guerras de independencia, las luchas contra el colonialismo y la liberación de los pueblos esclavizados en todas las colonias europeas, y también proporcionó el argumento concluyente de que los grandes imperios europeos pueden ser derrotados por los revolucionarios, a pesar del grave desequilibrio en la balanza de las fuerzas, y a pesar de los enormes intereses internacionales con los que se enfrentó la revolución.
Quizá por eso, James dijo que la verdadera revolución era “la transformación de los esclavos que temblaban de miedo por centenares ante un hombre blanco, en un pueblo capaz de organizarse y derrotar a los países europeos más poderosos de su tiempo, lo cual la convirtió en una de las más grandes epopeyas de la lucha y los logros revolucionarios” [36].
Quizás por eso el segundo presidente haitiano después de la revolución, Alexandre Pétion (1807-1818), quien sucedió a Dessalines, es considerado el verdadero padre del movimiento nacionalista latinoamericano, y su papel recuerda el papel revolucionario internacional de Fidel Castro, el más noble de los revolucionarios del siglo XX, en Asia, África y América Latina; no sólo apoyó económica, militar y humanamente a todos los movimientos revolucionarios y de liberación de América Latina, sino que su apoyo con armas, municiones, dinero y combatientes a Simón Bolívar en Venezuela y Colombia estuvo condicionado con la abolición de la esclavitud en Venezuela, y en cualquier país que fuese liberado posteriormente después de la independencia (Colombia, Ecuador, Perú).
Exigió que cualquiera de los barcos de comercio de esclavos fuera enviado a Haití para que estos sean ser liberados directamente; el artículo 44 de la Constitución de independencia de Haití establecía que “Todo negro o indígena esclavizado será libre y se convertirá en ciudadano con plenos derechos de la república tan pronto como llegue a las costas de Haití”.
Así, fueron liberados miles que llegaron a Haití procedentes de los barcos negreros o de Estados Unidos, América Latina y el Caribe [37]; gracias a Haití y gracias a Alexandre Pétion, Simón Bolívar logró derrotar al ejército imperial español y declarar la independencia de Colombia 1819, Venezuela 1821, Perú 1821 y Ecuador 1822.
No sorprende, entonces, que los contemporáneos de la revolución en la colonia francesa de Saint-Domingue, donde Colón estableció el primer asentamiento europeo en el Nuevo Mundo, ni siquiera pudieran imaginar su enorme influencia en el desarrollo futuro de los acontecimientos, primero en el hemisferio occidental y luego en el mundo; la gente suele pensar de acuerdo con los estándares y fundamentos de la realidad existente, y revolución significa pensar en los estándares y fundamentos de otro mundo y una realidad diferente.
Conclusión 2: Lo mejor está por venir
Cuando Hizbullah inició su lucha, e incluso cuando luchó en nombre de todos nosotros desde 1982, y en julio de 2006, algunos árabes que lo combatieron desde el principio y aun lo siguen haciendo, insistieron en describirlo como un aventurero, lo han hecho sirviendo sus propios intereses vinculados con el enemigo y justificando su derrotismo y su conspiración en contra de nosotros y de nuestra sangre.
Pero cuarenta años después, y a pesar de todo el dinero árabe, sionista y occidental que se invirtió en demonizar a la resistencia, y a pesar de las miles de toneladas de armas, y de los misiles, proyectiles de artillería y fuego que cayeron sobre las cabezas de nuestros niños y familias en el Líbano, Siria, Yemen, Iraq y Palestina, y sobre las casas, escuelas, hospitales, mezquitas, Husseiniyas e iglesias en el suburbio y en el sur del Líbano, la mención de este nombre, Hizbullah, se ha convertido no solo en una invocación directa de uno de los movimientos de resistencia más prestigiosos de la historia moderna, o incluso una de las experiencias más nobles de la lucha por la liberación en la historia de nuestra nación árabe también, sino que más bien, ha venido a invocar el nombre de uno de los hombres más grandes y líderes excepcionales del mundo en la historia árabe moderna, el comandante de nuestras mayores victorias (y sus más amargas derrotas), el líder de la resistencia que parecía realmente imposible, y quien resultó victorioso a pesar de todo, incluso en la peor situación por la que atraviesa el mundo, la región y el Líbano, y quien ha derrotado a la entidad sionista una y otra vez, y también, y lo más importante, quien allanó el camino para la liberación de Palestina haciendo que la tarea parezca posible y realista.
Hizbullah no solo apoyó con recursos financieros y humanos a la resistencia palestina, y Gaza, Cisjordania y el resto de Palestina dan fe de eso, sino que también proporcionó la base ideológica para la resistencia tras el fracaso del proyecto de la Organización para la Liberación de Palestina y estableció la teoría de la auténtica resistencia local que necesitan los nuevos combatientes.
Quien haga seguimiento y escuche atentamente lo que dijo y dice al Sayyed, observará el mayor proceso de formación ideológica/teórica, filosófica, combativa, política e histórica de resistencia y liberación nacional en la historia árabe moderna; por esta razón, al Sayyed se dirigió a nosotros en mayo de 2000: “Oh pueblo nuestro en Palestina, vuestro destino está en vuestras manos, la elección es vuestra y el modelo se encuentra ante vuestros ojos”[38]; y cuatro meses después, el 28 de septiembre de 2000, Palestina salió en una nueva y diferente ronda de resistencia, que no fue ni será la última.
Luego vino la batalla de la “Espada de al Quds (Jerusalén)” en mayo de 2021, para recordarnos el mayo de 2000 y anunciar un nuevo proceso de lucha palestina; esta fue una de las consecuencias del proceso de una resistencia que triunfó en mayo de 2000 y julio de 2006, y las consecuencias de los esfuerzos de hombres heroicos que nunca dejaron sola a Palestina; en lugar de apostar y esperar a que el mundo y la región cambien hasta poder percibir un nuevo horizonte para nuestra causa, al Sayyed nos enseñó que podemos (mas bien debemos) cambiar la región y el mundo cambiando nuestro país, y primero con la resistencia.
Por esto y mucho más, todo lo que se dice sobre Hizbullah, y sobre al Sayyed Nasrallah, no debe estar motivado por la admiración por un fenómeno único de resistencia, ni por el honorable líder, ni por un partido de un nuevo tipo; pero en el fondo, y en cuanto a los árabes en particular, por el deber de gratitud y agradecimiento hacia al Sayyed y a los valientes combatientes hombres y mujeres que siguieron el camino de al Abbas, y eran como él, “perceptivos y con fe sólida”, combatiendo a pesar de las heridas, o el ejemplo de al Sayyeda Zainab, convirtiéndose como ella en “ejemplo para las mujeres de la tierra”, cargando a sus hijos mártires, y su llamado es: “toma para que quedes satisfecho” y “recibieron muestras de gratitud”.
¿Qué clase de hombres y mujeres son estos? Solo tienes que leer lo que consigas de material y lo que se revela de la historia de estos últimos cuarenta años en nuestro país, para saber algo muy poco sobre ellos, inevitablemente te devolverá la confianza en el hombre y en la humanidad, o incluso tienes que leer un poco de lo que el enemigo escribió sobre ellos para estar realmente seguro de que esta noche en la que vive nuestra nación nunca podrá ser eterna, y que hacia donde apunta el dedo de al Sayyed siempre habrá un sol esperando; hombres y mujeres que combatieron, murieron, resultaron heridos y fueron capturados por la libertad de todos nosotros; lucharon por la libertad de todo oprimido y vulnerable, y no solo por su propia libertad, y por eso ofrecieron lo más preciado que una persona puede poseer.
Hizbullah no solo ha servido a la causa de la resistencia, la libertad y la liberación, sino que también nos ha dado una gran lección de historia; no es fácil hacer historia, y no es fácil cambiar el mundo, la región, ni siquiera cambiar un solo país, más cuando nuestra nación es la más atacada de parte de los imperios más poderosos de la historia, pero una escuela cuyo lema es “Tu destino está en tus manos” no conocerá lo imposible.
Toda esta asombrosa historia que se nos ha revelado ante nuestros ojos desde el Líbano hasta Palestina, desde Siria hasta Iraq y Yemen, incluso cuando Hizbullah era mucho más débil de lo que es hoy, y menos experimentado, informado y armado, no solo nos impulsa a ser optimistas, sino que nos arma con la absoluta certeza de la victoria y con la inevitabilidad de la liberación de Palestina y algún día con la seguridad de una nación unida; y ahora cuando la resistencia, está más fortificada, fuerte, numerosa, experimentada, sabia y conocedora que antes, y después de todo lo que hemos visto, y después de todo lo que sabemos sobre la experiencia de Hizbullah, definitivamente sabemos que lo mejor está por venir.
[1] Francia se había apoderado de estas tierras en 1699, luego las perdió ante España, y su área es aproximadamente equivalente a 15 estados actuales.
[2] Fleming, T. (2001). Napoleon's invasion of North America: Aedes aegypti takes a holiday, 1802. In R. Cowley (Ed.), What if? 2: Eminent historians imagine what might have been (pp. 134-151). New York: Putnam’s Sons.
[3] Thomas Reinhardt. 200 Years of Forgetting: Hushing up the Haitian Revolution. Journal of Black Studies, Mar., 2005, Vol. 35, No. 4 (Mar., 2005), pp. 246-261.
[4] https://www.counterpunch.org/2006/10/12/how-hezbollah-defeated-israel/
[5] https://www.counterpunch.org/2006/10/13/how-hezbollah-defeated-israel-2/
[6] https://eshtebakpage.mystrikingly.com/blog/04b3a7284b1?fbclid=IwAR3xi-_ow7OxcIxkNTMtECweOUahHiTrp4SRu-bt-IKefl4XXnEv7jSzX0U
[7] https://history.state.gov/milestones/1784-1800/haitian-rev
[8] Dorbrene E. O’Marde. 2020. Battle of Vertieres: Its Significance in the Liberation Struggle of the Caribbean and Africa. Dominica National Reparations Committee in association with the International Office for Migration (IOM/Dominica).
[9] https://twitter.com/AlMayadeenNews/status/1549825215252729856
[10] Fukuyama argumentó en el prefacio de "El fin de la historia" que “la democracia liberal constituye el punto final del desarrollo ideológico de la humanidad” y “la última forma de gobierno humano”, y como tal constituye el “fin de la historia”. Francis Fukuyama. (1992) 2006. The End of History and the Last Man. NY: Free Press. P. XI
[11] Pagina 10
[12] Dorbrene E. O’Marde. 2020. Battle of Vertieres: Its Significance in the Liberation Struggle of the Caribbean and Africa. Dominica National Reparations Committee in association with the International Office for Migration (IOM/Dominica).
[13] Pagina 10
[14] La guerra continuó intermitentemente desde la revolución francesa de 1789 hasta la firma del Tratado de Amiens el 25 de marzo de 1802, e incluyó todas las áreas de fricción, como Europa, Egipto, Medio Oriente, el Caribe, India y los dos océanos el Indico y el Atlántico.
[15] The Black Jacobines. Pp: 365-366.
[16]http://www.washingtonpost.com/wpdyn/content/article/2006/07/21/AR2006072100889.html
[17] https://2001-2009.state.gov/e/eeb/rls/fs/2006/69101.htm
[18] https://web.archive.org/web/20060720025050/http://news.independent.co.uk/world/politics/article1183388.ece
[19] https://oldwebsite.palestine-studies.org/sites/default/files/mdf-articles/8641.pdf
[20] https://www.moqawama.org/essaydetails.php?eid=6450&cid=159
[21] The Black Jacobines. Pp: 360
[21] The Black Jacobines. Pp: 360
[22] The Black Jacobines. Pp. 367
[23] The Black Jacobines. Pp. 368
[24] Jean-Pierre Le Glaunec. 2020. The Cry of Vertières: Liberation, Memory, and the Beginning of Haiti. Montreal: McGill-Queen’s University Press.
[25] The Black Jacobines. Pp. X
[26] Matt. M. Matthews. We were Caught Unprepared: The 2006 Hezbollah-Israeli War. Fort Leavenworth: U.S. Army Combined Arms Center Combat Studies Institute Press. P. 56.
[27] Un patrón cultural que permite imaginar al otro tal como es posible imaginarlo (un musulmán como terrorista por ejemplo, tal como lo imagina occidente, o el mundo árabe y el mundo islámico como un lugar que se asume, requiere de una intervención por a la ausencia de mecanismos internos de transformación).
[28] El primer informe de la comisión Agranat
https://israeled.org/wp-content/uploads/2015/06/1974.4-Agranat-Commission-of-Inquiry-Interim-Report.pdf
[29] https://www.wsj.com/public/resources/documents/winogradreport-04302007.pdf
[30] The Jerusalem Post, July 17, 2006
[31] Matt. M. Matthews. We were Caught Unprepared: The 2006 Hezbollah-Israeli War. Fort Leavenworth: U.S. Army Combined Arms Center Combat Studies Institute Press. P. 56. & Uzi Mahnaimi, “Humbling Of The Supertroops Shatters Israeli Army Morale.” P. 5; Andrew Exum, “Hizballah at War: A Military Assessment.” P. 12
[32] https://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-3288461,00.html
[33] The Jerusalem Post, July 21, 2006
[34] https://hadfnews.ps/post/41960/
[35] Comunicado de prensa de la comisión Winograd sobre la presentación del informe final al gobierno http://reut-institute.org/en/Publication.aspx?PublicationId=2952
[36] Pp. 10
[37] O’Marde. 2020. Battle of Vertières.
[38] https://www.moqawama.org/essaydetails.php?eid=16927&cid=141